Por Carmina Cardiel
Fernando León de Aranoa es un director que aborda desde la sátira y el humor negro temas sociales de vigente importancia. La primera vez que vi una de sus películas, “Barrio” (1998), fue por allá en el lejano 2006, en aquel tiempo la banda sonora me presentó una película que me llevó a una experiencia de inconformidad que entonces no supe interpretar en medio de mi temprana adolescencia.
En 2002 “Los lunes al Sol” obtuvo varios reconocimientos y el premio de Mejor película y Mejor director por tratar el tema del desempleo en España y la edad como principal factor de éste en hombres mayores de 40 años, así como la depresión que padecen aquellos masculinos que portan el estandarte de proveedor. La verdad es que esa película tiene tanto por analizar, que estuve a punto de escribir sobre ella, pero finalmente me decidí por la última cinta del director que me pareció brillante por los detalles sutiles que nos deja ver una historia en apariencia menos cruda, pero igual de fuerte que las que le preceden.
El buen patrón está considerada como una de las mejores películas del siglo XXI después de 20 nominaciones Goya ganando así 6 premios, un récord histórico, según las críticas. Y no es para menos si ponemos atención no sólo en las líneas de los personajes, sino en los símbolos políticos que aparecen en toda la trama para adentrarnos en el papel maquiavélico de la figura androcentrista y paternalista que vemos por doquier, pero principalmente en los centros laborales, sean privados o públicos.
Ponerse la camiseta o Relaciones de poder
Julio Blanco es un burgués que heredó la Dirección de la empresa familiar; una empresa que se dedica a la construcción de básculas industriales y que está por recibir un premio de excelencia nacional por su estructura y buen funcionamiento, pero para llegar a eso, los empleados deberán ponerse la camiseta y él se encargará de que así sea ¿Les suena?
Blanco es un jefe aparentemente querido, amable, considerado, simpático y de buena familia que cree tener el papel moral para decidir y entrometerse en la vida privada de sus empleados como un buen padre lo haría, pues para él “los empleados son su familia”, pero ¿Qué implica ponerse la camiseta?
Por relaciones de poder entendemos la interacción entre dos o más individuos en situación vertical; es decir, que existe una desventaja respecto a una figura que impone su voluntad sobre otros que aceptan ser dominados ya sea por coerción, por recompensa o por mutua influencia. Esta dinámica está presente en el entramado social y no se puede tocar, pero se puede ver y se puede sentir de manera simbólica, ya sea por costumbres, diplomacia, socialización, entre otras que impliquen un significado dentro de una sociedad, sea abierta o cerrada. Por ejemplo, en el patriarcado la figura masculina (independientemente de su sexo) ejerce un rol primario sobre aspectos políticos, de privilegio social y moral sobre el resto de la sociedad. Es por ello que, el personaje de Julio Blanco, puede llegar a generar confusión, pues nos han educado para tomar un rol secundario que casi siempre justificamos a partir de la moralidad, entre otros factores, quizás el primero: el jefe bueno/el jefe malo. Y obviamente que, si tu jefe te dice que eres parte de su familia, en automático se gana el premio a la bondad, porque claro: la familia siempre constituye lo bueno, según la educación occidental; aunque sabemos de experiencia propia que eso es complejo.
El empleado revoltoso o la Conciencia de clase
El buen patrón nos sitúa en otra disyuntiva: la de ser un empleado productivo –porque claro, así es el lema del capitalismo en cualquiera de sus facetas: productividad– o un “revoltoso” que se queja y exige sus derechos (si no produces, no le sirves al sistema, o sea a la sociedad capitalista).
Miralles es un empleado de confianza y “amigo” de Blanco desde la infancia, que enfrenta un problema familiar que perjudica su productividad laboral y es castigado con el despido y puesto como ejemplo de lo que no se debe hacer si se quiere conservar el empleo. Mientras que José, otro empleado que lleva años en la empresa, es despedido por recorte de personal, pero a diferencia de Miralles, monta un campamento a la entrada de Básculas Blanco para exigir sus derechos y readmisión. Ante esta situación que pone en riesgo el premio que está por recibir la empresa, Blanco decide ofrecerle el doble de indemnización, pero José no le vende su dignidad y se queda acampando, a veces con sus hijos y a veces solo, como forma de protesta, aunque ninguno de sus compañeros lo apoya.
Paralelamente aparece en casa de Blanco otro empleado particular cuyo hijo se droga, no estudia ni trabaja y se dedica a delinquir y molestar a los migrantes, acto por el que va a la comisaría, pero sale pronto gracias a las influencias que el empresario también allí tiene. Este favor es crucial porque León de Aranoa representa en el muchacho a la clase social más baja: el lumpenproletariado. Es decir, el menos favorecido económica y socialmente; el que no tiene conciencia de dónde está parado ni de cuál es su rol social, y que después sirve como instrumento de la violencia estructural.
El rol de las mujeres en el ámbito laboral
Durante las primeras escenas de la cinta, el director nos deja ver que el padre bueno de la empresa tiene una debilidad. Desde la mirada fija en este punto desconozco si la intención de la cinta es visibilizar las vicisitudes que afrontamos las mujeres en los centros laborales, o si solo fue accidental de lo normalizadas que están esas conductas.
