Poesía colectiva: después de leer a Mercedes Durand

Por Priscila, Diana, Danae, Ixchel, Sami, Cecilia, Nat y Ximena

 

Mar del tiempo

Respirar el viento que los espíritus soplan,

llenarse de mar como una caja vacía

que se arma y se desarma con el viento

mientras vuelan y crujen las hojas del jardín de mi abuela

todas las verdades me son reveladas.

Desde mi mano al viento, suelto las sombras

que se escurren como queriendo dejar de ser,

se transforman en el sonido de la oscuridad.

Y las palpitaciones del tiempo y los escondites del alma

surcarán mis heridas en eternas aguas que reflejan rostros cubiertos

donde Narciso rompió su mirada y la A de antes le teme al reflejo de Ahora.

Se ha descubierto toda, se halló en medio de sí

en la oscuridad de la noche

en el invierno de sus días…

La rosa, palo desnudo, quedó quieta mirando el horizonte

se abrió a la sorpresa, al destello,

al vaivén de las aguas del mar.

La maga alzó la voz y levantó la cortina de estrellas,

trajo la vida en resolana

en lluvia a mediodía

empapándonos los sueños caídos de medianoche.

Las gotas sobre el rostro, la oscuridad diamantada,

el crepúsculo de la animadversión me embarga,

lágrimas brotan de mis ojos, me hacen sentir que sigo aquí,

que he respirado todos los alientos del campo,

sentido el rocío de la mejorana, la brisa marina de la nostalgia,

nada necesito, sólo nuestra respiración,

un alarido que nos llene la boca,

un suspiro que expanda y pause el latido en un infinito, 

que nos envuelva en el silencio y nos guarde en el tiempo 

que solamente es nuestro.

 

 

 

Publicado en Obras literarias y etiquetado , , .

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *