Envejecimiento cerebral

 La importancia del aprendizaje

 

 

Por Saúl Pérez Sandoval[1]

 “No deben preocuparnos las arrugas del rostro, sino las del cerebro.

Estas no las refleja el espejo, pero las perciben nuestros amigos,

discípulos y lectores”.

                                Santiago Ramón y Cajal

El envejecimiento cerebral puede causar un deterioro en las actividades que se realizan comúnmente, pero éste puede aumentar cuando no se practican ciertas actividades que fomentan el aprendizaje.

El nuevo paradigma del envejecimiento

Por mucho tiempo dominó la idea sobre el deterioro que ocurre a nivel cerebral de que éste no tenía remedio y era algo irreparable, más aún en caso de que el paciente haya sufrido alguna lesión. Pero, con el avance científico, ese paradigma se ha visto en decaída con la nueva idea de la plasticidad cerebral y su capacidad para que se produzca una reorganización, en donde se privilegian las nuevas conexiones sinápticas, dejando de lado las que no son usadas con mucha frecuencia en la experiencia cotidiana (Tirro, 2016).

Este nuevo paradigma hace que ya no se sigan manteniendo los estereotipos negativos en torno a la vejez, y con esto se evita que se relacione la vejez como un sinónimo de enfermedad (Tirro, 2016).

Conociendo más a nuestro cerebro

El encéfalo está separado por dos hemisferios, el lado izquierdo y el derecho, ambos hemisferios cumplen funciones distintas, pero ambas son complementarias para el óptimo funcionamiento cerebral de la persona. Por ejemplo, coloquialmente podríamos decir que el lado izquierdo es un cerebro más frío y analítico, la parte más lógica y “racional”; por otra parte, el lado derecho es más bohemio e imaginativo, la parte del cerebro que nos permite crear todo lo relacionado con nuestro lado artístico: escribir, pintar, imaginar, etcétera (Tirro, 2016). Esto desde una visión simplista, ya que son procesos más complejos.

La capa externa del cerebro, también llamada corteza cerebral, se conforma por una serie de capas de forma jerarquizada. Las capas superiores se relacionan con la adaptación a las nuevas situaciones que se nos presentan en la vida, mientras que las inferiores van más relacionadas con actividades básicas que se realizan de forma frecuente (Tirro, 2016).

El período cerebral y sus cambios al pasar el tiempo

Es importante saber que el ritmo de vida que experimenta cada persona es distinto, y, normalmente, está relacionado con las demandas del medio, por ejemplo, las exigencias del trabajo, la escuela o el hogar. Y, aunque la capacidad de adaptación a las circunstancias en las que nos encontremos sea vital para un óptimo desarrollo, es necesario considerar cuáles son las tareas en las cuales vamos a centrar nuestros pensamientos y preocupaciones, ya que al envejecer se van perdiendo las capacidades para realizar una mejor adaptación, por tanto, las actividades cotidianas se pueden ir complicando con el paso del tiempo (Tirro, 2016).

Se cree que los dos hemisferios del cerebro envejecen de manera distinta y en tiempos diferentes; el hemisferio derecho del cerebro puede envejecer más rápidamente que el lado izquierdo, algo que no es del todo bueno, debido a que el lado derecho se encarga de los nuevos esquemas de pensamiento y el izquierdo se asocia más con los conceptos o situaciones que ya conocemos (Tirro, 2016).

Durante la senectud, es común que “las alteraciones en el equilibrio entre noradrenalina y serotonina [produzcan] trastornos de ciclo vigilia-sueño, una de las principales quejas de las personas adultas mayores” (Tirro, 2016, p.74); dichas alteraciones pueden ser parte de los cambios en la bioquímica del cerebro a causa del proceso de envejecimiento cerebral.

La Plasticidad cerebral o neuroplasticidad

“El moderno estudio de la neuroplasticidad demuestra que los cerebros de las personas mayores no se degeneran, sino que tienen una evolución particular de acuerdo con la actividad realizada” (Tirro, 2016, p.74).

