Óscar Páez (Huatusco, Veracruz, México, 1993). Cursa la Lic. En Psicología. Estudió creación literaria. Finalista del premio de poesía Francisco Javier Estrada 2022 y el premio de poesía emergente Antonio Alatorre 2022. Autor de los libros Los Castigados (Híbrido, 2018); Armario de Brevedades (Minificción, 2020); Plegarías al espíritu extraviado (Poesía, 2021); De estos poemas crecerá mi casa (Ediciones Ave Azul, 2021). A colaborado en revistas como, Granuja, Tlacuache, Perro Negro de la calle, Triada Primate, Casa Bukowski, Campos de pluma, Enchiridion, Bitácora de vuelos, Periódico Poético, Poetomanos, Poetripiados y en algunos periódicos locales.
El ahogado
Un pescador soñó que se convertía en ola.
Intento de vuelo
Juan volvió a golpear a Lucía en un arranque de cólera y le prometió, como otras veces, no volverlo hacer. Lucía ya estaba harta de la forma en que él la trataba, incluso de su absurda obsesión con las aves y los objetos voladores. Juan no tuvo tiempo de agarrarse de nada, los vidrios salieron volando a los lados, era obvio que al caer de un quinto piso no sobrevivirá. Cuando la policía llegó a la escena del accidente, le preguntaron a Lucía qué fue lo que pasó, ella en un tono muy natural, y sin pensarlo respondió: De seguro otra vez intentó volar.
Un día cualquiera en el infierno
Mírate ahí echado sin hacer nada, yo estuve en todos los momentos importantes del mundo.
-Eso lo repites siempre, pero a ver, por qué nunca hablas de la traición que le hiciste al tío Jisus, mejor déjame seguir jugando Free Fire.
Envidia
—Yo solo quiero ser como ella, Dr.
Envidio su cintura, sus bellos ojos, su hermoso cabello, su forma tan sexi de caminar.
— Sí, José, pero tú eres su esposo, “no eres María”.
Parálisis del sueño
No podía moverme, sentía el cuerpo como si algo me aplastara. En otras ocasiones ya había experimentado la parálisis del sueño o, como muchos le dicen, cuando se te sube el muerto. Traté de gritar, pero nadie me escuchaba, las manos las tenía como sujetas a algo y mis ojos no me respondían, me movía como loca, pero mis movimientos eran inútiles, empecé a mover la cabeza con fuerza, cuando a lo lejos escuché la voz de mi madre gritándole a mi papá: ¡Raúl, que haces encima de Gabi!