Silvia Fernanda Díaz Cordero | Minificción

Silvia Fernanda Díaz Cordero (Puebla, 2000) Estudiante de artes plásticas, con un interés profundo por la escritura y la plástica, amante de incorporar las letras al trabajo plástico dándole un sentido complementario a la obra, le interesa nutrir su obra mediante escritos de distintos géneros.

 

 

 

 CAMELIA

No recuerdo cuándo fue la última vez que pude sentir algo verdadero, pleno y sustancioso, el sol acariciándome sutilmente, casi como un abrazo divino y celestial.

Mis recuerdos se limitan a aquella ventana grande y empolvada, en dónde el mundo solía resumirse en una sola imagen, un par de árboles verdes y frondosos, el cielo tan dinámico siempre en movimiento compartiendo el espacio con el sol, la luna, las nubes, pájaros, aviones, papalotes, jamás me aburrí. Un espacio en el que existía en ese rincón del universo, el regalo fue cada una de esas maravillas, nunca pude dejar de sentir admiración por los recursos básicos que me alimentaban, no necesité más y a pesar de mi corta existencia, tuve la oportunidad de dejar una huella en este mundo, las semillas para un futuro mejor.

(Memorias y recuerdos de una flor seca)

 

EDO MEX

Considero que la voracidad de este territorio recae en su condensación monumental, la desvalorización del estado es evidente, es la nodriza que nutre y abraza a la gran ciudad, la relación tan estrecha que guardan es un secreto a voces. La población flotante se vuelve fantasma al pisar la frontera de la caprichosa capital, dejan de existir sólo para convertirse en herramientas funcionales. Los traslados extensos proliferan, los caminos se ahogan, los transportes se desbordan. El precio por pisar la capital es excesivamente caro, es un sacrificio que al final del día rinde frutos de manera decadente, no es costeable, es un engaño.

 

CDMX

Susurros continuos, voces difuminadas, multitudes vivientes. La gente se mimetiza constantemente, la dinámica silenciosa rinde culto a una lucidez natural que forma parte del imaginario colectivo mexicano. En sincronía con el estrecho espacio, se habitan dualidades que vibran en conjunto,  generando una atmósfera plural. La proliferación de personas produce un efecto inverso al fase virgen del estado social, en el cual nuestra individualidad y nuestra independencia es nula, en la ciudad sólo somos un efecto secundario.

 

 

 

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