Por Elive Peña
El cielo en la ciudad se impone completamente abierto y de un celeste intenso que solo se logra los meses al final de la primavera y comienzos del verano. No hay ninguna nube, tan libre, inmenso y eterno. Mi mente a veces se encuentra así de libre. Sin embargo un cielo como éste solo es posible con el suficiente viento. Tantísimo, que se lleva todas las nubes y nos regala este azul y ¿por qué hay tanto viento todo los días? Es el calor, la tierra está caliente, caliente, caliente. El viento sopla en un intento por enfriarla ¿cómo dejamos que esto pasara? ¿Por qué hemos llevado este mundo a tal sufrimiento? El sufrimiento no es más que nuestro.
Me parece increíble las palabras que brotan en mi oído, el sonido de esa voz ¿Hace cuánto que el viento comenzó? Nadie está seguro ahora, sé que hace mucho no puedo ver un cielo como esos. El gris en la bóveda es bastante aburrido ¿Qué hago cuando estoy aburrida? Debería dejar de pensar en eso, el trabajo ha sido demasiado monótono, al menos hasta que topé con este archivo. Más tarde debo revisar la vegetación y mi pequeño felino ¿dónde habré dejado sus bocadillos?
El pasado a veces es muy pesado de cargar, necesito tomarme un tiempo para no pensar más en el trabajo. Es bueno si le escribo a Ilva para nadar en la sección 14 en unas horas. El líquido apacigua el torbellino de pensamientos y la ansiedad por las tareas pendientes, me permite fluir hacia lugares que necesito.
¿Con qué soñaba esa voz en el reproductor? ¿Cómo se veía a través de sus ojos? ¿Qué Leer más