Por Aldo Saúl Uribe Nuñez[1]
La verdad se esconde en los sentimientos de las personas
que se sienten oprimidas y no son capaces de expresarse
Wilhelm Reich
La sexualidad, una de las dimensiones humanas más complejas e interesantes, varía de acuerdo con la cultura y el contexto sociohistórico en que se piense. Este campo de estudio ha sido objeto de diferentes disciplinas, tanto médicas como sociales, que han permitido definirla a partir de marcos teóricos-epistemológicos distintos, logrando comprender sus dispositivos y prácticas a lo largo de la historia de la humanidad.
Si bien históricamente se ha pensado a la sexualidad como una actividad puramente biológica, postura influenciada por la biología y la medicina, esta dimensión humana ha sido objeto de influencias y discursos por parte de grupos religiosos que la precedieron. Religiones como el judaísmo o el cristianismo tuvieron un amplio dominio en las formas en las que se pensaba y experimentaba la sexualidad en las personas, en los grupos sociales y en sus instituciones.
Lo anterior, nos lleva a recapacitar sobre la influencia de las condiciones culturales, sociales, históricas, económicas y políticas sobre la sexualidad humana y cómo estas fuerzas determinan la manera en la que cada persona y la sociedad en su conjunto, la experimentan. Ivonne Szasz, investigadora del Colegio de México, ha hecho un gran trabajo al documentar la sexualidad como un objeto de estudio. Por ejemplo, refiere que el estudio de la sexualidad en las ciencias sociales apareció a finales del siglo XIX, siendo considerada como un campo de estudio de disciplinas como la psicología, la pedagogía, la psiquiatría o la sexología, todas éstas con discursos basados en la biología y la medicina, y que clasificaban aquello que era parte de lo “normal” y lo “anormal” (Szasz, 2004).
Es innegable que el ser humano tiene funciones que permiten la supervivencia de la especie. Actividades como comer, dormir, el cuidado de uno mismo y de los demás y la reproducción, son actividades biológicas, transmitidas genéticamente, pero que no por eso pueden ser separadas de la cultura. Para Solano (2001) lo que diferencia a los seres humanos de otras especies animales es que la cultura y lo social toman un papel elemental, ya que lo que en un inicio se observaría como comportamientos meramente biológicos, se transforman en un medio se expresión social y cultural.
Algunas consideraciones sobre la sexualidad humana
Generalmente, cuando se piensa en la sexualidad, las personas tienden a ligar esta palabra con el sexo, es decir, con el acto de poner los propios órganos genitales con los de otra persona. El sexo no solo conlleva una expresión física, sino también, confluyen en su construcción prácticas sociales, políticas o culturales. ¿Y qué decir de la sexualidad y la expresión sexual de cada persona?, éstas son dimensiones profundas de la personalidad total del sujeto y son la suma de sus sentimientos, sus percepciones, sus conductas, sus valores y sus comportamientos.
En ese sentido, Izquierdo (2000) señala que una mirada integral de la sexualidad es aquella que incorpora cuatro dimensiones del individuo: la corporalidad, la afectividad, la racionalidad y la espiritualidad. Entonces, el comportamiento sexual y la sexualidad se tratan de actividades libres, establecidas por los sentimientos, las visiones y las decisiones de cada persona.
El médico neurólogo Sigmund Freud, padre del psicoanálisis y una de las figuras intelectuales más importantes en la cultura occidental, logró revolucionar el campo de la sexualidad humana. Fue por medio de sus trabajos sobre la sexualidad infantil que consiguió cambiar el paradigma y las ideas que imperaban en las sociedades europeas sobre la sexualidad. Este pensador, en Esquema del psicoanálisis y otros escritos de doctrina psicoanalítica, nos dice que
a) La sexualidad no comienza solo en la pubertad, sino que se inicia con evidentes manifestaciones poco después del nacimiento; b) es necesario establecer una neta distinción entre los conceptos de lo sexual y lo genital. El primero es un concepto más amplio y comprende muchas actividades que no guardan relación alguna con los órganos genitales; c) la vida sexual abarca la función de obtener placer en zonas del cuerpo, una función que ulteriormente es puesta al servicio de la procreación, pero a menudo las dos funciones no llegan a coincidir íntegramente (Freud, 1983: 115).
Entonces, la sexualidad humana va más allá de las reacciones genitales de una persona, la sexualidad abarca las formas en las que las personas se interrelacionan tanto con uno mismo como con los demás, se visten, se mueven, trabajan, etc. El Consejo de Información y Educación Sexuales de los Estados Unidos, organismo conformado por estudiosos de la sexualidad, puntualiza que durante toda la vida de la persona las condiciones fisiológicas, sociales, emocionales y culturales condicionan a la sexualidad por vías importantes y sumamente complejas (SIECUS, 1971).
