El poeta al centro de su poesía

Reseña de El hombre que no se parecía a un caballo de Eriko Stark

Por Diego Medina

 

El hombre que no se parecía a un caballo de Eriko Stark es un poemario inusual, pero necesario para leer la nueva poesía gay. Este poemario se divide en cuatro partes, en la primera de ellas el autor hace una crítica, a la que me sumo, al sistema de becas, premios, estímulos y publicaciones del Estado mexicano. Eriko es claro: en el canon oficial no son todos los que están, ni están todos los que son. Esta crítica, además, tiene un aspecto confesional enternecedor, la frustración por recurrir a pagar por publicar, pero a la vez el compromiso por entregar a sus lectores un trabajo digno de tal esfuerzo son inspiradores. En este aspecto, el libro de Eriko cumple su objetivo.

 

La segunda parte de este poemario, “La conformación de la vida”, consta de una miscelánea de poemas en torno al devenir gay en la Ciudad de México, la vida nocturna, la periferia y los excesos de la comunidad. Con metáforas sencillas, pero concretísimas (y por tanto eficaces), poemas breves, posicionamientos poéticos (versos que son auténticos statements), esta sección, como cada una de las que componen este libro, son un poemario y un concepto en sí mismos. No hay ocio en su escritura, ni desperdicio en su lectura.

 

La tercera sección, que todavía se encuentra dentro de “La conformación de la vida”, es en realidad una sub-sección, pero me parece tan contundente que la he desglosado como una tercera parte. Y es que estos poemas rescatan la memoria de Asunción Izquierdo Albiñana, de quien el poeta dice “Asunción llevó su trabajo a una dimensión mucho más compleja y profunda, renunciando al estilo poético que se aplaudía en escritoras de la época […]”. Ciertamente, la poesía de la mexicana es interesante y esto se nota en los versos de Eriko, quien explora la historia de la autora a través de la poesía. Curiosa manera de poetizar la de Eriko, que al tiempo de “rescatar” a la autora, es el tema de su poemario. Inusual también dentro de la poesía gay, por lo cual considero que este poemario se ha ganado su lugar en nuestra historia literaria cuir.

 

Finalmente, pero no menos importante, la cuarta parte de este poemario titulada “El hombre que no se parecía a un caballo”, hace referencia al cuento de 1915 de Rafael Arévalo Martínez “El hombre que se parece a un caballo”. La comparación más obvia nos obliga a pensar en que mientras en el cuento el objeto de deseo se compara con un caballo por sus rasgos hiper masculinos; en el cuento de Eriko, el objeto de deseo no puede serlo justamente porque es impotente. Por otro lado, mientras el cuento de Arévalo habla de piedras preciosas, típico del modernismo, Eriko nos sumerge en una historia decadente, en la que sus versos retratan un héroe trágico, alguien que sabe perdida su batalla y, aun así, implora por su amor. Mientras que los personajes de Arévalo advierten este final como definitivo y necesario. El hecho de que Eriko subvierta algunos elementos, pero conserve otros se explica por su proyectos escritural, el cual pretende ser confesional, pero —quizá más importante— un testimonio de sus referencias y su sensibilidad estética.

 

El libro, de un tiraje de 300 ejemplares, está editado por Ediciones Ser, es importante mencionar que la pintura de Fabián Chairez La encrucijada ilustra este poemario, gracias a la gestión del propio Eriko. Por último, quisiera hacer una reflexión en cuanto a la visión estética de nuestro autor. Susan Sontage solía decir que desconfiaba de los que decían que alguna obra de arte era “interesante” en vez de decidir si era bella o no, sucede que estoy de acuerdo con Susan Sontage. Antes he dicho que este poemario es inusual y necesario, también creo que es interesante, pero sobre todo creo que tiene una visión estética profunda y bella. Susan Sontage también dijo en alguna ocasión que una posición estética era por sí misma una posición política, que todo proyecto estético pugna en el fondo por un proyecto político, es aquí donde encuentro la importancia de la obra de Eriko, ya que desde su introducción el autor pugna por el reconocimiento de la poesía no oficialista y en sus páginas reivindica aspectos de la literatura que habían permanecido al margen, incluso dentro de la literatura gay.

 

Siempre es difícil calificar un libro, más la poesía que la narrativa, pero en opinión de este humilde opinador esta entrega de Eriko me merece un 4/5.

Y que no haya dudas: este libro debe ser leído.

 

 

 

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