Por Victoria Pantoja Campa
Las juventudes construyen formas múltiples de expresión colectiva y una de ellas es el rap, a través del cual se escriben letras para expresar y compartir los sentipensares. A grandes rasgos, el rap forma parte del Hip hop que como movimiento cultural y social se caracteriza por ser transgresor, esto último favorece la liberación de las voces de las juventudes que están siendo oprimidas por su condición socioeconómica, racial, geográfica, preferencia sexual, entre otros aspectos que los caracterizan.
Ahora bien, la vinculación del rap con la psicología comunitaria es posible porque la psicología comunitaria mantiene una postura crítica ante el hecho de ser meros consumidores; además, promueve la visión de un agente activo y no de un simple sujeto, sino un sujeto que vive relacionado con otros y que puede cambiar personalmente a partir de la interrelación que ocurre en un ámbito comunitario. Con base en lo anterior, me he propuesto comprender la forma en que las juventudes son atendidas por las políticas públicas, por qué el rap puede liberar las voces (sentipensares) de las juventudes oprimidas, y si existen algunos espacios en México donde el rap es el medio de expresión del sentipensar de las juventudes.
Si bien Lozano señala que los jóvenes son vistos como personas dependientes, en algún grado, de su familia; su participación está mediatizada, y se encuentran buscando dejar de ser niños para llegar a la madurez social (2003, p. 14), para Margulis (2001, citado por Villa, 2011, p. 149), la juventud no es un acto natural, va más allá de la edad, al ser una condición social se puede decir que hay individualidades humanas que nunca llegan a ella y otras que la retornan después de haber estado en la condición adulta. Sin embrago, es preciso reconocer que las personas jóvenes son tratadas de forma diferente conforme a su condición socioeconómica y cultural. “Los cuerpos [las personas] pobres no valen, no le importan al sistema” (comentario del 8º. “A”, 13 febrero de 2023). Un ejemplo de esto es que una persona joven pobre y con fenotipo de indígena podría considerarse un posible delincuente o una persona incapaz de tomar sus propias decisiones según el contexto en el que se encuentre y del contexto de quién lo mire.
Enmarcado en el concepto anterior, me enfocaré en comprender cómo se relacionan las políticas públicas con las juventudes. En principio, los derechos de las juventudes se anulan cuando el objetivo de las políticas es controlarlas. El discurso oficial exalta las virtudes de la juventud, pero en los hechos son vistas desde sus debilidades, sus carencias. Por eso, a través del rap, se busca hacer énfasis en el desarrollo de las fortalezas y capacidades (Kelly, 1966, 1986 citado por Montero, p. 32). A las instituciones gubernamentales no les interesa escucharlas, prefieren su silencio, el cual interpretan como signo de tranquilidad.
Entonces, prefieren que las juventudes sean apolíticas y cuando emergen movimientos transgresores (como el Hip hop), buscan neutralizarlos y absorberlos, así simulan ser inclusivos. La corporativización nulifica, resta la autonomía y con ello se rompe el objetivo de “empoderar a la gente y no a las instituciones” (O. Medina, comunicación personal, 13 de febrero de 2023). Por ello, ante políticas públicas que limitan la participación de las juventudes surgen formas de resistencia, una de ellas es el Hip hop, que con sus cuatro componentes (Maestro de ceremonia (MC), Disk Jokey, el Breakdancing; y el Grafitti) puede hacer que las juventudes pasen de ser solamente potenciales sujetos consumidores a ser co-constructores de políticas que puedan situar “en sus sentidos y significados” (Rodríguez y Tingo, 2011, p.2). El punto cumbre es que las juventudes pueden crear sus propios espacios y no estar sujetos a los que las instituciones gubernamentales les ofrezcan
Teniendo en cuenta lo anterior, el rap pone en el escenario a las juventudes invisibilizadas y los temas incomodos de los que el sistema no quiere que se hable. De esta forma, el rap se coloca como un liberador de los sentipensares de las juventudes oprimidas, porque las personas raperas expresan su diversidad socioeconómica, cultural, el origen étnico, la condición de migración, marginación, etc. a través de las letras. Al poder abordar cuestiones específicas, las juventudes pasan de ser simples sujetos, consumidores de contenidos musicales de otras geografías, para ser actores que comparten su sentir respecto de sus circunstancias. Esto significa dejar la pasividad y confirmar que así como “no podemos seguir importando teorías del extranjero” (O. Medina, comunicación personal, 13 de febrero del 2023), tampoco podemos seguir importando líricas extranjeras, evitando así contactar con lo que ocurre a las personas con las que poblamos un territorio.
La dimensión intersubjetiva de los jóvenes no debería estar sometida a las políticas púbicas, que además no tienen continuidad, pues la construcción de colectivos juveniles puede realizarse desde:
“la posibilidad de mejorar la adaptación entre las personas y su ambiente mediante la creación de nuevas posibilidades sociales y a través del desarrollo de recursos personales en vez de hacer hincapié exclusivamente en la supresión de las deficiencias de los individuos o de sus comunidades” (Montero, 2004, p. 32).
A lo anterior se suma que el rap tiene como ética el “hazlo tú mismo”, a partir de lo cual se sostiene una postura que invita a liberarse de las limitaciones circundantes, para atreverse a presentar la poética personal a través de hablar con ritmo. Una ventaja es que el rap no exige condiciones ni medios costosos para realizarlo. En él, como en la psicología comunitaria, está presente un individuo cognoscente que muestra “una concepción del mundo en que éste vive, y de las relaciones de ambos” (Montero, 2004, p. 42). En ese sentido, el Rap puede denunciar, fomentar el análisis de la realidad contextual y dar elementos para construir una comunidad a partir de reconocerse y establecer diálogos. Desde el rap, las juventudes lanzan al escenario temas que les incumben a ellos y dependiendo del subgénero del rap —como el rap consciencia, que también importan a su comunidad—. Así pues, en el rap están presentes las juventudes con su diversidad, en contraste los individuos que lo practican son vistos como peligrosos, incluso se piensa que es preciso “contenerlos mientras les llega la edad adulta” (Lozano, 2003, p. 13).
