Por Sergio E. Cerecedo
Regine vive lejos de su pueblo natal, donde le atan malos recuerdos, un pasado familiar que incluye infidelidades, maltrato y un hecho perturbador relacionado con la muerte de un hermano. Ha hecho su vida al lado de un novio y todo parece encaminarse bien, hasta que un día, el antiguo amante de su madre llega a buscarla para decirle que su hermano sigue vivo y que debe buscarlo pues ha vuelto buscando venganza, hecho que coincide con la muerte de su abuela y con la última visita a su madre, quien está en un sanatorio mental.
A su regreso se encuentra con un padre perdido en sus pensamientos, que desea enmendar el pasado no encontrando cómo ante su propia tristeza y actos bizarros y extraños. Y ella hallará aún más fragilidad de la que estaba trabajando ante el sentimiento de vacío, persecución y el rechazo hacia la figura de su madre reflejada en ella que puede observar a través del excesivo tradicionalismo de la gente de su pueblo, aunado a sus escasas relaciones sociales llenas de hipocresía y malos entendidos
El modo de Christian Neumann para contar la historia se vale de una narrativa aparentemente lineal con numerosos y cortos flashbacks que saltan a elipsis espaciales donde el tiempo transcurre entre flashbacks y el recorrido emocional de la protagonista, ilustrando desde el montaje la dispersión de su mente. En gran parte esto constituye de sus mayores aciertos, pues mostrarnos una serie de personajes perturbados cada uno a su manera construye un contexto rico sobre el origen del desequilibrio mental de su protagonista y del posible mal que les acecha. Lo malo es que una vez que ese contexto se construye, el misterio de la historia no da para mucho y todo se convierte en una sobreexplotación de estos cuestionamientos sobre qué es real y qué es imaginario, donde el conflicto se agota y se alarga de una manera que ya hemos visto antes en otras películas. Hay mucho pulso narrativo, pero poca sustancia alimentándolo
“Skin Walker” nos trae actuaciones regulares pero perdidas en las intenciones del guion, sí mueven y sí hacen empatía, pero dentro del actuar de los personajes conforme Regine y los otros se acercan a incómodas verdades, entregando momentos poderosos, destacando las miradas perdidas del siempre inquietante Udo Kier y la misma Amber Anderson en un rango que puede ir de la sonrisa tierna al grito sórdido sin sentirse forzado. Pero, finalmente y a pesar del esmero, algunos personajes quedan perdidos en la confusión que genera su carácter experimental. Los elementos de terror ancestral familiar están inclusive mejor cimentados y de una manera menos efectista que en películas como “Hereditary”, pero la anécdota no alcanza para mucho y, al final, como público, la visceralidad a veces es vacía si no se llega a un final coherente o verosímil, como es el caso aquí.
Un brazo fuerte del filme es el apartado estético, el diseño de producción y la elección del vestuario con las indumentarias verdosas e infantiles de Regine contrastando con la franela cuadrada de su rígido padre. Su fotografía y uso del color destacan entre un trabajo cromático bajo de saturación pero alto en intensidad, la selección de locaciones es muy precisa y ayuda a la creación de la atmósfera que conlleva la descomposición mental de la protagonista. Los apartados técnicos cumplen, siendo los recorridos de la mujer por el centro del pueblo imágenes poderosas que el montaje se permite explorar. En contraste, la sonoridad es redundante, la música a momentos está demasiado presente y aunque funciona como atmósfera y transición pertinente entre toma y toma ante los saltos de una locación a otra, por momentos su orquestación se siente demasiado cliché dentro del género.
Esta co-producción entre Luxemburgo y Bélgica nuevamente aporta un buen nivel técnico y una dosis de
experimentación que no siempre está lograda y que tanto puede llamar la atención de quienes gustan de su acabado y estilo, como puede alejar a quienes no logran seguir el hilo de la historia ante ciertos giros predecibles y poco originales que no llegan a buen puerto ante la alta expectativa que genera la manera de crear tensión.