Por Rocío Itzel Calderón Flores[1]
Introducción
La humanidad a través del tiempo ha creado diferentes medios para resguardar su cultura, pero son necesarios los espacios físicos para ello. En la antigüedad eran las amoxcalli, que serían las bibliotecas prehispánicas encargadas para ese fin y las cuales fueron destruidas por los españoles.
Durante los siglos XVI al XVIII se funda la primera Biblioteca oficial en la catedral; secundada por la Palafoxiana y la Turiana, entre otras. A estos recintos solo tenía acceso la nobleza española y los criollos, pues dichos espacios tenían como objetivo transmitir la cultura europea para así dominar a los indios y mestizos. Estos objetivos se ven modificados después de la Independencia Mexicana y la dictadura Porfirista, viendo a la biblioteca como un instrumento de cultura y progreso hacia la modernidad, que arroja como resultado la fundación de la Biblioteca Nacional de México el 24 de octubre de 1833.
Es importante recordad que José Vasconcelos jugó un papel significativo después de la Revolución Mexicana, creando la Secretaría de Educación Pública (SEP) en los años 20´s, donde se propone que el libro llegue a todos los ciudadanos, por lo que se crean 2500 bibliotecas a lo largo de la República Mexicana. Sin embargo, en los años 40´s decae esta iniciativa por falta de estructura, resurgiendo en 1983 con el Plan Nacional de Bibliotecas Públicas, dando seguimiento a lo establecido por José Vasconcelos.
Dicho Plan surgió para lograr el objetivo[2] del Plan Nacional de Desarrollo 1983 – 1988, una tarea encomendada a la SEP con el Programa Nacional de Bibliotecas Públicas con el fin de establecer y desarrollar los servicios bibliotecarios en el territorio nacional. Por ello, para facilitar la tarea se crea la Red Nacional de Bibliotecas Públicas (RENABIP).
Con RENABIP creada, los mexicanos pueden tener acceso a la información de manera gratuita, pero es necesario que los servicios bibliotecarios sean de calidad para poder así explorar los recursos que nos brindan las bibliotecas.
Ahora bien, con el aumento del uso de las bibliotecas se empieza a observar que existen diferentes comunidades con necesidades específicas dependiendo del nivel académico que lleven, es por ello que se comienzan a dividir en distintos tipos las bibliotecas, que dependerán de los usuarios, su colección, servicios y sus objetivos establecidos. Estas pueden ser infantil, universitaria, pública, especializada, nacional y escolar.
En este artículo nos enfocaremos en la biblioteca escolar, las cuales son vistas “como una fuerza para la mejora y perfeccionamiento de la enseñanza y aprendizaje en toda la comunidad educativa, tanto para los educadores como para los estudiantes (IFLA, 2015).
¿Pero que es una biblioteca escolar? Con las siguientes definiciones espero aclarar esta interrogante.
Biblioteca: Espacio dispuesto para la consulta de acervos de publicaciones impresas, digitales o virtuales, o una combinación de ellas, de carácter general o especializado, catalogados y clasificados en los términos de normas técnicas y admirativas aplicables. (Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2021)
Un espacio de aprendizaje físico y digital dentro de una escuela primaria o secundaria, pública o privada, que atiende las necesidades de información de sus estudiantes y las necesidades curriculares de sus maestros y personal. Una biblioteca escolar proporciona una colección de materiales educativos apropiados para los niveles de grado de la escuela. Una biblioteca escolar es administrada por un bibliotecario escolar que se dedica a mejorar el crecimiento cognitivo, personal, social y cultural de los estudiantes y maestros a través de actividades y servicios relacionados con la lectura, la indagación y la investigación (IFLA, 2015)
Entonces, se podría decir que la biblioteca escolar es el espacio que se encuentra inmerso en una institución educativa sea pública o privada, donde se proporciona el ambiente adecuado para que el usuario aprenda competencias para localizar, elegir y procesar la información, creando nuevos conocimientos, conectando saberes previos, resolver una problemática o tomar una decisión de forma eficaz y ética. Brindando el servicio a todos los miembros de la comunidad igualitariamente.
