Barbarella D´Acevedo (La Habana, 1985). Escritora. Profesora y editora. Teatróloga, graduada del ISA y del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Obtuvo Premio de la ciudad de Holguín (2022), Premio Hermanos Loynaz en Literatura infantil (2021), Premio XIX Certamen de Poesía Paco Mollá 2020 (España), La Gaveta (2020), Bustos Domecq (2020), Beca de creación Caballo de Coral (2018), y Beca de creación El reino de este mundo por el disco de poesía Discurso de Eva (PM records). Publicó Cabeza de Santo, Libros Solidarios LV3, Universidad de la Plata, Argentina (2019), Músicos Ambulantes (2021), El triunfo de Eros (2022) y Blanco y azul (2022) con Editorial Primigenios, Basilio y el deseo (DMcPherson Editorial, 2022), Érebo (Aguaclara Libros, 2022), Nada temas, la vida te sonríe (Revista La Gaveta, Ediciones Loynaz, 2022), El triunfo de Eros (Editorial Ácana, 2022), Habana pulp mission (Ediciones Solaris de Uruguay, 2022), Marea roja (Ediciones Arroyo, 2022), Tren para Salinger (Ediciones Loynaz, 2023) y La casa, el mundo y el desierto (Editorial Hurón Azul, España, 2023), entre otros.
Ucrania
Una mujer abraza a un cordero.
La mujer ha dejado atrás
la casa que habitaba,
la casa (y eso tal vez es lo más grave)
que debía habitar en lo adelante,
la vida,
el amor, que pudo ser,
y ahora no se sabe dónde sucederá,
o a quién.
Una mujer abraza a un cordero
tras encontrarlo en el camino.
El cordero está vivo
y necesita una madre,
tanto como ella
podría llegar a necesitar un hijo,
un hermano, un padre.
El cordero huele todavía a leche ácida
y la mujer lo aferra contra su pecho.
Aunque entiende que ahora,
que se le niega un país, la paz,
un sitio en el mundo,
lo mejor sería renunciar
también a esa necesidad del abrazo,
de contener con su vida
la vida de un pequeño cordero huérfano,
al que no puede amamantar.
Olvido
La luna traza el camino
que podría atar tus pasos
a los míos.
Sin embargo,
la luna
me hace olvidar mi nombre,
las palabras…
Amnesia.
No quisiera desconfiar
de los viejos oráculos.
Hubo un tiempo
en que pude ser tantas.
Ahora nadie.
Árbol familiar
Cuando mi tatara tatara abuela
aún no había nacido
yo era sombra
raíz
raíz ceiba
raíz raíz negra,
como siempre las raíces
sin nombre
ni medida.
Y mi tatara tatara abuela yacía a mi lado.
Junto a ella todas las demás
éramos una.
Un asombro
sepulto bajo tierra.
Pero alguien dijo:
“Ahora”
Alguien, quizá todas…
Y ella salió a la luz.
Fue la primera.
Los ojos negros negros.
Sus dientes
reflejos de la luna.
Mientras el resto latíamos abajo.
Bombeábamos
sangre
raíz
para insuflarle vida ceiba
vida roja
bajo las hojas y el viento tiempo.
Luego nos fue llamando
a cada una.
Dijo también mi nombre.
Nací desnuda.
Hoy.
La piel negra.
Los ojos
trozos rotos sin luz.
Y es mi tiempo
corteza ceiba,
ahora.
Hasta tornar a ser raíz de nuevo,
otro día,
quién sabe…,
allá,
junto a mis madres.
Wake up
Ella busca
despertarme del sueño.
No me atrevo a ceder.
Existen verdades
de las que nadie
quiere hablar.
Todo el mundo tuvo una vez un gran amor.
Ella insiste
en llevarme a otra orilla
mas las aguas son turbias
y no tendré la fuerza
de seguir las corrientes.
Ella insiste,
pero ha llegado tarde.
Persuasión
Y me faltó decirte todo.
También que guardo un beso blando,
junto a la sed de mi costilla,
como una esperanza.