Por Rodrigo Arroyo
Uno de los libros que más han llamado mi atención (por varias razones) es, sin duda, Matadero 5 de Kurt Vonnegut. No sólo por la historia detrás de su invención, sino por la forma en la que me enteré de su existencia.
Y es que un día, mientras veía una entrevista que le hacían a Luis Chaves, el poeta tico, donde le preguntaban por recomendaciones de libros que él jamás dejaría de llevar a un viaje, o algo por el estilo, Chaves recalcó la importancia de leer Matadero 5 de Kurt Vonnegut. En la entrevista, el poeta señalaba que para escribir Matadero 5 había que estar en un nivel de trascendencia o estado de gracia. Aquellas palabras del escritor hicieron eco en quien entonces era en aquella época.
Y es que anteriormente una entrevista de Roberto Bolaño había abierto mis ojos, gracias a la cual me enteré de La Caída, uno de los libros más excepcionales de Albert Camus que, en su momento, al igual que a Roberto, me dejó perplejo, más por la técnica y la forma en la que el libro estaba escrito. Quizá por ello, me decidí a buscar la novela de Kurt. No sabía qué tipo de voz narrativa o qué tipo de situaciones iba a encontrar en el libro, pero me aventuré y me sumergí en las primeras páginas. Y, hasta el día de hoy, puedo decir que me sigue asombrando la forma en la que Kurt abordó el tema de la guerra, siempre con un humor sardónico, pues en una novela fue capaz de transmitir un universo literario muy particular.
Y es que hay que recordar las motivaciones ulteriores de Kurt o, mejor dicho, el contexto de guerra al que el autor se vio sometido. Después de todo, quedar atrapado en un Matadero frente a un Bombardeo siendo un joven podría dejarle secuelas a cualquiera. Y a Kurt le pasó eso, quedó atrapado en un viejo Matadero mientras la ciudad de Dresde era bombardeada y afuera morían muchas personas.
Quizá el nivel de experiencia al que este escritor estuvo sometido le profirió la gracia de narrar una de las mejores novelas que se hayan escrito. Sin embargo, cuando la novela salió a la luz en 1969, se vio sometida a críticas muy positivas y también a la censura, después de todo, un libro inusual se ve siempre compelido a diversas situaciones, tanto buenas como malas. Pero lo trascendental es que si uno mira con lupa hay circunstancias que determinan el quehacer literario; así como las deudas motivaron en cierto momento a Dostoievski, quedar atrapado durante un bombardeó motivó a Vonnegut a escribir una novela cómica a la que hay que prestar atención atendiendo un discurso que subyace.
El libro tiene una estructura inusual, los personajes cargan una esencia muy particular y algunas de las escenas también son inusitadas; por ejemplo, al inicio se cuenta cómo un soldado fue fusilado por tomar una tetera, o cómo la esposa de un taxista fue calcinada en el bombardeo. El relato se vuelve crudo, muy crudo, pero, por alguna razón, Kurt lo transforma en cómico y no exento de un lenguaje que provoca pensar que cada acto, escena, se escribe con cierta indiferencia y juego, con cierta aceptación de que la realidad es como es, y no como debería ser. De cierta forma, el autor expresa una especie de ironía ante el infortunio de la guerra, porque es eso, sus personajes están atrapados en medio de la hostilidad de la guerra, en medio de un caos que el mismo autor vivió.
Uno de los personajes “estrella” de esta obra es Billy Pilgrim, al que catalogaban como “loco”, un exsoldado divertidísimo al que le pasa de todo y a quien por alguna razón los mismos soldados de su división repudiaban por debilucho e irascible. Billy, que fue reclutado, no quería ir a la guerra y se refleja en el trato que más tarde sus mismos compañeros le darían. Uno de esos soldados será Roland Weary, quien llamaría «sucio pajarraco» al pobre Billy, o «chulo de putas». Roland Weary, era lo que se dice un tipejo violento que intentaba intimidar a Billy. En una de las escenas, intenta intimidarlo con una navaja de tres puntas, diciéndole que con esa arma se podía herir de muerte a un hombre. No obstante, la violencia de Weary parecía no importarle a Billy, incluso, en una de las escenas se puede ver a Billy colocándose como carne de cañón.
En toda la novela los saltos en el tiempo son, diríamos, parte de la forma inusual de la estructura en que el libro es narrado. Esto hace que el relato en toda su forma y excepción se mueva de manera trepidante y novedosa, pues, dentro de esos saltos en el tiempo, aparecen las abducciones que Billy sufre continuamente. A Billy lo abducen desde Tralfalmadore. O al menos eso es lo que él hace creer a su hija. Incluso lo llegan a invitar a una radio para que platique sobre los Tralfalmadorianos que, según Pilgrim, son seres pequeños con cuerpo de botella de coca cola. La hija de Billy no le cree, de hecho, con lágrimas en los ojos le dice que cómo es posible que no le haya dicho antes sobre esas supuestas abducciones.
Así, la novela se mueve entre lo fantástico y lo inusual, entre lo raro y feo y entre la violencia más pura y cruda. Claro que lo más importante de la novela, o lo que quizá se tenga que rescatar es el humor con que el autor decide armar la trama, porque no es la típica novela que alguien escribe con un argumento facilista o simplón, no. Es, desde luego, una de las historias más divertidas a pesar de la violencia, a pesar del hecho mismo de narrar los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, de esa cruzada de los niños, porque en cierto momento de la historia se hace entrever que los que luchaban en realidad eran niños, niños pequeños a los que mandaron a la guerra, pequeños soldados que estuvieron luchando sin aparente razón.
Quizá, también debamos darle importancia al hecho de que es una novela antibelicista, con todos los tonos de un libro que busca mediante la risa y la ironía, mediante el humor, contrastar los horrores de la guerra. Al inicio del libro, se explicita de forma directa y clara que no hay buenos y malos, que no hay ganadores ni perdedores en la guerra y que no hay que juzgar a las personas, también se especifica el hecho de estudiar y procurar cierto bien social, por ello esta novela en el fondo busca una especie de redención que sólo el humor saber dar. A lo mejor por eso podemos pensar que Kurt decidió escribir este libro, porque él mismo había vivido los horrores de soportar la experiencia de quedar atrapado en un bombardeo, a lo mejor por eso la ironía y el humor de uno de los libros más excepcionales que el tiempo ha visto nacer.
Un libro que no deja a nadie indiferente. Un libro que marcó a toda una generación y que seguirá siendo una de las obras cómicas más grandes del siglo que acaba de pasar. Una novela con saltos de tiempo, con soldados con ideas delirantes y vagabundos que mueren en el total ostracismo. A fin de cuentas, una obra excepcional que se gestó en el corazón de un matadero ante una masacre en la Segunda Guerra Mundial que asistió un niño.