Por Francisco Tinajero
Durante muchos días consecutivos pasaron por la ciudad restos del ejército derrotado.
“Bola de sebo”, Guy de Maupassant
Con respecto a la hegemonía del sentido visual sobre el resto de capacidades sensitivas mediante las cuales aprehendemos el mundo, a la vez que somos aprehendidos por él, Silvana Rabinovich, en su texto Heteronomía y traducción (o cuando traducir es padecer las cuatro locuras platónicas) (2012) mencionó que “En tiempos de oscuridad es necesario abrir otros horizontes de pensamiento” (p.152). Por lo que resulta preciso ahondar en esta idea.
Para iniciar, cabría acercarnos de manera tentativa a una definición de los “tiempos de oscuridad” desde dos perspectivas entre sí contradictorias. En primer lugar, la acepción de algún modo tradicional: la falta de luz, de claridad o, en palabras de una de las instituciones más tradicionales y oscuras a un tiempo, la Real Academia Española:[1] “Falta de luz para percibir las cosas.” (RAE, 2020). En este sentido, la oscuridad ha hecho de México, América Latina y Centroamérica su morada predilecta, ngu ñu ngu, ruka kochi ruka, kay dous kay,[2] hogar dulce hogar. El anonimato en los crímenes,[3] la falta de esclarecimiento en los casos, la poca disposición de las autoridades para ayudar a las familias de las víctimas y la criminalización de las mismas, así como un sinfín de actos corruptos, tergiversaciones, manipulaciones, etc., conforman el vasto inmobiliario de esta lastimera casa.
El otro valor que se puede apreciar de la oscuridad es el estudiado por Pier Paolo Pasolini y Georges Didi-Huberman, en el cual la oscuridad no es la ausencia de luz, sino todo lo contrario: una luz enceguecedora. Desde la luz de los anuncios publicitarios en los espectaculares y en los diversos dispositivos electrónicos, los rayos UV y la luz azul emitidos por las pantallas de los mismos, hasta los reflectores ubicados en las torres de los reclusorios y las sirenas de las patrullas,[4] estas luces no hacen más que privarnos del sentido de la vista.
Una vez expuestos algunos de los muchos riesgos que acechan al sentido dominante[5] y en concordancia con el pensamiento de Rabinovich sobre abrirnos de nuevas maneras al mundo, aparece la película de Gabriel Axel El festín de Babette (1987): una propuesta de aproximación a la supervivencia, al amor, al arte y a la gratitud desde la perspectiva olfativa y del gusto.
Si Babette Hersant, una mujer francesa exiliada en Dinamarca por motivos de la violencia ejercida hacia la Comuna de París, cuya familia fue ejecutada vilmente por las tropas del “G”eneral Gastón de Gallifet,[6] hubiese optado por mantener una memoria visual de los inverosímiles acontecimientos, la película se habría tornado, ya sea en un drama de persecución y venganza o en una ardiente melancolía.
Sin embargo, al presentarse Babette, “el mayor genio culinario de su época”, se muestra como quien lo ha visto todo, “¡Detente, eres tan atroz!”[7] (Goethe, 1829, p.95), al modo de Selma Jeskovà[8]: lo ha visto todo y no tiene nada más que ver. El sentido de la vista ha quedado vedado tras el asesinato de sus seres amados. El “G”eneral Lorens Löwenhielm (miembro de las tropas de Gallifet), detrás de Babette, posa la mano derecha sobre los ojos de la cocinera y le susurra: “La misericordia y la verdad se han encontrado. Y la justicia y la dicha se besarán”.
Con la visión llena de nimbos y nubarrones, Babette agudiza el olfato y el gusto y da paso a una nueva etapa de su vida. En cuanto al gran banquete que ofrece como agradecimiento a las lugareñas puritanas que la acogen en su desgracia, puede leerse este acto como el ritual de realización del individuo, pero también como supervivencia.