Al hablar sobre sexualidad, nos indica Mock (2005), estamos hablando de un concepto amplio y sumamente difícil de definir, en donde se incluyen aspectos biológicos, físicos, psicológicos, sociales, culturales y espirituales, o sea, una dimensión de la personalidad de cada persona y no únicamente como la capacidad de respuesta erótica y/o la actividad erótica-sexual que tengamos a lo largo de nuestra vida.
Retomando esta idea, es evidente que las ciencias humanas y las ciencias sociales tienen una aportación enriquecedora en el estudio de la sexualidad humana porque se ocupan no del sexo como un fenómeno biológico-médico, sino del conjunto de prácticas sociales, de costumbres, de valores, de imaginarios sociales, etc., en torno a la sexualidad y el sexo como actividades humanas. Por ejemplo, la sociología de la sexualidad toma el sexo como un objeto de estudio, es decir, el sexo como un conjunto de actividades que tienen cabida en un contexto sociohistórico y sociocultural específico y posee sus propios espacios de expresión (Guasch, 1993).
El filósofo, psicólogo y teórico social francés Michel Foucault, en los diferentes tomos de Historia de la Sexualidad, hace un repaso sobre cómo la sexualidad, lejos de ser un campo del saber y práctico inmutable, es un conjunto de prácticas sociales en donde convergen relaciones de poder, definidas a partir del devenir histórico y cultural de una sociedad específica. De esta forma, la sexualidad es definida y estudiada de la mano de disciplinas humanas y científicas que la posicionan como un saber delimitado y un objeto discursivo (Foucault, 1978).
Estas breves consideraciones sobre la sexualidad humana nos muestran que la sexualidad no es estática ni homogénea, sino que es multifactorial y pluridimensional, determinada histórica y culturalmente, y una de las áreas y dimensiones humanas más maravillosas e interesantes que nos dota de un estilo de vida, una personalidad, una forma de hacer frente al mundo y a la realidad, en pocas palabras, un área integral de la vida humana.
Wilhelm Reich: revolucionando el estudio de la sexualidad
Anteriormente examinamos que tanto el sexo como la sexualidad no pueden pasar indiferentes a la cultura: su composición está fijada a factores sociohistóricos y socioculturales en una determinada comunidad o sociedad. ¿Qué representó, entonces, el trabajo de Reich en el estudio de la sexualidad? Este importante teórico de la sexualidad abrió un camino esencial para entender a la sexualidad humana desde un enfoque político y cultural.
Wilhelm Reich nació el 24 de marzo de 1897 en Dobrzanica, Galitzia, Imperio Austro-Húngaro y murió el 3 de noviembre de 1957 en Lewisburg, Pensilvania, EE. UU. Médico psiquiatra, psicoanalista y sexólogo de origen judío, nacionalizado estadounidense. Reich es una de las figuras más importantes en la sexología y el psicoanálisis por sus aportaciones en el estudio de la sexualidad humana y en la teoría psicoanalítica. Destacó principalmente por sus compromisos en favor de la liberación sexual y sus investigaciones sobre la “energía de orgón”.
Fue un pensador que, por medio de sus trabajos, intentó hacer una síntesis entre el marxismo y el psicoanálisis, lo que lo llevó a independizarse del psicoanálisis institucional, ya que para él el factor social era el responsable de la neurosis. Además, fue miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Viena hasta 1933, distanciándose de su maestro Sigmund Freud por sus ideas controversiales.
Escribe libros de gran envergadura para la psicología, el psicoanálisis, la psiquiatría, la filosofía y la sexología como La función del orgasmo: sobre psicopatología y la sociología de la vida sexual (1927), La lucha sexual de los jóvenes (1932), Psicología de masas del fascismo (1933) Materialismo Dialéctico y Psicoanálisis (1934) La función del orgasmo: El descubrimiento del Orgón y problemas económico sexuales de la energía biológica (1942), entre otras obras con grandes aportaciones para la compresión del materialismo dialectico, la lucha de clases y las consecuencias de la represión en la sexualidad y la vida.
Si bien Reich ha sido para algunos uno de los estudiosos e intelectuales de la sexualidad más brillantes y revolucionarios del siglo xx, para otros sus ideas y teorías constituyen delirios (hablando en términos psiquiátricos) que se alejan totalmente de la realidad y del estudio de la sexualidad. Este artículo de divulgación no pretende manchar su legado intelectual, empero, se procura destacar sus aportaciones en la sexología y la sexualidad, principalmente sus contribuciones en el análisis de la sexualidad desde una visión sociopolítica y sociocultural.