Para ofrecer estos servicios es necesario que el personal bibliotecario esté altamente calificado, para ejercer un rol de liderazgo y poder trabajar codo a codo con el personal docente. Además, para que las actividades y programas estén orientados en desarrollar las habilidades de comunicación e información basándose en el marco ético, que son los derechos y responsabilidades de todos los miembros de la comunidad.
Promocionar la biblioteca, facilitar la información y acercar a la comunidad es necesario para la tarea de formar usuarios, entre las que se entienden “todas aquellas actividades cuyo objetivo inicial sea conducir a un mejor conocimiento de los fondos, al uso y disfrute de los mismo y a la comprensión de los mecanismos de funcionamiento y organización de una biblioteca” (Lage, 2005)
Formación de usuarios
Baró y Maña (2002) definen la formación de usuarios como “todas aquellas acciones dirigidas a enseñar a los usuarios a utilizar a la biblioteca y sus recursos”. Estas tareas tienen como objetivo que el usuario realice sus búsquedas dotándolo de las habilidades informativas necesarias para ello.
Para realizar eficaz y eficientemente la Formación de usuarios es necesario contar con un programa de formación que abarque el proceso de trabajo de investigación. El programa se divide en tres fases; la primera fase es dar a conocer la biblioteca, su horario, qué servicios brinda, su ubicación y el reglamento que lo rige. Una vez que se da la información introductoria, se asciende a la segunda fase que es la utilización de los catálogos, la explicación de cómo está ordenada la colección para localizar los materiales y así seleccionarlos. Se finaliza con la tercera fase donde se explican las diferencias de cada uno de los soportes, que pueden ser una enciclopedia, revista, video, mapa, libro, etcétera.
Como se había mencionado anteriormente, tanto el profesor como el bibliotecario escolar tienen que realizar un trabajo codo a codo, porque para realizar la fase 2 y la fase 3 de la formación de usuarios es necesario que el alumno tenga claro cuál es el objetivo y tema de investigación para poder realizar una búsqueda y así poder presentar un resultado, que sería el trabajo de investigación. Se facilitará esta actividad y se evitará la frustración del usuario si va con una idea clara de su necesidad de información y sepa que la colección está ordenada, así, cuando vaya a realizar su búsqueda, podrá llevar a cabo todo el ciclo de pesquisa.
Este ciclo es el procedimiento que tiene que llevar a cabo el usuario. Es por ello que se inicia y se termina con él; arranca con una necesidad de información que el bibliotecario tendrá que tener la habilidad para discernir e ir orientado en establecerla. La mayoría de las veces el usuario no tiene claro qué necesita o no saben cómo expresar esa necesidad.
Una vez identificado el tema que necesitan investigar, se realiza la búsqueda en el OPAC, localizando los diferentes materiales en una colección ordena para evitar la frustración y pérdida de tiempo. Teniendo todos los materiales, se tendrán que seguir la organización de la investigación deseada, seleccionando lo más relevante. En ocasiones localizar, ordenar y seleccionar los materiales se realiza simultáneamente, con una revisión rápida se verá si es de utilidad el material; esta habilidad se va desarrollando cada vez que se realice más continuamente las búsquedas.
Así pues, se empieza a evaluar cada uno de los materiales para ver si son de utilidad, en caso de que no lo sean, se inicia otra vez el ciclo de búsqueda; esto también se lleva a cabo si llega a surgir una nueva necesidad de información.
Una vez analizada la información, se empiezan a conectar los conocimientos previos con los nuevos, cambiando y complementando los saberes para poder crear uno nuevo, presentándolo como el resultado de su investigación terminada.