En cada platillo, Babette entrega una parte esencial de su ser; obsequia a los comensales con destellos culinarios de lo que fuera, quizá, un momento de placidez, es decir, cuando estaba en compañía de su familia en Francia.[9] A su vez, esta secuencia podría contener un aspecto patriótico: mediante la comida, hasta cierto punto tradicional, Babette reivindica no sólo a un país, sino a sus pobladores asesinados.
En las guerras, además de la aniquilación física y mental de los sujetos, los agresores se proponen exterminar el conjunto de prácticas sociales, culturales, religiosas, políticas, etc. del “enemigo”. Todo esto acompañado de un empecinamiento por empobrecer y reducir el espíritu de lxs contrarixs.[10] Tal fue el caso en las agresiones a las personas constituyentes de la Comuna de París. Las tropas de Gallifet creyeron que aniquilarían los esfuerzos libertarios de los miembros de la Comuna, mas no fue así. Con la escapatoria de Babette se mantuvo, aunque débil como el último aliento del ahogado, vivo el espíritu de autogestión y libertad.
El triunfo de Babette sobre la masacre de Gallifet está en el banquete en que el “G”eneral come de la mano de Babette, en que el arte de la cocinera con los pasteles, vinos, codornices, supera en demasía el manejo que los oficiales tienen de los fusiles. Aunque las fuerzas de opresión intenten saquear las ánimas artísticas, fallarán pues “un artista nunca es pobre”.
La supervivencia del espíritu de la gran cocinera Babette, transmutado en el aroma de su festín, tiende a la eternidad, como menciona François Cheng en Cinco meditaciones sobre la belleza (2007): “el perfume es un canto duradero.” (p.34); mientras que el régimen de violencia será el que viva bajo la mentira, siendo su única verdad, la derrota.
Bibliografía.
Cheng, François. (2007). Cinco meditaciones sobre la belleza. Siruela.
Goethe. (2019). Fausto. Austral.
Inocencio, Fernando. (10/07/2017) Diccionario en línea Mapuche-Español-Mapuche. En “freelang.net”. es.freelang.net/enlinea/mapuche.php
Marx, Karl. La Guerra Civil en Francia. En “Marxist internet archive” www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/index.htm
Maupassant, Guy de. (1992). Bola de sebo y 22 cuentos completos. Editores Mexicanos Unidos.
Rabinovich, Silvana. (2012). Heteronomía y traducción (o cuando traducir es padecer las cuatro locuras platónicas). Instituto de Investigaciones Filológicas.
S/A. (2020). “Lengua Otomí – Hñähnü” Diccionario y Vocabulario para aprender la lengua. www.otomi.com.mx/
[1] Paradójicamente, esta institución parece que en múltiples ocasiones no alcanza a percibir los cAsOs.
[2] Otomí, mapuche y creole.
[3] Por un lado de los victimarios, pero también de las víctimas.
[4] Estos dispositivos son doblemente dañinos: a la vez que enceguecen, ensordecen.
[5] En Occidente y en zonas occidentalizadas.
[6] El marido e hijo de Babette bien pudieron haber sido algunas de las víctimas descritas por el corresponsal del Daily News; testimonio que recuperó Marx en su Apéndice I de La Guerra Civil en Francia (1871): “De este modo fueron seleccionados más de cien; se destacó un pelotón de fusilamiento y la columna siguió su marcha dejándoles atrás. A los pocos minutos, comenzó a nuestra espalda un fuego intermitente, que duró más de un cuarto de hora. Estaban ejecutando a aquellos desgraciados, condenados tan sumarísimamente.”
[7] Las cursivas son mías.
[8] Véase Dancer in the dark (2000), dir. Lars Von Trier.
[9] A este respecto, considero importante rescatar otra de las ideas de Rabinovich: “en ese lugar de traducción anidaba la posibilidad de la paz.” (p.152) En este caso el traductor sería la comida, vehículo en el que se transporta la pureza del espíritu de Babette, llega a los convidados y transforma su estado de negación absoluta a los placeres corpóreos en una completa armonía individual y colectiva.
[10] Considero indispensable referir a los capítulos VIII y XIII de Horrorismo (2009) de Adriana Cavarero. En estos apartados, la filósofa italiana analiza la construcción del “enemigo”.