Seguimiento de un viaje arriesgado
Por Sergio E. Cerecedo
Dentro de la oferta cultural que no paró con la pandemia, el festival DOCS MX es de los que optaron por adecuar sus proyecciones, concursos y talleres, haciendo un excelente trabajo con dinámicas como convocatorias de rallys de realización documental abiertas a los estados y, por supuesto, alternando las funciones presenciales con sana distancia con las funciones en su página de internet.
Sigue tan variopinto como las muestras anteriores, derivando por igual en largo, medio y cortometrajes que escudriñan tanto en las problemáticas sociales como en las historias individuales de vida, también con acercamientos a la geografía mundial. En Indocumentado sin miedo, un largometraje de Arturo Pulido, que formó parte de la muestra del 2020, se ubica un punto de vista interesante estilísticamente y con una aproximación bastante guerrera —en el modo de seguimiento de las acciones— al tema de la caravana migrante de ciudadanos centroamericanos que decidieron agruparse y avanzar juntos a través de México con el objetivo de llegar a los Estados Unidos, teniendo dificultades como la burocracia de los municipios a la hora de brindarles alojamiento por algunas noches, los problemas de salud que la larga caminata implica, o mismos focos de violencia dentro de la misma masa humana, debido a que unos tienen intenciones más honestas que otros.
Una propuesta narrativa que le caracteriza a este largometraje es no centrarse en un personaje principal y buscar de forma variopinta integrantes de la caravana de diferentes edades y nacionalidades, recordando que hay personas de Honduras, Guatemala y el Salvador; similar a la propuesta de documentales como “Un poquito de tanta verdad” (Jill Friedberg,2007), aunque éste lo aplicaba al movimiento de la APPO en Oaxaca; o “Midnight Family” (Luke Lorentzen,2017). En las entrevistas incluidas encontramos desde trabajadores con familias, mujeres casi ancianas y hasta un niño con bastante conciencia de lo que está viviendo, quienes nos relatan el desorden político, la inseguridad venida con el dominio de la mara salvatrucha, con lo cual encontramos una redundancia en sus motivaciones las cuales van en torno a la búsqueda de seguridad social y las peticiones directamente hacia Trump por el asilo político. También se recogen declaraciones de activistas sociales y de mismos ciudadanos de Tijuana, que ante el intento de los migrantes por brincar la frontera —ellos lo atribuyen al abuso policial— se sienten desconcertados y con miedo.
El documental de Arturo Pulido toma el punto de vista de todo lo sucedido en Tijuana con material de archivo de los noticieros sobre lo acontecido en la frontera sur. Como su punto de vista desde adentro pondera más en las anécdotas que en la cohesión técnica, el director decide servirse del lenguaje del reportaje y aunque el pietaje haya sido registrado con cámaras distintas en calidades y definición de imágen, con secuencias diurnas y nocturnas casi en igual cantidad, el trabajo de montaje y lo directo de las declaraciones de los integrantes de la caravana y demás personas que aparecen remarca lo contundente del mensaje y nos permite seguir adentro.
Asimismo, el creador del documental opta por centrarse en lo humano colectivo y aunque hay opiniones en el tintero como quienes consideran que estas personas son manipuladas por intereses políticos más allá de su conocimiento o de la misma gente de la frontera que les recibe con escepticismo, todo punto de vista es válido y se escucha. La decisión toca al espectador y se agradece el permanecer en su punto de vista sin juicios hacia las partes, hablando también del abuso policial, pues los mismos miembros de la caravana saben que se han colado actos de delincuencia que se han buscado parar de forma pareja, tomando la agresión a todos los miembros por igual sin investigación previa.
Aunado al ritmo ágil del montaje, “Indocumentado sin miedo” cuenta con una musicalización muy lograda, pues el uso de canciones preexistentes como cumbias y salsas se ciñe de manera ingeniosa al rango de menos de 25 segundos que exige la ley de derechos de autor para no cobrar el uso y se combina con drones, sintetizadores y acordes sutiles. Es verdad que en un par de secuencias están demasiado presentes, y un poco del silencio ambiente de la locación vendría bastante bien para el tratamiento de un tema de por sí bastante tenso y con un seguimiento que no da descanso al espectador.
En conclusión. Pulido nos deja un punto de vista pertinente, en un tema que en años próximos seguirá bastante visto —ya varias asociaciones civiles de distintos países están tras las producción de varios documentales del tema— esperemos desde el punto de vista de mejoría. No obstante, en un panorama, a momentos es difícil encontrar una opinión personal plasmada en las imágenes que no nos reitere cosas que ya hemos visto o que no proceda de una manera amarillista.