Maricruz Huerta | Poemas

Maricruz Huerta. Originaria de la Ciudad de México, he trabajado como maestra de Semiología y Español para la UNAM, y la UNAM-LA, respectivamente. Actualmente trabajo como educadora para el Distrito Escolar de Los Ángeles, California: LAUSD. Soy artista visual y comencé a escribir poesía después de la pandemia del Ómicron. Mis poemas se han publicado en La Revista Página Salmón, La Innombrable y Ediciones Converso. Puedes visitar mi Instagram en: maricruzhuerta7

 

 

 

Nuestra casa del árbol florido

I

Salieron los portadores del Dios

Larga Tira, cola de papalote, en peregrinación

Pequeña, me pierdo entre sus piernas: Torres de Iglesia

¿Habrá luz, se irá la gente?

Soy chiquita, me aprietan los que llevan el Bulto: las Aguas

Negras, los Tornasoles Rojos, el Conocimiento, los Libros y las Flautas

 

Entrelazados con nuestros brazos, y nuestras ropas

Con hilos de colores, atados por las cinturas, caminamos

El pedregal oculta el camino ¿de dónde traeremos el agua?

No nos soltamos, o tropezamos, o el mal se mete y encaja

Llevamos el Ocote: La Vara para medir, el origen del vivir

A coyotito abrazadas, dormimos, tierra y arte me cobijan con su piel

 

II

La Casa de Dios, Dolores teje, con la raíz del Árbol Florido

En los principios del Cuihuitl Itzintla, el dios mordió

el Maíz alegre, lo escupió en nuestras bocas… Cuando la luna se baña

en el Sol del Parto, recio y quedito, entre mujeres, gritamos

Mamá sus estambres de cintura, bordando, al Niño Árbol, va cantando

Pero el rayo relampaguea, y cachitos hace al árbol

Conejo dos era ya mi hermano: el Árbol

de Vida quedó quebrado, y truncado

Del Hombre Florido, en el terregal respiro:

el frescor de sus raíces, sus dedos de árbol, largos

y finos, tronchados, enmarañadas sus raíces el cielo

besan: La gente llorando, ríe y llora: De la virginidad

de la Diosa, nos crecen las Flores, y el Canto

A las plumas del quetzal, atorada, la casa de Dios va que vuela

 

III

No amanece, todavía, y una fuerte luz, se escucha

Y ahora, ya sin casa, todos nos vamos ¿y adónde el agua llevamos?

Y de los dispersados huesos del Dios Viento, nadando nace

 Hermosísimo, el Pez: Otlacatqui centeutl tamiyoanichan

 Y de sus multiplicados huesos, todos nos formamos:

 

Ya nacidos, salimos de Tamoanchan, y a Tamoanchan llegamos

Y todos los días, nos vamos, y nos quedamos, y también

 Regresamos: cuando las ofrendas llevamos

¿Qué leyendas diremos, los del Agua, Negra?

En amate, con Tinta Roja, al sol cantamos

A Tamoayan primero, al agua vamos, y mis huesos

respiran jade ¿Qué ocote se hará luz?

En las plumas del quetzal, la casa del Dios ahora revolotea

 

Brilla el ocote recio

Y los amarres fuertes no aguantan: pero Sostienen

¿Y la niña, con quien se va? ¿Adónde dormirá?

Del fulgor enorme, entre los montes andamos

y a la niña, nos la llevamos: la niña rodando va

entre las brujas, que son brazos largos, girantes secas ramas, volantes,

 

IV

Y la niña levita sola, y hasta las alturas, que son su cielo: llora

 Y la madre, allá, en Tictemoa Tochan, queda, sus huesos nunca más retoñan

Y la niña, enlazada a la cola del papalote, girando va, y va

A Teotihuacan la mariposa de papel, en vuelo a la niña lleva

La olla del Agua Roja, no suelta la niña, la Flauta, y la olla del Agua Negra

 