En este sentido, con base en lo expuesto por Baro, Mañá y Naranjo, se pudo establecer el ciclo de búsqueda de información, donde se podrán ver las etapas por las cueles tendrá que avanzar el usuario para lograr localizar la información necesaria con el fin de aclarar la duda que posee.
Ciclo de búsqueda de información
Este ciclo se verá más aceptado y adquirido significativamente si el usuario mantiene una conexión y comunicación con la biblioteca. Consideramos que la mejor forma de mantener un acercamiento con la comunidad es por medio de un pizarrón de anuncios con información relevante y el buzón de sugerencias, pues propicia que el alumno se convierta en usuario de la biblioteca y vaya aprendiendo las habilidades de información.
Uno de los objetivos que se habrá de tener en cuenta es cerrar las brechas que existan entre el docente y biblioteca, docente y bibliotecario, comunidad y biblioteca, finalizando con el de la comunidad y el bibliotecario siendo éste la imagen y el puente entre la escuela y la biblioteca.
Con la formación de usuarios se realiza un cambio en el actor, de un sujeto pasivo a un “sujeto constructivo, creativo sistemático […] para interpretar, analizar la información para entretener y crear” (Naranjo Vélez, 2005). Sin embargo, es necesario que evolucione la formación a otro nivel, como lo solicita la globalización y el aumento de la información y presentación. Ésta sería la Alfabetización informacional.
Es por ello que la alfabetización informacional se entenderá como:
El conjunto de habilidades, actitudes y conocimientos necesarios para acceder, evaluar y utilizar la información de manera eficaz, responsable y con un propósito. Por lo general, incluye la capacidad de saber cuándo se necesita información para resolver un problema, tomar una decisión, articular esa necesidad, ubicar y utilizar información. Compartirla con otros si es necesario y aplicarla al problema o decisión (IFLA, 2015).
Herrera (2015) la define como:
una acción educativa sistematizada destinada a proveer a los sujetos de un conjunto de habilidades, procesos de pensamiento, como el pensamiento crítico y actitudes que le permitan acceder, evaluar y usar efectivamente la información, para cubrir una necesidad dada. Esta acción deberá promover aprender a aprender y generar aprendizaje para toda la vida.
Esos aprendizajes que menciona la IFLA y Herrera son a causa de una necesidad de las nuevas generaciones y antiguas. A pesar de que los jóvenes de ahora han contado en su vida diaria con las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC´S), en ocasiones no cuentan con el análisis crítico para diferenciar la información, siendo que ahora ésta es más inmediata. En comparación con las generaciones anteriores que poseen esa facilidad de analizar, pero no han integrado las TIC´S ni las habilidades necesarias para acceder, usar y formar parte de la comunidad del conocimiento.
Las Directrices del IFLA (2015) mencionan la alfabetización informacional dentro del objetivo de la biblioteca escolar el cual es:
Desarrollar la alfabetización informacional (ALFIN) para los estudiantes […] que son conscientes de sus necesidades de información y participan activamente en el mundo de las ideas. […]. Saben cómo localizar información relevante y confiable […], son flexibles, capaces de adaptarse al cambio, y capaces de funcionar individualmente como en grupo. (p.7)
Para poder llevar a cabo este objetivo, es necesario que la comunidad vea de diferente manera a las bibliotecas, de un lugar soporífero a un espacio cómodo el cual tendrá un impacto positivo en los jóvenes y así podrán aprender habilidades que harán una diferencia a lo largo de su vida, concientizando para que sea un ciudadano responsable.
Por su parte, el bibliotecario escolar tiene que desarrollar y perfeccionar sus capacidades para el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), que serán transmitidas a la comunidad usuaria, convirtiéndose en un agente de cambio en esta sociedad globalizada e inestable por los distintos cambios económicos, sociales y tecnológicos. Dentro de todas estas capacidades también tendrán que ir formándose como líderes, orientadores, consejeros, entre muchas otras actividades. Adquiriendo y modificando sus métodos y herramientas para llevar a cabo de la mejor manera el objetivo de formar, alfabetizar o educar al usuario.
