Retóricas del dolor: el exceso de imágenes y la crisis del mirar moderno

Imagen de Enrique Metinides

Por Xicotencatl Servin

Cada persona que muere

Es un pedazo del mundo que muere

Sebastiáo Salgado

Hemos presenciado en los últimos meses noticias terribles enfocadas en la crueldad y la miseria humana. Casos como los de Ingrid Escamilla o la pequeña Fátima son muestra de la degradación social que vive nuestro país. Degradación que nos está consumiendo. Pero, sobre todo, tiene que ver con la exacerbación tanto de un sistema de misoginia y machismo que oscurece nuestro entorno, como de la expresión de la violencia histórica que han sufrido a lo largo de tanto tiempo las mujeres.

Sin embardo, algo todavía aún más lamentable fue la ola de morbo que surgió en torno a las imágenes propagadas por algunos medios periodísticos y por usuarios de los medios digitales.Leer más

La Lleca, 15 años tejiendo rebeldía desde el performances continuo

Por Enpoli

La realidad es innegable aunque intente ser borrada tras esas paredes enormes, grises, frías que junto al silencio cómplice construyen la indiferencia. Cada martes, jueves, sábado y domingo, las filas, los puestos, las bolsas repletas de comida nos recuerdan que dentro hay personas vivas. Gente que no habrá de reformarse si las prácticas de poder que se ejercen sobre sus cuerpos, que los laceran, los violentan, los vulneran, no se transforman, puesto que los dispositivos de control y reinserción llevan años, siglos incluso, convertidos en empresas de marginación donde el miedo y la humillación están latentes. Es por eso, que el proyecto La Lleca representa una estrategia legítima para desrelacionar la opresión y el encierro.

La Lleca Colectiva lleva quince años de actividades continuas de trabajo al interior de los penales. Desde el 2004, quienes conforman la colectiva están convencidxs de la necesidad de entrar a las cárceles “para ver desde dentro las lagunas y exclusiones en las narrativas popular y oficial sobre la delincuencia, la inseguridad y las personas peligrosas”. No obstante, observar no es el fin último, sino el inicio de un trabajo profundo con los internos, que ha implicado el desarrollo de procesos tanto personales como sociales a través de la práctica del performance y el trabajo sobre el propio cuerpo. Nos movemos, dicen de sí mismxs, en la frontera de la institución arte, saliendo y entrando, usando la porosidad y las grietas de los dispositivos, estatales y privados, de control y encierro de saberes, de la imaginación y de la creatividad radicales. Se trata, entonces, de un esfuerzo de acompañamiento donde se pone el cuerpo, se reconoce y se deseduca de la violencia trabajando la autoestima en una apuesta por el trato humano en un contexto donde la deshumanización es la constante que atraviesa aquellos cuerpos.Leer más

El salario de los jueces: Una cuestión en torno a la justicia

Por Moisés Flores Pacheco

Una de las políticas de la actual administración del Poder Ejecutivo, ha sido la austeridad, empezando por los sueldos y salarios de los funcionarios públicos. El presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a calificar de “ofensivos” los salarios de altos funcionarios, particularmente, en el Poder Judicial. El tema ha sido analizado desde el punto de vista político y jurídico, sin embargo, el propósito que ahora nos ocupa es hacer una disertación ética, porque, personalmente, sostengo que el tema debe ser una reflexión sobre la justicia, pues el conflicto ha surgido por un entendimiento diferente sobre tal concepto.Leer más

Para eso me contrataron !y se chingan! Entrevista a un ex miembro del Primer Batallón de Fusileros Paracaidistas

Por Rogelio Dueñas

¡ ¡ ¡ ¡ ¡quién ¡ ¡ ¡ ¡ ¡trajo¡ ¡ ¡ ¡ ¡esos¡ ¡ ¡ ¡ ¡buitres¡¡ ¡ ¡ ¡
uniformados ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! que pasan
desfilando sobre el cuerpo / ¿ooooohooooo! /
trrrrrrrr-rracatraco la metralla y
sale aire en vez de sangre

José Vicente Anaya

NOTA INTRODUCTORIA

En México, durante la segunda mitad del siglo XX, quedó manifiesto que la represión y tortura son prácticas predilectas de la élite política, pues estuvo provista de innumerables casos en donde los gobernantes se valieron de los cuerpos coercitivos del Estado para sofocar la disidencia social y así mantener intactos sus privilegios. Como ejemplos tenemos el caso del movimiento social de 1968 que desembocó en la negra jornada del 2 de octubre en Tlatelolco o la infame guerra sucia de los años 70’s; pruebas fehacientes de que el sistema “democrático” mexicano sólo sabe abrirse paso a bayoneta calada. Quienes sobrevivieron a estos y otros episodios represivos han dado a conocer sus testimonios. Es gracias a ellos que hoy en día contamos con versiones de los hechos más fidedignas, las cuales distan mucho de las enturbiadas versiones oficiales.

El presente testimonio pretende contribuir a la serie de evidencias que han ayudado a develar los detalles que la oligarquía mexicana ha querido mantener bajo el agua. Sólo que en esta ocasión a quien se le ha cedido la palabra no es una víctima, sino un exsoldado; su nombre, José, quien, por obvias razones, me ha solicitado omitir sus apellidos. A su vez, la presente entrevista busca generar reflexiones en torno al verdadero papel que desempeñan policías y militares, pues a pesar de que son bien conocidas las prácticas inhumanas a las que se circunscriben, así como los intereses que protegen, aún hay quien se atreve a decir que “no merecen el odio del pueblo pues también son trabajadores”. Nada más alejado de la realidad, pues no olvidemos que pertenecen a una superestructura jurídico-política encargada de concentrar la brecha entre ricos y pobres.    

