Sobre el “humor negro” y sus expectativas intelectuales
Por Carmina Cardiel
Me llama mucho la atención lo que en la pantalla grande se está haciendo con el body horror: es una película de humor negro, apunta la sinopsis de todas y cada una de las cintas que haya visto en su género: “Pieles”, “Dos”, “Enferma de mí”, “La substancia”, “Un hombre diferente”, entre otras. Pero es aquí donde cabría preguntarnos ¿Por qué satirizamos todo aquello que nos resulta incómodo?
Un hombre diferente de Aaron Schimberg le da un giro a las últimas cintas que por acá hemos revisado en el género de body horror, pues a diferencia de “La Substancia” o “Enferma de mí”, el protagonista es un varón a quien se le da vida desde el ojo de otro varón, y ya desde ahí la narrativa cambia completamente.
El humor negro desde la psique humana
Se ha estudiado a fondo desde la Psicología y se ha sugerido que el humor negro puede ser un mecanismo de defensa psicológico, permitiendo así a las personas lidiar con situaciones difíciles de una manera menos angustiante; sin embargo, también se ha planteado la preocupación de que el humor negro pueda perpetrar estereotipos negativos o trivializar experiencias dolorosas. En este sentido es que se puede profundizar en un debate sobre cómo el contexto y la audiencia influyen en la percepción del humor negro.
Desde esta definición es donde me pregunto en tanto al body horror: ¿Qué nos puede divertir al ver a una mujer que no se siente a gusto con su cuerpo y su apariencia llegando a extremos monstruosos, como lo vimos en La Substancia? ¿Qué gracia existe en una pareja narcisista codependiente con severos trastornos mentales que los empujan a consecuencias catastróficas como en Enferma de mí? ¿Por qué en esas dos películas se exalta la cuestión de los trastornos mentales en las mujeres, pero en Un hombre diferente se cuida la imagen mental del protagonista?
A medida que las sociedades se acoplan a la modernidad, cambian las normas culturales y la psicología del humor negro sigue siendo —según expertos— ‘un área de investigación fascinante y en evolución’, ya que al comprender las complejidades de este tipo de humor, se puede ofrecer una visión única de la psique humana y de cómo las personas procesan y responden a la adversidad. Es aquí donde existe entonces una bifurcación en el significante —y no el significado— que cada persona puede atribuirle a este tipo de humor. Dicho de otra manera, el humor negro que suele utilizarse para satirizar a las mujeres no es el mismo que se utiliza para satirizar al género masculino y aquí vamos a saber por qué.
Edward: la figura del Ser Humano como humor negro
«¡No soy un elefante!
¡No soy un animal!
¡Soy un ser humano!
¡Yo soy un hombre!»
David Lynch – 1980
Al ver Un hombre diferente resulta difícil dejar de hacer una comparativa con Jhon Merrick, personaje icónico al que Lynch le atribuyó virtudes por su condición física, llevándonos a una historia sobre los valores y la humanidad. En aquellos años, el famoso director trató de ponderar en “El hombre elefante” (1980) las características internas del ser humano para decir que la belleza no siempre se corresponde con la bondad como algunos filósofos lo platearon y como ya lo hemos revisado desde #ButacaVioleta en el análisis de La Substancia, apenas unos meses atrás.
Pero en esta cinta, nuestro protagonista, Edward, quien después se convierte en Guy, solamente es una trampa para los espectadores porque de primera impresión creemos que, por padecer neurofibromatosis (trastorno genético que causa el crecimiento de tumores en los nervios), el personaje por sí sólo es buena persona. Pero mientras más avanza la cinta, más podemos ver que es un hombre como cualquier otro: con ambiciones, con complejos, con sueños y con malestares; es decir, es un ser humano que no necesita de lástima ni de compasión ajena porque, a diferencia de Merrick, se defiende con el estandarte de su condición humana. Entonces, ¿Quiénes somos prejuiciosos y a quiénes prejuiciamos bajo qué estándares? ¡Un punto para el director!
Edward es un hombre que se enamora de una vecina que resulta ser dramaturga, pero él la idealiza por ser —a sus ojos— hermosa y bondadosa con él. A partir del suceso de compartir instantes efímeros como una cena, una visita y un par de charlas, nuestro protagonista se somete a un proceso médico para curarse y lo logra. A diferencia de otras películas sobre body horror, en esta cinta casi no hay escenas donde el cuerpo nos transmita escalofrío, como mínimo, salvo cuando se le cae a pedazos la carta de presentación del nuevo hombre, que a penas y nos recuerda una escena de “La mosca” (1987). Es justo ahí donde Edward deja de ser “un pobre hombre” para convertirse en un hombre con privilegios: Blanco, de ojos azules, guapo y exitoso que da un giro de 360° a su vida áspera y fútil. Y él lo sabe: Ya es un hombre normalizado, ya es un Ser Humano.
Qué feo que tengamos que reírnos al ver como alguien se transforma en un estereotipo que, sin dejar de observar con lente violeta, ya se normalizó. Porque en la cinta no está en discusión si tiene derechos o no como Lynch lo plantearía con Merrick, no, en esta cinta lo que está en juego es su apariencia para poder pertenecer, según lo va argumentando el desarrollo del personaje de Edward/Guy.