Tendrá que conocer a su comunidad para saber cómo acercarse a ella e implementar los programas de la biblioteca. Por lo que se vuelve necesario que se apoyen los bibliotecarios en otras áreas como la pedagogía, la filosofía, la sociología, entre muchas otras ramas del conocimiento, pues éstas se verán reflejadas es sus capacidades bibliotecarias, que se muestras en la ilustración 2, las cuales se pueden simplificar mediante lo expuesto por Quevedo y Hernández.
Capacidades del bibliotecario
En la biblioteca escolar se brindan diferentes tipos de servicios que responden a las necesidades de información. Estas necesidades pueden ser para el desarrollo personal, un programa para la lectura de ocio, recreativa o académica, la colaboración con otras bibliotecas y la alfabetización informacional. Todas ellas están dentro del marco educativo para el beneficio de la comunidad evolutiva tanto académicamente como culturalmente.
Los materiales que son utilizados para poder brindar los servicios de la biblioteca pueden ser impresos, electrónicos y de acceso remoto. Todos estos libros y recursos de información son para complementar los libros de texto, materiales docentes y los métodos pedagógicos que fomentan la imaginación y el conocimiento.
De la formación de usuarios, que en groso modo es conocer la biblioteca y sus servicios, en ALFIL se perfila como apropiarse de habilidades de búsqueda, pero existe otra evolución que es AMI, donde se engloban ambos fines, conocer la biblioteca y aprender las habilidades necesarias para ser un participante en la comunidad del conocimiento. No obstante, una de las diferencias que se puede apreciar entre la formación de usuarios y AMI, es la visión que se tiene de la biblioteca. En una se concibe como el lugar de resguardo, evolucionando en la otra a un lugar de aprendizaje donde el usuario ya no se ve como tal, sino que se observa como un consumidor y creador de información. En esta evolución se modifican también los servicios resaltando las alfabetizaciones como una actividad esencial.
En las Directrices IFLA (2015) se mencionan las alfabetizaciones para una biblioteca, las cuales son:
- Alfabetización y promoción lectora.
- Alfabetización mediática e informacional (AMI).
- Aprendizaje basado en la investigación (pensamiento crítico).
- Integración de la tecnología.
- Desarrollo profesional docente.
- Valoración de la literatura y la cultura.
Si la alfabetización es la acción de enseñar a leer y escribir, tomando esa definición, tendremos que la alfabetización en la bibliotecología es enseñar a usar los recursos de información por medio de habilidades para resolver problemáticas a través del pensamiento crítico y de forma ética.
En ese sentido, ALFIL va de la mano con la alfabetización mediática, por la diversidad de materiales de los que hacen uso. Matthew Lynch (2017) nos proporciona una definición para comprender mejor qué es la alfabetización mediática precisándola como:
La capacidad de acceder, analizar, evaluar, crear y actuar utilizando todas las formas de comunicación. La alfabetización mediática significa desde la interpretación de emojis hasta la comprensión de los mensajes subyacentes en los anuncios en línea, la producción de contenido de video viral y el reconocimiento de la publicidad nativa.
Conjuntando ambas alfabetizaciones se logrará AMI (alfabetización mediática e informacional) que es “la formación de estudiantes que pueden localizar y usar la información de manera responsable y ética para su vida como aprendices y ciudadanos en un mundo en constante cambio” (IFLA, 2015). Todas estas habilidades adquiridas por AMI se verán reflejadas en ciudadanos participativos, responsables y éticos en la sociedad.
