Por Omar Cruz[1]
Siendo niños y viendo los lugares más oscuros de nuestros hogares imaginamos que en alguno de ellos probablemente se alojaría un ente ajeno a la naturaleza humana, es por eso que, creo yo, tales espacios —por aquello de la experiencia vivida— son una fuente ilimitada de inspiración para muchos autores del cine de terror y suspenso en la posmodernidad. Si bien es cierto que es muy frecuente ver en las películas de la línea de horror y fantasía cómo dichos lugares suelen tener importancia sea por que brotan desde su interior seres inimaginables o incluso aquellos que mecen la cuna de los infantes cuando el reloj marca la medianoche, estos espacios se han ganado el cariño de los amantes del terror y lo desconocido. En américa, por ejemplo; es notable cómo los lugares oscuros de un hogar han llegado a influenciar grandes clásicos del cine de terror y suspenso, incluso llegando a crear series sobre lo paranormal y sobre aquello con lo que aún no hemos podido interactuar.
De este lado del mundo crecemos en hogares en los que desde pequeños nuestros padres y abuelos nos relatan hechos cuasi verídicos sobre apariciones macabras en pueblos y también en las ciudades. Tales situaciones se asocian con mitos, metamorfosis de hombres o mujeres en seres repugnantes y hasta la llegada de animales capaces de habitar en la esquina de tu habitación, de la sala o el comedor. El imaginario colectivo se transmuta de tal manera que se arraiga en nuestra cultura tanto oral como visual, y cuando surge la migración los nuestros se llevan toda esta narrativa fantástica y ancestral hacia los países a los que llegan y con ello mantienen viva esa tradición de contar lo que habitaba en la oscuridad de sus antiguas casas, en el armario y en los gabinetes que por alguna razón siempre avivan la llama de nuestra curiosidad.
Desde estas premisas es que considero que surge la serie de Netflix del cineasta mexicano Guillermo del Toro titulada «El gabinete de las curiosidades» un trabajo que por su cuidado y profundidad bien podría estar en el top del horror moderno y del producido en la actualidad. En esta serie de terror ancestral y misterio cósmico, el autor nos da un recorrido por los parajes y diferentes ángulos en los que se enmarca el mundo de lo paranormal y lo desconocido llevándonos a indagar en las bestias mitológicas y los extraños seres en los que el hombre y la mujer suelen convertirse al sonar el frío campanazo en las angustiosas madrugadas.
Narrando lo grotesco y lo arabesco: explorando la influencia del gabinete
Si hay un elemento que se debe destacar en el trabajo de Guillermo del Toro es la profundidad con la que aborda sus proyectos y en este caso no hay excepción. Esta antología de cuentos lleva en su interior un sinfín de lecturas que el autor ha realizado a lo largo de su carrera, es por eso que quizá notemos varias formas de la narrativa clásica del terror y el misterio presentes en este gabinete. Desde monstruos que se inmolan y se desfiguran como en los cuentos de Edgar Allan Poe, hasta seres inexplicables e irreconocibles que gobiernan el mundo como en los cuentos de H.P. Lovecraft o incluso aquellos que son creados con el mero objetivo de retar al Dios de los creyentes y probarles que la ciencia es capaz de hacer que un hombre viva desde los pedazos, como en novelas de Mary Shelley. Todo esto se junta en la obra de Del Toro y eso me parece aplaudible, aunque se pueda argumentar en su contra aquello de los «lugares comunes en la obra del escritor», debemos tener presente que la voz de quien decide dedicarse al oficio de escribir se va construyendo desde las lecturas y así mismo se deconstruye las veces que sean necesarias; hasta llevar esa voz a un nivel de limpieza escrita y en este caso visual en la que sea imposible negar que el escritor ha sabido aprovechar el tiempo en el oficio de escribir, algo que naturalmente Guillermo del Toro ha logrado y es por eso que su voz y su lápiz dirigen esta orquesta imparable de misterio, horror y locura.
Los poetas malditos: seres que habitan dentro del gabinete de las curiosidades
Como mencioné con anterioridad, en esta antología de cuentos también hay una poética y quizá sea esta fusión la que permite una visión diferente de la obra de Del Toro. Aquí es notable cómo el autor no arroja a sus personajes a la acción sin antes haber meditado en una causa válida para que salgan del gabinete y sufran en carne y huesos la brutalidad e imaginación de su creador.
Cuando entramos a la construcción del lenguaje poético en la serie podemos notar la influencia de poetas como Leopoldo María Panero, Arthur Rimbaud, Edgar Allan Poe y Charles Baudelaire. Dicho valimiento es notable cuando en varios de sus personajes encontramos aptitudes y actitudes que van en contra de lo moralmente correcto, por ejemplo, una marcada cercanía hacia la idolatría del mal como expresión estética, la irreverencia con la moral y las costumbres de aquellos países de los que Del Toro los hace emerger y, por supuesto, el pensamiento crítico hacia la vida y sus engranajes de manera que la autonomía se haga presente y el titerismo sea expulsado desde las entrañas. Todo esto es algo que también es para agradecer al cineasta ya que, por lo general, este tipo de elementos no suelen tomarse en cuenta en una obra visual de terror, de hecho, varios cineastas suelen dejar algunos agujeros inexplicables en el guión, cosa que no sucede en esta serie puesto que Del Toro cuida cada detalle y no arroja su obra para que las hienas la puedan despedazar con facilidad.