Resulta que Blanco gusta de involucrarse con jovencitas que ocupan el último eslabón en la empresa: las becarias. Y hay que decirlo, el puesto de becaria/o es el más jodido cuando se inicia en el mundo laboral, porque vamos empezando y hay que ganarse un lugar en la empresa (suspiro largo). Y “El buen patrón” hace gala de esa conducta meritocrática desde la escena donde Liliana, una joven recién llegada que busca incorporarse al departamento de marketing, sube con sus otras compañeras a una bascula y el jefe empieza a “bromear” con ellas haciendo alusión a que son de su propiedad porque trabajan para él. Esta escena nos juega en la cabeza con una imagen de animalitos dentro de un corral ya sea para su venta o para consumo carnívoro y esto último es lo que ocurre: el lobo se termina comiendo a las ovejas. Pero Liliana es astuta y logra darle la vuelta, cosa que no ocurre jamás en la vida real, a menos que seas una mujer con privilegios como Liliana, que resultó ser la hija de otro empresario, amigo de Blanco y su familia.
Es de llamar la atención que el director en la mayoría de sus cintas, habla desde el lugar de las masculinidades y, si bien nos deja ver las problemáticas sociales y emocionales de estos, las mujeres son personajes a penas secundarios siempre. Pero en esta que es hasta ahora su última obra, nos permite palpar la vulnerabilidad, pero también la fortaleza de los personajes femeninos.
Básculas Blanco en el contexto mexicano
En México se vive un problema que se ha tenido que visibilizar a punta de propuestas de reformas, y esa es la precariedad laboral. La mayoría hemos tenido o conocemos a un jefe como Blanco, que encarna muy bien a El Príncipe de Maquiavelo, quien para gobernar tiene una receta clara de la que sólo daré algunos puntos para entender a grandes rasgos cómo funciona la mayoría de las veces en cargos de mando y gobernanza, como en el caso de El buen patrón:
- La política no tiene relación con la moral. (O sea que el patrón jamás verá la maldad en sus actos, porque todo en cuanto ejecute será a favor de su propia causa)
Las minorías no tienen sitio cuando la mayoría tiene donde apoyarse. (Le fue relativamente fácil deshacerse de un empleado consciente porque los demás estaban ensimismados con los discursos de Blanco) - El que engaña encontrará siempre quien se deja engañar (Julio Blanco lo hizo con todos sus empleados y hasta con su familia).
- El vulgo se deja seducir siempre por la apariencia y el éxito. (Cuando Fortuna va a pedirle el favor de sacar a su hijo de la comisaría, le pide a Blanco que hale con su hijo porque “él sí impone respeto”)
Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen. - La mejor fortaleza que un príncipe puede poseer es el afecto de su gente. (Por un lado, les enseña con el despido de Miralles cuál es el castigo por desobedecer, pero como siempre se muestra simpático, ninguno de sus empleados nota que en realidad le temen, así que él es un jefe querido en apariencia).
- La promesa dada fue una necesidad del pasado; la palabra rota es una necesidad del presente. (El despido injustificado de José sin el cumplimiento del contrato laboral es el mejor ejemplo)
- Cuando veas al servidor pensar más en sus propios intereses que en los tuyos, y que interiormente busca sus propios beneficios en todas las cosas, ese hombre nunca será un buen sirviente, ni jamás podrás confiar en él. (José es el claro ejemplo)
- El fin justifica los medios. (Todos los actos de Julio Blanco son perdonados porque existe una finalidad que beneficia a la gran familia: el premio de excelencia nacional a la que está nominada la empresa)
Ahora bien, por precariedad laboral entendemos una situación en donde las condiciones de trabajo son inestables, inseguras, incumplidas y con un salario que no se corresponde con las actividades a realizar, por ejemplo:
• La falta de seguridad social
• Condiciones de trabajo insalubres
• Salarios que no cubren las necesidades básicas del personal
• inexistencia de un contrato
• Falta de derechos o beneficios laborales
• Incertidumbre en la vida diaria por falta de expectativas a largo plazo en el trabajo.
• Aunado a estas características, sumamos el acoso y el hostigamiento.
Así es, el trabajo informal es un trabajo precarizado y el resultado de tener trabajos precarios tiene un impacto negativo en la salud, no es de extrañarse que los índices de enfermedades como la diabetes, el estrés, la depresión, la hipertensión y problemas cardiovasculares ocupen los primeros lugares en México.
De acuerdo con los datos de Oxfam México la Informalidad Laboral provoca desigualdad: el salario promedio mensual en un empleo formal es de $13,011.20, mientras que en la informalidad se reduce a $6,924.50, suficiente apenas para 1.5 canastas básicas.
Además, la brecha de género es notable: un hombre en empleo formal gana $13,673.00, mientras que una mujer en empleo informal apenas llega a $5,727.00.
Al primer trimestre de 2024, el 54.3 % de la población ocupada se encuentra en un empleo informal y, por complemento, el 45.7 % de la población ocupada se encuentra en un empleo formal.
Y ustedes, ¿en qué situación laboral se encuentran?
Cuadro 1: “El laberinto de la informalidad. Mercado laboral ¿Cómo vamos?”, Oxfam México 2024
Bibliografía:
Maquiavelo, N. (2014). El príncipe (1.ª ed.)
Santillana Andraca, Arturo. (2005). El poder y sus expresiones. Andamios, 1(2), 227-239. Recuperado en 19 de noviembre de 2024, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-00632005000300010&lng=es&tlng=es
Oxfam México (2024) “El laberinto de la informalidad”, consultad en línea el 20 de noviembre de 2024 en https://mexicocomovamos.mx/el-laberinto-de-la-informalidad/?fbclid=IwY2xjawGsUNpleHRuA2FlbQIxMAABHbAX5vgDrJjqnD1yRfyHNbBmgr5jQLGY7rhr4DcTg1wbuZRgxaZiWE72fA_aem_jOoTIUt9lfkabkDu8iEm1w