Para adquirir AMI es preciso contar con los modelos didácticos adecuados para que las habilidades de planeación, localización, recopilación y selección de la información sean lo más significativas posible. La formación de usuarios ha evolucionado hasta llegar a AMI por la necesidad de saber utilizar otras fuentes de información que han ido apareciendo en el mundo cambiante en el que vivimos, lo que si se mantiene son las problemáticas a las que se enfrentan los consumidores de información y los bibliotecarios escolares, las cuales son:
¿Qué investigar? ¿Encontrar los materiales suficientes para la investigación? ¿Cuánto tiempo serán las sesiones en la biblioteca? ¿Quién enseña y qué? ¿Cómo enseñar? ¿Cómo se desarrolla la sesión? ¿Cuál es la responsabilidad de cada uno? (Venegas Fonseca, 2015)
Como ya se delineó párrafos arriba, cuando el usuario llega a la biblioteca no es consciente o no sabe cómo expresar su necesidad de información, es donde el bibliotecario será un formador para que se vuelva un consumidor de información y pueda ser un “sujeto constructivo, creativo, sistemático […] para poder interpretar y analizar la información” (Naranjo Vélez, 2005) con el objetivo de crear nuevos conocimientos.
Por ello, es necesario que el usuario tenga la disponibilidad de aprender a aprender, como han ido evolucionado los programas de formación y la visión que se tiene del usuario. También es indispensable que el usuario quiera apropiarse de los elementos necesarios para poder llevar a cabo el ciclo de búsqueda y así realizar la trasferencia de información.
A su vez, todos los factores que rodean a la formación tienen que ir evolucionado a la par, en caso contrario sería un procedimiento deficiente. El bibliotecario, de una persona privilegiada al tener solo el acceso a la información, a una que será el orientador y formador de una comunidad estudiantil, que se volverá un usuario de la biblioteca para terminar como un consumidor y creador de la información. Para llegar a ese objetivo, los programas tienen que enfocarse en el actor de la biblioteca y, como lo indican los procesos pedagógicos del nuevo modelo educativo, el alumno es el centro de la escuela, entonces el usuario es el centro de la biblioteca.
Conclusiones
Guiar a los usuarios de los centros de información inicia desde el primer momento que algún mimbro de la comunidad ingresa a la Biblioteca, el ambiente que se cree será decisivo para su permanencia y continua asistencia. En esas visitas se podrá trabajar la formación introductoria, que es un trabajo de largo plazo.
Aunado a ello, las habilidades que tendrá que poseer el bibliotecario responsable son determinantes, porque serán la imagen de una biblioteca y el primer contacto con la comunidad, es por ello que tiene que contar con diferentes capacidades para entablar una relación con los miembros de la comunidad.
Ya sea formación de usuarios, alfabetización informacional, alfabetización mediática e informacional, todas concuerdan en que el usuario aprenda a utilizar la información de manera responsable y ética. Lo único que cambiará será el escenario de una biblioteca, pasando por las TIC´S , y finalizando con un mundo mediático.
Esas habilidades que aprenderán los usuarios serán útiles a lo largo de la vida, viéndose reflejadas en las comunidades y apoyando a mejorar el mundo que los rodea. Por lo que podrán ser impulsores en otras personas para que sean éticas y útiles a la sociedad.
Referencias
Baró, M., & Mañá, T. (2002). La formación de usuarios en la bibioteca escolar. En La formación de usuarios en la bibioteca escolar. Educación infantil y primaria (págs. 3 – 7). España: Consejería de Educación y Cultura, Dirección General de Formación Profesional, Innovación y Atención a la Diversidad,. Recuperado el 27 de febrero de 2022, de https://files.sld.cu/bmn/files/2014/07/formusuarios_infpri.pdf
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[1] Licenciada en Bibliotecología y Estudios de la Información por el Colegio de Bibliotecología y Archivología, UNAM. Actualmente ejerzo el puesto de Responsable de biblioteca.
[2] Objetivo fundamental: Impulsar entre la sociedad mexicana un acceso igualitario a la educación y a la cultura y particularmente a la lectura formativa, informativa y creativa (DGB)