Y tan Juntos caminamos, que nuestros miasmas olemos

Y no sé si mis pies son los de ellos: los míos son chiquitos

 Y mis huarachitos bordados, por la abuela, tejidos

 me hacen doler los piececitos: que se rompen con mi sangre

Y las manos de los gigantes, me aprietan recio, y quedito

 

V

Arrancar flores de monte quiero, jugar con los chapulines

del león los dientes mastico, pero las grandes manos, Campanas de Iglesia

no me sueltan, a sus corazones apachurrada respiro, y vamos tan cerquita

Todos Juntitos, que sus dulces lágrimas, de Negra Leche, por si hay sed

 recogiendo voy, por el camino, y las guardo en mi hitacate

que la abuela me enseñó a cargar, de la Frente, en lo Alto

 

Mariposa de los vientos fríos, de obsidiana:

En la casa de Tamoan, nuestros Pueblos se van separando

 y mamá y papá, quedan solos, papá con su chirimía, que el abuelo

le enseñó a tocar: Su instrumento, el violincito, mamá decora, con súchil

de nube blanca: Al árbol ella se va tejiendo, con su cuerpo de estambre, en precioso

Ayate: y ella siempre tan amorosa, con su Alma, cobija, al Sangrante Árbol, de la víbora

quien frío tiene, solo, en Tamoanchan, de mis amores

 

 

 

Axolotl

Axolotl, hermoso anfibio

enlázame, al fragante lirio

Con agua de lluvia

mójate de rocío

En el arroyo de tu tibia casa:

Arrúllame… con tus

cantos, de fuego empapado

 

Axolotl, en tu aurea

bóveda, llovízname…

un octubre, de oscuras lunas

Acaríciame, con tu penacho

de melosa piel, quiero nadar

 junto al pez ciego

de cueva viva:

 

Axolot, Tu niña árbol soy

 Abrázame…lluéveme

con tibieza, y calma

Primorosa salamandra

Poémate a mi alma

Solitaria corteza soy

 

Axolotl, cobíjame con tu

errante tallo, Ajolote

quiero ser: con el abuelo

Ahuejote, de verdinegros

cabellos, al alba, renacer

 

Refúgiame en el nido

de tu raíz florida, mientras

quebrado tu dedo, Enteros

nos resucita: y ágil nos teje

 a tu majestuosa corona

de ramitas, de lumbre rosa

 

Axolotl, encaríñame al corazón

de dos trasmochados súchiles

Axolotl, en la quietud

de tu ternura, escúchame

 

Y con tus negros ojos

de mirada de musgo

Recomencemos

Juntos

 

 

 

El Patio

Caminantes sin sendero…

el Círculo voraz nos engulle

ni coronas, ni rosas, ni espinas

solo el arduo circular de un camino

mil veces andado, sabia trinchera de

inadvertido arrullo, desperdiciado

 

Liviana cae la noche

Torcidos, en su espiral de púas

rijosos, los saltamontes inquieren:

El viento ¿a dónde está, por qué se ha ido?

Caen velos, destapan tu estupor, el mío

Se despiertan, sus clamores, tus ahogos

mis pesares, como moronas de insípido pan

Se aglutinan en mi Lengua ¡escupirlos no puedo!

 

Absortos mis ojos

Temblorosos, se esconden

Tu bella mirada, de girasoles

secos, tus incrédulas manos:

Tus dos soles, son humo:

Refractados irises, tersas sus hojas

los tallos, son opaca luna

Cada gota, carece de sentido

Mientras inclemente, la lluvia

no cesa, te observo, y aprisiono

en maternal arrullo, cada respiro

Tu voz frágil, y doliente

su pesadez, sus sílabas

 

Tienes frío, te llevé

tu chamarra afelpada, la de cuadritos

grises con rojo, la de la capucha, no dijiste

nada, solo te la pusiste… Entre tú y yo

Nace un momento, intermitente: el grado

cero de la palabra… Habitamos:

caldosa y blanca, la gelatina de una pantalla

a veces real y simultánea, o cibernética:

Interpuesta mirada, al acecho escandalosa y muda

Como en un cielo de Leonardo, nuestros

Índices, oleosos, se tocan

Solo eso, nada más

 

Tus pies descalzos

con rasgaduras de piel reseca, tatemada

en tu mano: vacíos trozos de papel, punzantes 

Blancos espacios: ¿Olanzapina o Zyprexa?