Abriendo las puertas del gabinete: o la poética del horror y lo desconocido
Esta serie del cineasta mexicano Guillermo del Toro está dividida en ocho partes de extensa duración. Desde mi perspectiva, las primeras cuatro tienen la esencia de la tradición oral mexicana, inglesa y estadounidense. Es destacable que en los primeros capítulos encontramos relatos bien logrados y embellecidos con la esencia del México a la vanguardia del cine, entremezclado con sus narraciones de lo paranormal que se juntan y hacen una poética del horror; un canto siniestro y en otras ocasiones unas letanías que van contando las creencias en la santa muerte o incluso en el mitológico nahualismo.
Luego encontramos las formas del cine inglés muy marcado por la codicia y lo repugnante que puede llegar a ser el hombre con tal de obtener lo que se le antoje por la fuerza, eso incluye diamantes y otros metales preciosos; algo que, a mi parecer, describe exactamente esa notable atracción de muchos ciudadanos de dicho país por obtener un algo sin importar el sacrificio de los que están a su alrededor.
Los otros dos capítulos de estos cuatro principales tienen en sus relatos el estilo de Hollywood, lo que es entendible ya que la mayor parte de su carrera Del Toro la ha hecho fuera de su país natal. No obstante, es destacable cómo el autor apuesta por un estilo más gótico en su narración y va dejando en estos capítulos ese americanismo de antaño con influencia alemana, caracterizado por explorar los más insanos temores del hombre, y con esto hacer que de alguna forma se pueda perturbar su conciencia y, por supuesto, dejando la valía del mensaje como método de reflexión.
En las vísceras de lo paranormal: o los frutos oscuros del gabinete
Estos últimos cuatro capítulos están marcados por pasar de la calma a la perturbación de golpe, algo que me parece ha sido un gran acierto del autor, porque logra mantener firme el hilo en su historia y va costurando otra narrativa más sólida, sin olvidarse de las bases en las que se sostiene el argumento principal de su serie.
De este último cuarteto de capítulos, en el primero podemos notar la influencia de la filosofía y el paradigma de lo real contra lo irreal a través de la pintura. Del Toro nos guía por el camino de la duda existencial en la que sus personajes llegan a cuestionar todo lo que se mueve a su alrededor, incluso sus seres más cercanos, entrando en terrenos en los que la locura y el desacato de las distintas normas establecidas por los hombres están a flor de piel y llegan a ser tan volátiles que pueden quemar todo a su alrededor.
Los siguientes dos capítulos llevan una marcada influencia de cineastas como Stanley Kubrick o Quentin Tarantino, lo que me parece genial, ya que eso demuestra el respeto que Del Toro tiene por cineastas que han dejado su huella en la fantasía y el horror en la pantalla grande mundial. En estos antepenúltimos capítulos se hace presente la imagen de las brujas y la sonoridad de las voces que habitan en lugares desconocidos. Del Toro crea escenas en las que el pasado se puede entrelazar con un presente casi irreal pero catastrófico para sus personajes mismos que, entre viejas prácticas de hechicería y rituales, se ven envueltos en un mar de alucinaciones y dolores insoportables que son curados únicamente cuando la muerte aparece con el filo de su guadaña y les lleva por las profundidades del descanso eterno.
El último capítulo es un gusto culposo, y dejo la imparcialidad a un lado porque al ser mi favorito creo que es el mejor. Aquí el cineasta de origen mexicano nos lleva por un sendero de paz y tranquilidad relativa, que parece no verse alterada por fantasmas o falsos especuladores de lo desconocido. En este capítulo es notable la influencia del maestro Alfred Hitchcock, y es que Guillermo del Toro cierra su gabinete de las curiosidades con una oda preciosa de pájaros, entonando hermosas letanías a sus personajes y dejándolos al borde del éxtasis y la curiosidad por la belleza de su canto. No obstante, y como siempre hemos sido testigos de lo que nos deja la curiosidad, el autor reflexiona —en tercera persona al final de su serie— sobre cómo aquel canto inmaculado de aves se convierte en una pesadilla sonora de la que sus personajes y sus televidentes jamás pueden escapar.
Cerrando las puertas del gabinete: los tentáculos de su aporte y diferencias
Siento que con esta serie el trabajo de Guillermo del Toro ha llegado a otro nivel, ha impuesto otras reglas (difíciles de superar) y una profundidad que tanta falta le hacía al cine de misterio y suspenso en estos últimos años. El autor decide llevarnos en un viaje del que muy probablemente podamos salir ilesos (la serie tiene clasificación[R]) ya que en el interior de esta aventura Del Toro apuesta por un cine de terror un tanto más embellecido; dejando por fuera los vicios y los vacíos que venían caracterizando a muchos trabajos en esta rama de la pantalla grande; decide agregar matices que parten de la filosofía, la poesía, la narrativa de terror clásica y, por supuesto, la influencia de los latinoamericanos que es imposible de olvidar a donde vayamos.
No me atrevería a decir que es una obra insuperable, pero, dirigiendo la orquesta del misterio y el horror, Guillermo del Toro con su «Gabinete de las curiosidades» ha dejado la escena y las tonadas demasiado arriba, tanto así que quizá sea difícil superar por algún tiempo este trabajo y, desde luego, olvidar esa curiosa sensación de emociones encontradas que transmite una serie de este calibre.
[1] Omar Cruz (El Progreso, Yoro, Honduras, 1998). Estudiante de la carrera de Periodismo y Antropología. Es autor del poemario Hologramas de ayer, hoy y para siempre (Atea Editorial, 2019). Ganador de algunos certámenes de ensayo breve, poesía y narrativa. Ha publicado en diversas revistas literarias y periódicos de América y Europa. Su poesía y narrativa ha sido traducida parcialmente al inglés, francés, catalán, italiano y al japonés.