Crónica de lo bello y lo terrible
Por Sergio E. Cerecedo
Hubo un tiempo no demasiado lejano que las películas bélicas llegaron a cansar a cierto sector del público y sobre todo cuando se volvían carne de cañón oscareable, pasó con el holocausto y Vietnam especialmente. Ésta es una de ésas películas que abordan un conflicto menos explorado en el cine, las guerras Yugoslavas, si exceptuamos a Emir Kusturica (“Underground”, “La vida es un milagro”) o Michael Winterbottom (“Welcome to Sarajevo”) quienes la encuadran desde el punto de vista Serbio y Bosnio, aunque cierto es que aquí balas hay muy pocas, sino los estragos de la guerra en las personas y eso deriva en una quietud que nos mantiene a tiempo, muy cercana a la de algunos cineastas de la ex unión soviética como Sergei Paradjanov y Mijail Kalatazov y son sus valores cinematográficos a la hora de desentrañar la trama y el contexto sociopolítico, lo que la vuelve apreciable más allá de los comentarios añadidos por las nominaciones y premios.
“Antes de la lluvia” fue el primer filme producido en Macedonia ya como república independiente de la ex Yugoslavia, es una película episódica en la que el entrelace de las historias es más sutil que en, digamos, los ejemplos más populares de narrativa fragmentada (Robert Altman, El primer P.T. Anderson, González Iñárritu), en un estilo menos occidentalizado que raya en lo elegante.
En la primera trama, Kirill, un joven seminarista, permanece en tregua territorial junto con su comunidad religiosa y manteniendo la distancia que su voto de silencio le permite para dedicarse a los huertos y la oración, hasta el día en que una refugiada albanesa se escabulle en su cuarto tras asesinar a un lugareño. El cuarto de Kirill será un espacio donde ambos entablan una comunicación a través de miradas, señas y actitudes —Kirill no habla ni entiende el albanés y la chica tampoco el Macedonio—, que hace al joven tomar actitudes y decisiones que le definirán sin darse cuenta.
La segunda trama transcurre en Inglaterra, donde una periodista se debate entre dos amores al tiempo que reflexiona sobre su condición como humano frágil y a la que el conflicto bélico también pasa factura de manera indirecta. En un tercer episodio, el fotoperiodista Aleksandar vuelve a su tierra natal encontrando un pueblo tan lleno de fantasmas como su propia alma, casas enteras están abandonadas y se vive en trincheras provisionales, el calor de su familia entre escombros aminora solo un poco la realidad que está a punto de reencontrar.
Manchevski como director es totalmente dueño de su tiempo y lleva la película de manera pausada, pero su ritmo se siente consistente y nos fuerza a mirar más de cerca en tres puntos de vista: Las comunidades que se mantienen al margen de la violencia, en el ascetismo; quienes la viven a distancia a través de su trabajo (El periodismo); y quien viene de ella y las circunstancias lo llevan a volver a vivirla porque la vuelta a las raíces no puede estar eximida de ese dolor. El trabajo de actores es sutil pero notable en un ensamble difícil de lograr pues la poca expresividad es característica de los personajes y no son actuaciones que pretenden lucirse, pero destacan por carácter en su buena tradición de Europa del este, destacando Rade Šerbedžija (Habitual secundario de las películas de acción de hollywood) en el papel del fotógrafo Aleksandar del segundo y tercer episodio, en sus ojos , voz e incipientes arrugas, vemos cada estrago de las pérdidas de vidas, amistades y amores que pasan por un pueblo.
Este tipo de películas suelen destacar por la austeridad de su técnica, pero aquí aunque no tenemos trabajo de cámara con grúa o recursos técnicos sobrados, el crew se luce al dotar de estética lo más mínimo de las anécdotas. Lo que queda patente en el uso tanto del sonido como de la imagen en segundo plano cuando la periodista en un momento de desconcierto y de pensar en decisiones a futuro puede escuchar llantos de bebé , con sonidos metálicos entre el bullicio del tráfico o más tarde en una agria plática con su ex esposo, la discusión está sobrepuesta con otra más agreste entre inmigrantes de la ex Yugoslavia, estando ese segundo plano de sonido siempre presente que interrumpe tanto la concentración de los personajes como del espectador, la sutileza y concentración emocional de esta secuencia compenetra el tono azuloso con el que la mayor parte de la película está inmersa, con personajes que no desean entrar en contacto con sus emociones y prefieren borrar de sus memorias todo lo que sucede alrededor.
Macedonia culturalmente se sitúa entre lo balcánico y lo griego, heredando el catolicismo ortodoxo de la unión soviética con esas raíces griegas ahora vistas como paganas; las notas graves de la partitura del grupo Anastasia remarcan esto y tienen connotaciones incluso arábigas en las piezas que hacen manifiesta la guerra, las sombras que ésta hace en la cabeza y con cuerdas pulsadas constantemente percutidas nos hace acompañar a los protagonistas en ese amasijo de emociones.
Como película de gran valía histórica y cinematográfica, Criterion Collection se fijó en ella y la lanzó en Blu Ray con extras básicos pero significativos que contienen fotografías callejeras tomadas por el director, un making of sin editar (Fragmentos del rodaje), el soundtrack y los comentarios del propio Milcho Manchevski y la investigadora del cine Annette Indorf, entre otros. Lo que complementan un drama que resulta conmovedor sin buscar la lágrima fácil, y necesario para la reflexión social e individual al preguntarnos quiénes somos ante el terror de los conflictos civiles y qué papel juegan nuestra vida.