Sophie Aguilar. Escribo poemas para expresar las sensaciones, en las que el lenguaje común no es suficiente. Estudio en Alemania, en la universidad de Humboldt, español y francés para ser profesora de instituto. Me considero feminista y estoy interesada en cuestiones políticas y sociales, aunque mis poemas sean más bien íntimos y muy subjetivos.
I. El prisma
La chica de cabello ondulado es un prisma
que refracta los rayos de sol y de sombras.
El cristal deshila la luz y la penumbra
las deshace y las transforma
en destellos coloridos
que fluyen como ríos
en direcciones opuestas.
II. La soledad y sus voces
1. Con los que no escuchan
Los que no escuchan bailan en la fiesta,
Las luces de colores
en la estancia revolotean.
Y la música techno mis oídos acecha
y la soledad me inunda
como mil ríos de arena.
Y los segundos transcurren
sin que yo me dé cuenta,
y el tic tac del reloj
apaga la hoguera mientras.
2. Nos quedamos solitos
Nos quedamos solitos
entre el silencio y las olas,
escuchando bajito
cómo cambian las cosas.
Nos quedamos solitos.
Contemplamos el agua
que transcurre en su cauce
[ y se queda la ausencia
que inunda el aire. ]
Los dos nos fuimos
y nos quedamos solitos
escuchando amaneceres
que nos susurran
a los oídos:
«Lo que fue ya está.
Él ya se ha ido,
y la música de la soledad
sigue sola,
su camino. »
3. Salir sola
Y la oscuridad es densa,
porque apenas entra la luz
entre los recovecos de las hojas.
Y las nubes oscuras
tiritan,
tintan de negro las olas.
Me adentro en el mar
sin saber a ciencia cierta
si sabré salir sola.
4. Identidad
La imagen pálida en el espejo
difuminada,
tirita translúcida.
No reconozco mi reflejo,
que tiembla,
y en rayos de sol se disuelve.
Se vuelve eco,
espejismo en el desierto,
incandescente.
5. De plata
De plata,
parece de plata.
La bóveda celestial,
y el mar en calma.
De plata
parece
de plata,
la melodía salada
del oleaje de soledad.
Los murmullos del mar y el viento
están hechos de espacio y tiempo.
Las gaviotas cantan
y el cielo gris
por el horizonte se aclara
y en la arena las pisadas,
hechas de tiempo y espacio,
desaparecen sin dejar rastro,
porque las olas cansadas
cantan al son
del vaivén del viento.
La soledad disfrazada de congoja
se va sin dejar rastro
como huellas en la arena
borradas con el vaivén del viento.
Inspiro
y los pulmones se me llenan
de música, luz y silencio.
La herida cicatriza
con el bálsamo del movimiento.