Empero, mis comentarios no intentan romantizar el rap, especialmente porque hay una línea comercial a la que puede hacérsele comentarios similares (o más graves) que los que se han hecho a música urbana que cosifica a la mujer. Tampoco intento decir que todo el rap tiene un mensaje profundo, pero sí sostengo que existen los creadores que hablan de los temas personales y sociales que más los aquejan, más allá de que sean valorados como arte o no, ellos tienen un espacio y una forma de expresión.
Tomada de este hilo, quiero enfatizar la libertad que da a sectores marginados; retomo, pues, la importancia de la teoría de la dependencia para remarcar cómo es preciso dar lugar a “expresiones particulares adaptadas a las problemáticas específicas de América Latina en el concierto internacional.” (Sotelo, 2005, p.86) para continuar haciendo hincapié en que el rap puede dar voz a los jóvenes, ya que a través de éste es posible romper con la relación de dependencia externa y también con la condición interna de tener una burguesía nacional “obediente” que no “tiene condiciones objetivas para ofrecer una salida ‘nacionalista’ o ‘autónoma’ del subdesarrollo” (Sotelo, 2005, pp. 187-188). Un movimiento Hip hop geolocalizado puede centrarse en los grupos sociales, es decir, “en la sociedad y en los individuos que la integran, entendiendo al sujeto humano como un ser activo, dinámico, constructor de su realidad […]” (Montero, 2004:19).
La exposición anterior me permite proponer la incorporación de la psicología comunitaria como un abordaje que permitiría acompañar a las juventudes al buscar “el rol activo de la comunidad […] y no sólo como invitada, o como espectadora aceptada o receptora de beneficios, sino como agente activo con voz, voto y veto” (Montero, 2004:31). Pues “la unión entre teoría y práctica es uno de los principios fundamentales de la psicología comunitaria” (O. Medina, comunicación personal, 27 de enero de 2023), ya que puede apoyar en facilitar la creación de grupos de jóvenes y el acompañamiento para favorecer dinámicas de creación y procesos para compartir las líricas, así como para reconocer las poéticas de algunos compositores y reconocerse en ellas. Al proponer técnicas de reflexión puede favorecerse la formación de agentes activos conectados con su realidad, teniendo siempre en cuenta que el acompañamiento no debe restarles la posibilidad de generar sus propias capacidades y que el protagonismo es de ellos.
Como último punto quiero hablar de la Fábrica de Artes y Oficios de Oriente (FARO de Oriente), que es un espacio en donde el rap y el Spoken Word se ha desarrollado, y por ello representa un caso ejemplar. El ambiente que rodea a este espacio de aprendizaje está conformado por Iztapalapa, Ciudad de México, y por los municipios del oriente del Estado de México. En este espacio se han imbricado la formación poética con la música, sin dejar de lado que es un espacio para la amplia expresión de la cultura Hip hop y en general para la formación artística. Se destaca la labor realizada por Erick Fiesco, instructor de rap en la FARO de Oriente. Fiesco ha manifestado su predilección para ser parte del movimiento urbano popular con la siguiente frase: “Prefiero jugarle al rapero a estar encerrado en un pinche telemarketing o en una pinche oficina” (Mendoza, 2020). Él expresa que es importante haberlo intentado, no le teme al fracaso. Ser rapero implica ser honesto y eso se puede ver desde los títulos de los raps escritos por Fiesco tales como: “Si la autoridad no es justa, obedecer no es la opción”, “Razón y poder”, por mencionar algunas.
Finalmente, tras problematizar a la luz de la psicología comunitaria este género musical en contexto, encuentro en el rap un gran potencial para que sean los jóvenes los que creen y compartan sus reflexiones, para que se les reconozca su participación política, así como su capacidad creativa-artística. Demostrando que pueden dejar de ser simples consumidores y volverse actores sociales que no esperan pasivamente los mensajes propuestos desde enfoques de mercado, sino que son capaces de observar y transformar sus realidad. La incorporación de la Psicología comunitaria también permitiría que los gobiernos faciliten recursos para tener impactos reales sin utilizar a los jóvenes para aparentar que están haciendo algo, reprimirlos y negar la expresión de sus sentipensares y de su mirada potencialmente crítica de su entorno.
Referencias
Lozano, M. I. (2003). Nociones de juventud. En Última Década 18. Viña del Mar. 11-19.
Mendoza, L. (2020). Los príncipes del Rap. Prefiero jugarle al rapero a estar encerrado en un pinche telemarketing o en una pinche oficina. En Este País. https://estepais.com/cultura/los-principes-del-rap/.
Montero, M. (2004). Introducción a la Psicología Comunitaria: desarrollo, conceptos y procesos. Buenos Aires, Argentina. Ed. Paidós.
Rodríguez, M., y Tingo, F. (2011). Discursos de jóvenes pertenecientes a culturas urbanas sobre las dinámicas de inclusión-exclusión social en la Ciudad de Quito, Ecuador. En Revista Electrónica de Psicología Política. 9(26). 1- 25.
Sotelo, V. (2005). América Latina: de crisis y paradigmas. La teoría de la dependencia en el siglo XXI. México. Ed. Universidad Obrera de México, Ed. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Ed. UNAM, Ed. Plaza y Valdés. Pp 254.
Villa, M. E. (2011). Del concepto de juventud al de juventudes y al de lo juvenil. En Revista Educación y Pedagogía, 23(69). 147-157.