Así pues, uno de los proyectos más emblemáticos de Reich fue la fundación de la Asociación para una Política Sexual Proletaria (SEXPOL) en donde este teórico integra todas sus preocupaciones e intereses: desde añadir los descubrimientos de Freud a la praxis revolucionaria y lograr que las clases históricamente dominadas luchen por su emancipación económica y política, hasta comenzar a introducir nuevas miras de investigación social y natural en la sexualidad humana y su liberación. Logra contar con más de 20,000 miembros y expandirla en toda Alemania, lo que traería disputas con el Partido Comunista Alemán.
Los trabajos de Reich, pues, lograron vincular al psicoanálisis con el marxismo y vislumbrar las consecuencias de la represión sexual en las personas. Este teórico innovador afirmaba que la liberación sexual está relacionada con la libertad política, ya que el Estado, junto con sus aparatos de represión y sus clases dominantes, han contenido y ocultado históricamente a la sexualidad humana. Si las personas logran sacudirse el yugo del poder y el autoritarismo, su carácter se modificaría, para así, poder alcanzar la liberación sexual (Reich, 2003).
Jorge Veraza Urtuzuástegui, profesor de psicología social en la UAM–Iztapalapa, hace un recuento de los aportes científicos y políticos de este pensador, en donde destacan: haber examinado los mecanismos psicológicos que permiten manipular la conciencia de los seres humanos a favor de una causa política determinada contraria a sus intereses económicos, donde por primera vez se entrelazaron la economía, la política y la psicología social, por medio del psicoanálisis, la sociología y el materialismo dialéctico, superando la labor que al respecto habían hecho con anterioridad teóricos como Max Weber o Émile Durkheim (Veraza, 2008).
De igual manera, Veraza (2008) describe que Reich visibilizó que para desarrollar la psicología social como ciencia, era necesario determinar la base social, la cual requiere ser explicada psicosocialmente porque otras disciplinas científicas no podían hacerlo. Esto solo puede ser hecho a través de un análisis histórico materialista de las clases y sujetos sociales en general y de sus intereses económicos y políticos, así como de sus correspondientes ideologías.
Falcón (2007) menciona que Reich es uno de los pioneros que critica de igual manera tanto al sistema político-económico del nazismo como al stalinismo, abogando que el nazismo era, como ya lo sabemos, racista a través de la desvaría de una “pureza asexual”, en tanto que su crítica al sistema stalinista se basaba en que no abolían a la moral sexual tradicional —punto importante para poder generar “al hombre nuevo” y un objetivo de la revolución bolchevique— y por ende, sin abolirla, no es posible liberar toda la potencia biológica y sexual de las personas.
La misma autora nos indica que Reich observaba que los sujetos continúan ligados al modelo familiar autoritario, el cual ha sido el contexto en donde se ha producido el proceso de subjetivación y la formación de la identidad del individuo. Así, “la represión milenaria de la sexualidad, mucho más antigua que la represión del capitalismo como forma política, culmina en la producción de una coraza caracterológica que, tanto en el plano muscular, como en la vida emocional y social, impide la descarga orgásmica” (Falcon, 2007).
Jean-Marie Brohm, sociólogo, antropólogo y filósofo francés, alude que existen problemas contemporáneos de la sexualidad que nacen en el terreno de las sociedades capitalistas. Con esto no quiere decir que únicamente estos problemas se den en las sociedades con sistemas políticos-sociales capitalistas, pero sí son más notorios por la sociedad resquebraja por sus antagonismos de clase cada vez más profundos, en donde las relaciones humanas se tornan cada vez más alienadas y contradictorias (Brohm, 1971).
Entonces, Wilhelm Reich logró pensar a la sexualidad desde lo social y entrever la complejidad a la que nos enfrentamos al estudiarla. La sexualidad debe ser vista no como algo meramente biológico sino psicosociológico y social, porque es por medio de la cultura y la relación con los otros que la experimentamos y vivimos. Así, este pensador innovador permitió abrir nuevas aristas al estudio de la sexualidad y las consecuencias de la represión social y las ideologías dominantes en ella.
Reich también, al menos bajo la visión del autor, puede considerarse como un precursor de los derechos humanos y los derechos sexuales y reproductivos al abogar por la liberación sexual y el disfrute pleno de esta importante dimensión en la vida de todo ser humano, dimensión que nos otorga una mayor salud mental y bienestar subjetivo y social. Abolir la desinformación, los prejuicios y estereotipos sociales y la falta de acceso a los servicios de salud sexual y reproductivos, eran también, pues, objetivos de este sabio de la sexualidad.
