Por Miguel García
Empezar a decir versos es entrar en una danza verbal
Paul Valéry
«Danza» y la poética onírica de Jaime Torres Bodet
Llama
que por morir más pronto se levanta,
flotas entre las brasas de la danza.
Y te arranca de ti,
al principiar, un salto tan esbelto
que el sitio en que bailabas
se queda sin atmósfera.
Así el pedazo negro de la noche
en que pasó un lucero.
Pero de pronto vuelves
del torbellino de las formas
a la inmovilidad que te acechaba
y ocupas,
como un vestido exacto,
el hueco
de tu propia figura.
Pareces una cosa
caída en el espejo de un recuerdo:
te bisela
el declive del tiempo.
Un minuto después, estás desnuda…
La brisa
te peina el ondulante movimiento
y, a cada nueva línea
que las flautas dibujaban en la música,
obedece una línea de tu cuerpo.
¡No resonéis ahora,
címbalos, que la danza es como el sueño!
«Danza» apareció incluido en el libro Destierro en 1930 —aunque ya había sido antologado por Jorge Cuesta en su Antología de la poesía mexicana moderna en 1928, e incluso publicado antes, en El Universal Ilustrado del 10 de febrero de 1927, mismo año de publicación de Margarita de niebla, su primera novela—. Rubio Pacho señala que el libro es «decididamente vanguardista […] a través de imágenes surrealistas y del verso libre, trazó una imagen mecanicista y desolada del mundo». Quizás nuestro poema llegue a ser un intento por huir, mediante la danza (sensibilidad, ritmo), de ese mundo mecánico. James Swan sostiene que en la obra de JTBLeer más→