Upgrade: máquina asesina

Trasplante de serie B en cuerpo de A

Por Sergio E. Cerecedo

 

Para nadie es un secreto que para la industria de hollywood la ciencia ficción siempre había sido un terreno de risa loca, hasta los 70s que Spielberg, George Lucas y otros cineastas menos extremos y con más lana lo reivindicaron con historias familiares. No cabe duda que los primeros en probar con el género fracasaban al menos en verosimilitud por el bajo presupuesto y el ser relegados a plato de segunda mesa —lo que le dio el nombre de serie B—. Aunque los presupuestos han aumentado y hay filmes que tienen buena hechura técnica, toman las temáticas de aquel subgénero, tienen resultados visualmente notables, pero son fieles a su raíz ya sea con la temática simple y directa o exacerbando la sangre, los efectos sencillos o las locaciones austeras. “Upgrade” es una de esas.

 

Gray, un mecánico que tunea autos para clientes pudientes, es atacado cuando vuelve con su esposa de una cena. Mientras ella es asesinada, él es baleado y queda cuadripléjico, impotente y resentido. En plena agonía recibe una oferta de Eron, un cliente dueño de una gran empresa de tecnología, para someterse a una operación para implantar en su cuerpo un nanochip que le permitirá recuperar el movimiento e inclusive mejorar sus habilidades físicas. Una vez que lo acepta, opta por emprender una investigación vengativa para seguir el rastro de los responsables de su tragedia. No hace falta mucho tiempo para darnos cuenta de que cuando la máquina se encarga del resto del asunto, se convierte en lo que el chismoso título en español vaticina golpeando y asesinando a su primer pista, y por supuesto, atrayendo la atención de la policía y continuando una cacería nocturna en la cual le veremos desde ser emboscado hasta ser “hackeado” por el creador del software en una de las mejores secuencias del metraje.

 

Las escenas de pelea siguen la línea del cine de acción contemporáneo, Muy a lo John Wick; los golpes y balazos no llegan a ser exagerados y la puesta en escena, se concentra en las batallas cuerpo a cuerpo. Por lo mismo, la mayoría de enemigos no son guaruras musculosos ni esbirros típicos, si no flacuchos y drogadictos mejorados con tecnología, lo cual se hace verosímil gracias a sus actuaciones y a las coreografías de peleas y sus ejecutantes (los stunts).

 

Fue inevitable para muchos en su mes de estreno no comparar esta pelea con la nanotecnología con Venom. Inclusive el mismo Logan Marshall-Green tiene un gran parecido con Tom Hardy, pero lo que le aleja de aquel filme de superhéroes son los detalles que le quitan lo plano y genérico. Los secundarios tienen una incursión aceptable, desde el lloriqueante y misterioso genio de la tecnología hasta la detective que le sigue los pasos a Grey, todos muy ubicuos aunque la mayoría son casi incidentales

 

Tramas aparte, cabe mencionar estamos atestiguando la incursión de Blumhouse en la ciencia ficción, siendo una productora especializada en terror fantástico. También su director Leigh Whannell viene de colaborar con las sagas de “Saw” e “Insidious”, dirigiendo la tercera entrega de las cintas de los Warren. Del terror hereda la iluminación y las atmósferas en general en un producto que se asume como algo sencillo y contundente, lo que es su mayor virtud, pues la explotación de ese esteticismo por parte de la producción y el diseño de arte es lo que permite darle un sabor peculiar a un producto que podría saber a simple y genérico, pero que tiene su encanto a pesar de la linealidad de la trama en algunos momentos, pues nunca falta el respeto al espectador y se agradece abstenerse de ello.

 

La música es un factor que puede no funcionar si lo escuchamos independiente al visual, pues lo creado por Jed Palmer suena más a una variante del diseño sonoro, texturas con sintetizadores muy similares a lo que Brad Fiedel hizo para Terminator, pero menos rítmico y más incidental, como si los sonidos metálicos y prolongados fueran un ambiente alterno al del sonido diegético. La edición es muy hábil al respetar el ritmo de las tomas y no cortar solo por querer “mayor velocidad”, hay secuencias de pelea que duran más de 5 segundos y no se sienten cansinas, lo que contribuye al logro estético de la película.

 

Por último , como los títulos y créditos iniciales, donde en lugar de leer letreros y plecas, todo es narrado por una voz autómata que funciona como prólogo para anticipar la importancia de estos elementos. Insisto, es cierto que esa sencillez no se siente como una falta de respeto al espectador, cosa que es muy común y se agradece abstenerse de ello, pues nos deja disfrutar cuando aceptamos dichas limitaciones y solo queremos gozar cada secuencia de un trabajo entretenido y emocionante a momentos.

 

 

 

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