Por Mario César Campuzano Perales[1]
Se ha llamado sociedad del conocimiento a aquel modelo de sociedad cuya economía está basada en el conocimiento, es decir, donde la producción de la riqueza tiene como base el trabajo intelectual altamente calificado antes que el trabajo manual de baja o mediana calificación. Bajo este esquema, los sistemas más productivos son aquellos que descansan en la generación y explotación de conocimiento científico y tecnológico. No obstante, como ha señalado Olivé,[2] este modelo no es adecuado, especialmente si pensamos en el contexto latinoamericano, cuya composición social es multicultural y destaca la participación de una diversidad de pueblos originarios. Debido a esto, sería más apropiado redefinir el modelo y pensarlo de forma plural como sociedad de conocimientos con tres características principales: (1) que los miembros tanto individuales como colectivos puedan apropiarse de los conocimientos disponibles y generados en cualquier parte; (2) que se puedan aprovechar de mejor manera los conocimientos de valor universal producidos históricamente, incluyendo los científicos y tecnológicos, pero también los conocimientos tradicionales y (3) que los miembros de las sociedades puedan generar, por ellos mismos, los conocimientos que hagan falta para comprender mejor sus dificultades —educativas, económicas, de salud, sociales, ambientales, etc.—, para proponer soluciones y realizar acciones que contribuyan a resolverlos efectivamente.[3]
No debemos pasar por alto que el conocimiento derivado de la ciencia y la tecnología no es el único existenteLeer más