¿Cómo se dice, o, se pronuncia?

¿Cómo se llama? ¿o mejor, litio? ¿y cuántos

miligramos? ¿Por qué el Mago, no me dice?

¿Es long covid, o, de Poeta, mi Funeral, adentro de mi cabeza?

¿Es acaso, Júpiter devorando, al más bello de sus hijos?

 

El elixir medicamento

te lo dio, el Mago, la cantidad precisa

A veces inyectado, y otras, garabateado

a tus anegadas, sanguíneas lágrimas:

de tinta salada, Medicinas a mi pensamiento

ambiguas, pero Eficientes combinaciones químicas

 

Nuestros veinte minutos

oscilantes y puntuales, terminan  

arena

por

arena

cuento los que quedan en medio

de las veinticuatro horas de los próximos veinte

¡Un día entero sin ti!

Soy viscosa memoria, desierto de artista: Salvador

y su jungla de tic tacs: curvo reloj blando

y derretido

 

Desnudos, tus bellos pies

al mojado patio, se han acostumbrado

al devenir y deambular de

otros fantasmales seres

que no son tú, pero lo son:

La divisibilidad entre nosotros es ya nula:

Un solo ser hecho de pegamento y tela: ahora somos

Solo te ves a ti, solo a ti mis ojos ven: Ese

simple acto, me hace Desaparecer

Es la naturaleza de nuestra nueva psique 

Aglutinada, como mordisqueado pan

en los amarillos ojos de los niños pacientes

y sus batas, azul cielo

 

Más tarde, suavemente, el día se quiebra

Sigues ahí con tu mirada acuosa

y tu chamarra roja, de cuadritos grises

Un día y otro, van y vienen y tú sigues

ahí, con la mirada acuosa y tu afelpada

chamarra roja de grises cuadros y nada cambia

La siguiente semana, del año antepasado

en una galaxia desconocida

otro que no eres tú se ha puesto

la chamarra, antier y hoy, más gris, y rota

 

De mañana, duermes, ahora en el pasillo

del otro hospital, o del siguiente… Cuando

despiertas: Todo ha cambiado

¡Hablas! Primordiales

Tus Palabras caen en lluvia

de torrenciales frutos tropicales

del bosque y de la tierra, del Elixir surgen los sabores

de cada palabra, a mi oído dulcísonos fonemas

Es sensual tu italiano: la mela, l’arancia

le fragole, la banana, l’anguria, il melone

 

¡Estás vivo! ¡La vida, al amanecer, dos veces te besa!

 

De ida y de regreso, una roca descomunal y chueca

choca, con el parabrisas de mi pequeño Fiesta

Nos detenemos, a verte correr en el parque

Tus hermanos y yo, devoramos

tu alucinada cereza gigantesca, pero no la digerimos, y eso

¡Eso hace, que el duende a ratos crezca!

 

Se disfraza de adolescente, y se parece a ti

con tu hoodie maltrecha y se arroja

 al piso y en desenfreno me acecha

en su piel de tela: De súbito, el pegamento se derrite

…Y No Sé Cómo, sin darme cuenta, tus convulsiones surcan

la casa sembrando semillas de lechuga

rábano y jitomate y el duende

 a veces se encoge mientras come

¿y el Mago, tranquilo y feliz ya está?

 

¡Nube de mi sinrazón! anoche no dormí

hasta las tres de la mañana te pusiste a hacer

tus maccaronis arcoíris de poéticos colores, dices:

bianco, giallo, arancio, rosa, blu

Mientras se hornean

tocas el piano de la abuela, y luego

el de la casita, y por fin… El violín

del Hijo del Sur, con sus agudas, pero

lánguidas notas, largas, y su canto, al minúsculo

duende de noche arrullan: etéreo, levita, y duerme 

Sosegado ¿en qué sueña?

 

 

 

 

 

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