Oswald: la figura incómoda del Ser Humano
Oswald es un personaje secundario que resulta incómodo para una gran parte de los espectadores porque tiene una condición física, la misma que Edward, pero con una gran diferencia: Él está seguro de sí a pesar de cómo luce físicamente. De hecho, se saca partida en todo momento, tanto es así, que logra ocupar el lugar que Edward deja como vacante en el sentido de ser humano bajo cualquier condición. ¡Qué gran personaje! Oswald padece la misma enfermedad que Edward antes de someterse al tratamiento médico, pero él se siente completo y dinámico, se sabe diferente y logra sacarle jugo a la vida a partir de esa diferencia que parece sub-humana. No sólo es simpático, sino que en la cinta llega a caer mal porque ocupa todo hueco que la existencia no logra hacer: Sentirse pleno/a consigo mismo/a a pesar de cualquier problema que pudiera presentarse. ¿Y saben qué es lo mejor o lo peor? Que siempre lo logra. ¿Es acaso este acto una metáfora que indica que para ser felices primero hay que aceptarnos tal y como somos? Yo pienso que sí.
Oswald, a diferencia de Edward, vive sin complejos, se presenta ante una convocatoria que la dramaturga sugiere como su creación después de varios años de ese encuentro con Edward. Ella lo llama así: Su creación, aunque el monstruo ya existía por sí mismo. Después del reemplazo que hace Oswald, podemos ver facetas de Edward en donde pierde la cabeza e incluso apuñala a un inocente por tanta frustración acumulada, pero como en esta película se cuida la pisque del protagonista, vemos como el director minimiza el problema de Trastorno de la personalidad de Edward/Guy, quien purga una condena en la cárcel por tal acto en una escena que no dura más de tres minutos y después ya anda en la calle, como si nada. Mientras Oswald jamás se mete en problemas, por el contrario, parece que todo le sale y lo hace bien. Desde otra perspectiva, pudiera parecer un personaje meramente oportunista, siempre con el Mundo a su favor porque conoce la técnica de la manipulación social a partir de su condición física, recordando el ingenio del director para refutarnos en todo momento nuestros propios prejuicios con ambos personajes: Edward y Oswald.
¿El humor negro es para los intelectuales?:
Es común leer entre columnistas, varones por supuesto, frases armadas al rescate del humor negro, tales como:
“En los últimos tiempos, el exceso de corrección política y la susceptibilidad ante cualquier tema que hiera sensibilidades parece haber generado una devaluación del humor negro, al menos en cuanto a su prestigio” (La Vanguardia, 2017)
¿Cuál prestigio? En este artículo de la Vanguardia se habla incluso de que el humor es entendido en distintos lugares del cerebro dependiendo del género: hombres y mujeres, en ese estudio no existen más géneros, cabe recalcar. Por otro lado, también asegura que:
“Quienes disfrutaron y comprendieron las viñetas de humor negro no solo destacaron por su inteligencia, sino que tenían una baja agresividad y un estado de ánimo estable”.
“Tanto la agresividad como el mal humor podrían conducir a una capacidad reducida de procesamiento de información con respecto a los contenidos humorísticos”
Ahora adivinen, dentro de ese estudio, ¿quiénes se rieron mucho menos con chistes de humor negro? Así es: las mujeres. Hasta el día de hoy yo no conozco obras literarias de mujeres que utilicen el humor negro como bandera vanagloriada de su trabajo, es más, les invito a googlear al respecto. Jamás se encontrarán una escritora equivalente a Bukowski quién entre sus escritos narra a modo de chiste la violación de una menor de edad. Tampoco encontramos un equiparable a André Bretón que escribió su “Antología del Humor negro” en 1940, en donde se jactan sus seguidores de su destacado trabajo al citar con singular humor a Sade, Poe, Baudelaire, Lewis Carroll, Rimbaud, Kafka, entre otros, pero también para hacer “chistes” racistas. En el cine no encontraremos jamás a una directora equiparable con Woody Allen quien en repetidas ocasiones muestra a las mujeres como bufonas de sus historias cinematográficas, tanto que es el amo del sarcasmo.
Si a estos datos agregamos que, ante los ojos de las distintas sociedades en proceso civilizatorio, la risa en las mujeres es condenada si no es a penas tenue, podemos entender que el humor sea del color que quieran, no fue pensado para que las mujeres pudiéramos hacer uso de él. Claro, porque si una mujer se ríe muy fuerte, entonces o es —a modo peyorativo— bruja o gusta del libertinaje, y recordemos que las mujeres nacimos para estar en la casa, criar hijos, bordar y cocinar, pero jamás para reírnos ni hacer chistes elaborados al estilo de Bretón o cualquier otro intelectualoide.
Aquí es donde podríamos preguntarnos: ¿Es acaso el humor negro el antecedente de la Violencia pasiva como resultado de la frustración? Si así fuera, entonces ya podemos saber por qué el body horror es siempre “humor negro”, pero se vuelve más ““refinado”” cuando los protagonistas son masculinos. Para mejor ejemplo: Nadie se ha quejado de “Un hombre diferente”, a pesar de que muestra a un personaje profundamente enfermo que también busca sacar su mejor versión a costa de lo que sea, igual que la protagonista de La Substancia.
Bibliografía:
- “El humor negro es un síntoma de inteligencia, según la ciencia” (2017) La Vanguardia en línea, consultado el 02 de diciembre en https://www.lavanguardia.com/vivo/psicologia/20170309/42658087598/humor-negro-inteligencia.html
- “El hombre elefante”, (2019) Made in Cine, consultado en línea 01 de diciembre en https://www.madeincine.com/una-persona-particular-las-mejores-frases-de-el-hombre-elefante-david-lynch/#:~:text=%C2%ABLas%20personas%20est%C3%A1n%20asustadas%20por,ella%20podr%C3%ADa%20amarme%20como%20soy.
- “Cómo denigrar a la mujer desde la infancia con ‘Chistes sobre chicas sólo para chicos’”, (2013), El Mundo en línea, consultado el 02 de diciembre en https://www.elmundo.es/espana/2013/12/09/52a5944b684341d7638b4589.html