Por ello, es importante rescatar el pensamiento de Reich no solo en los círculos académicos sino también en otras instituciones sociales y culturales. Como se indica en la obra Sexualidad: ¿libertad o represión?
Para la tranquilidad de la sociedad burguesa, el gran pensador e investigador corrosivo que fue Wilhelm Reich había muerto después de “volverse loco”[2], y su obra no había sido enterrada, sino destruida para la posteridad, ante la imposibilidad y la indiferencia del mundo. Sin embargo, no se contaba con que un día saldrían a la luz sus implacables teorías. ¿Ha llegado ese día? ¿Sabrán aprovecharse los desvelos de este hombre honesto como pocos? (s.a, 1971: 155).
El tiempo nos demostrará (y lo está demostrando) que las ideas de Reich fueron revolucionarias e innovadoras, un pensamiento que nos faculta para develar cómo la moral prejuiciosa, las ideologías dominantes y la opresión son un obstáculo para vivir nuestra sexualidad, cuidarla y experimentarla. Estas ideas deben ser recatadas en aras de crear perspectivas críticas y enriquecedoras para estudiar la sexualidad humana y su gran heterogeneidad.
Bibliografía consultada
Brohm, J-M. (1971). “La lucha contra la represión sexual”. En J. Giner (Comp). Sexualidad: ¿libertad o represión? México D. F.: Editorial Grijalbo.
Consejo de Información y Educación Sexuales de los Estados Unidos. (1971). Guía Sexual Moderna. Barcelona: Granica Editor.
Freud. S. (1983). Esquema del psicoanálisis y otros escritos de doctrina psicoanalítica. España: Alianza Editorial.
Foucault, M. (1978). Historia de la sexualidad. Vol. 1: La voluntad de saber. Madrid: Siglo XXI.
Falcón, M. (2007). Psicoanálisis, sexo y política: los aportes de Wilhelm Reich y Herbert Marcuse. Recuperado de http://www. psicopol. unsl. edu. ar/mayo2007_nota3. pdf.
Guasch, O. (1993). Para una sociología de la sexualidad. Reis, 64, 105–121. https://doi.org/10.2307/40183700
Izquierdo, C. (2000). Sexualidad y afectividad juvenil. Caracas, Venezuela: Paulinas.
Mock, G. (2005). Una mirada a la sexualidad: del nacimiento a la pubertad. Revista de Ciencias Sociales, 14(1), 22-39.
Reich, W. (2003). La función del orgasmo. Madrid: Ed. El País.
Szasz, I. (2004). “El discurso de las ciencias sociales sobre sexualidades”. En C. Cáceres (Ed.), Ciudadanía sexual en América Latina: abriendo el debate (pp. 65-75). Universidad Peruana Cayetano Heredia.
Solano, B. (2001). Manual para preadolescentes sobre sexualidad y prevención del abuso sexual. Una propuesta pedagógica para desarrollar los contenidos de educación sexual a nivel básico. [Tesis de Licenciatura, Universidad Nacional Autónoma de México] Repositorio Institucional de la UNAM. https://repositorio.unam.mx/contenidos/279343
Veraza, J. (2008). Significación científica y política de Wilhelm Reich. Polis, 4(2).
[1] Licenciado en Psicología (UdeG). Egresado de la Maestría en Humanidades, Línea Formación Docente (UAZ). Exbecario por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (CONAHCYT). Especialista en Diagnóstico Clínico y Tratamiento de los Trastornos Mentales (AMSP, A.C.). Posee una Formación en Psicogerontología (AEEP, A.C.); una Formación Psicoanalítica Especializada (AMSP, A.C.); así como diplomados en materia de ciencias sociales, ciencias forenses y derechos humanos. Se desempeñó como asistente de investigación en distintos centros de investigación (DP, UG; CIC, DECS, DS, UdeG). Ha cursado seminarios de investigación en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y en el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Ha sido ponente en congresos y coloquios nacionales e internacionales. Colaborador en revistas académicas estudiantiles y medios digitales. Actualmente es estudiante de la Especialidad en Psicosomática Psicoanalítica (IPPF, A.C.) y del Diplomado en Psiquiatría y Salud Mental (CINFORP).
[2] En 1954, Reich es acusado de fraude científico por la “Federal Food and Drug Administration”, en colaboración con el “Federal Bureau of Investigation” (FBI), regulando su venta de objetos terapéuticos. Algunos estudiosos de Reich dicen que esto evidentemente fue una campaña emprendida contra él por la extrema derecha norteamericana. En 1957 es encarcelado en la penitenciaria federal de Lewinsburg, considerado un “delirante esquizofrénico”, donde muere después de un infarto.