Es indispensable señalar que, si bien José participó en decenas de escaladas represivas, el presente testimonio se reduce sólo a los hechos que el entrevistado consideró de mayor relevancia histórica.     Leer más

Ausencias y hoyos negros. El cuerpo de Arturo G.

Por Gregorio Spam[1]

Para llegar a la Fiscalía de la ciudad de Querétaro se pueden caminar alrededor de 20 minutos algunas cuadras de subida desde la Terminal de camiones o bien tomar un taxi o uber que en menos de cinco minutos te llevará al lugar. Los taxistas recomiendan que uno camine porque les parece un trecho demasiado corto como para cobrar 50 pesos, además sólo los dejan pasar hasta cierto punto del estacionamiento. Esto únicamente puede saberlo alguien como el tío L, un hombre de alrededor de 60 años que ha invertido muchos fines de semana, durante alrededor de 7 años, para viajar desde la Ciudad de México a Querétaro por respuestas sobre su hermano desaparecido.

En nuestro país, se suman hasta este año más de 40 mil desaparecidos, cifra ineludible que nos recuerda que buscar a una persona desaparecida en México se ha vuelto una realidad normalizada, una especie de retorcida práctica que ha tocado, de una u otra forma, a la mayoría de las familias.Leer más

La crítica social como denuncia; su efecto destructivo y constructivo

Imagen tomada de Mexicanos sin Fronteras 

Por Irving Garnelo Pérez[1]

garneloperezirving@yahoo.com.mx 

El presente artículo tiene la intención de exponer la necesidad que la realidad nos exige de sobrepasar la crítica, esa que se puede interpretar como crítica social, pues en cierta medida se ejecuta para hacer una demanda que puede llegar a tener un motivo legítimo. Si bien en el ámbito del periodismo se han hecho una serie de críticas referentes a todos los cambios que se suscitan por la administración de uno o varios partidos políticos, lo cierto es que pareciera que se sigue una tendencia ―que con el anterior sexenio era necesaria― que resulta ser una crítica social que pone de manifiesto los efectos caóticos y violentos de la impunidad y la injusticia.

En el gobierno del sexenio anterior no solo no se tuvo la capacidad administrativa de resolver varios conflictos generados por la corrupción, sino que en todo caso se resaltó una alianza entre grupos criminales y funcionarios corruptos que eran y son parte del gobierno del PRI. Frente a ello surgieron varias críticas, algunas para señalar a funcionarios corrompidos, otras para resaltar a aquellas minorías que han sido afectadas por las nulas políticas del Estado mexicano, otras para subrayar errores que se tenían al momento de procesar una ley o reforma, y otras para ser la voz de los grupos sociales oprimidos y violentados tanto por grupos delictivos como por las mimas autoridades.

En esos años, tales críticas en el ámbito del periodismo, pero también en otros, se formularon buscando, principalmente, ser una denuncia de las consecuencias dadas por la nula injerencia o por formulaciones de acciones políticas deficientes o bien de un sistema capitalista neoliberal que se señalaba y se sigue señalando como el generador de pobreza, desigualdad, violencia y una desmoralización en la sociedad. Todas esas críticas  aluden a que son denuncias sociales que se dan en los medios de comunicación, las cuales principalmente se formulan para poderlas compartir con el público que son grupos (mayoritarios o minoritarios según sea el caso) de la sociedad civil.Leer más

De pasajes y paseos comerciales, políticas públicas e intenciones subyacentes

Foto tomada de: Diario octubre

Por Ximena Cobos Cruz 

Estos meses de júbilo, descontento, incertidumbre, críticas prematuras y algunas acertadas es necesario hacer ejercicios profundos de memoria, no sólo pensando en que la memoria histórica es una de las grandes ventajas de los pueblos para no repetir errores y construir hacia el futuro. En ese sentido, hacer consciencia de las calles que transitamos en lo cotidiano, reparar en cómo las habitamos, mirarnos en ellas en perspectiva es reconocer o no cambios en las prácticas sociales de uso del espacio, lo cual sirve mucho en el análisis y crítica tanto de políticas como de acciones gubernamentales.

El Centro Histórico de la Ciudad de México es un espacio que guarda un simbolismo ligado a la identidad nacional por su naturaleza arquitectónica, la cual “reúne los testimonios de seis siglos (del XV al XX) de historia”[1], además de que en él convergen la presencia de tres Méxicos: el prehispánico, el colonial y el independiente[2] Esa huella histórica facilita la consolidación de discursos oficiales que promueven una idea de mito fundacional en dicho espacio y que extienden su valor mediante la protección de sus edificios, pretendiendo resguardar la memoria viva de la construcción de la nación, baste conocer que “de los 4200 edificios del centro, más de la tercera parte están catalogados como monumento histórico”[3]. Aunado a esto, su centralidad, como punto de partida del trazo de la ciudad, le suma importancia y lo convierte en el único centro de referencia a nivel social y político[4]. En ese sentido, como lo explica Monnet[5], al transformar el mito en discurso de propaganda y arrojarlo al campo de la lucha social se puede conseguir que sea un instrumento de movilización, por lo que, de acuerdo con Soltero, la razón de finalizar marchas o campañas en el Zócalo está en capitalizar su valor simbólico[6].

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A propósito de Venezuela

Por Stephanie Tania Fernández Ojeda

Filóloga y estudiante de Derecho.

stfo10@gmail.com 

 

En la serie de Netflix Salvados, el reportero Jordi Évole realiza dos entrevistas al expresidente de Uruguay, José Mujica, en una de ellas —y sólo para parafrasearlo— menciona que cada vez que la comunidad internacional pretende “salvar” o “ayudar” a un país que tiene una forma de gobierno dictatorial o lo que ellos creen que es dictatorial o abusivo, las cosas empeoran.Leer más