Por lo tanto, esta capacidad del cerebro (plasticidad cerebral) le permite realizar cambios en simetría con los cambios del entorno; es la facultad que tiene el cerebro para adaptarse a las nuevas situaciones externas que sucedan en la cotidianidad. Asimismo, permite poder ser capaces de modificar cosas aprendidas y seguir aprendiendo: reaprender y aprender, en forma de un ciclo continuo. De igual manera, el cerebro trabajará en forma de compensación si se tiene ausencia de algo; por ejemplo, si se sufre una lesión cerebral, posiblemente el cerebro buscará las formas que nos puedan ayudar a poder equilibrar esa ausencia.

Envejecimiento cerebral normal

El envejecimiento cerebral normal, sin que se presenten patologías, lesiones o anomalías de por medio, se caracteriza por tener algunos cambios cognitivos en la memoria, rapidez de pensamiento y razonamiento (Petersen et al., Zec, citados por García-Sánchez y Estéves-González, 2002). También, se puede definir como la pérdida de la capacidad de poder adaptarse a los cambios que se produzcan en el entorno (Escobar, 2001). Por eso, será muy importante realizar ciertas actividades de aprendizaje y memoria (estimulación cognitiva) que puedan prevenir las dificultades intelectuales y cognitivas que se presenten en el cerebro, como la demencia, deterioro cognitivo, enfermedades neurodegenerativas, etcétera.

En ese sentido, ningún humano está exento de sufrir cambios en su vejez, pero sí existen ciertas funciones que pueden retrasar la llegada de los mismos, como la llamada capacidad intelectual que se tenga o desarrolle, los factores dietéticos, hormonales y genéticos, ya que influyen y pueden reducir los riesgos de desarrollar demencia senil en el futuro (Escobar, 2001).

Aprendizaje y reconocimiento social e individual

Además, es fundamental sentirse útil y productivo, debido a que es una característica importante para tener un envejecimiento activo, ayuda tanto a nivel cortical, como en lo socioemocional de la persona (Tirro, 2016).

Así, algunos de los factores que intervienen en beneficio de la persona durante el envejecimiento son:

  • El aprendizaje, ya que permite estar inmerso en nuevos esquemas de pensamiento, y como todas las actividades siguientes, permite la proliferación de nuevas neuronas. De igual forma, ayuda a su mantenimiento, funcionalidad y prolongación de las mismas.
  • Actividades asociadas con la educación, por ejemplo, la lectura de libros y artículos, la escritura, el debate mediante el diálogo con otros, etcétera. Permiten que obtengamos nuevas ideas o conceptos mediante la asimilación de esa nueva información que adquirimos.
  • Actividades de ocio y tiempo libre, como la pintura, memoramas, crucigramas, sopa de letras, acertijos, trabalenguas, o algún taller o actividad del agrado de cada quien; incluso pueden tener la función de ser algo que pueda ayudar a relajar, y ayudar a evitar el estrés cotidiano al despejar la mente por un momento. Estas actividades permiten la preservación de las funciones cognitivas del cerebro como: la memoria, atención, lenguaje, concentración, razonamiento, percepción, etcétera.
  • El ejercicio físico, las experiencias culturales y el estilo de vida que mantenga la persona también son de vital importancia para tener un envejecimiento cerebral satisfactorio y saludable (Tirro, 2016).

Envejecimiento activo y aprendizaje

Para tener un envejecimiento cerebral activo se necesitará tomar decisiones sobre las cosas que más nos interesen y comenzar a ser más selectivos, aprovechar al máximo los recursos con los que contamos y sustituir los objetivos que no se hayan podido conseguir por otros que puedan ser más accesibles, acordes a nuestros recursos materiales e intelectuales (Triadó, 2018). Esto con el fin de poder compensar las dificultades que se puedan presentar al envejecer, y poder llevar una mejor administración en la misma.

En muchos casos, ser parte de algún proyecto social es beneficioso, ya sea en una causa educativa, en apoyo a los alumnos, como profesor, o desarrollando una actividad que beneficie a la comunidad; esto puede ayudar al proceso de interacción social. Por lo tanto, la participación social será importante en algunos casos en donde se busque un proyecto de vida en conjunto con los demás, o en algún colectivo en particular. No obstante, en otros casos el envejecimiento se percibirá como algo más individual, en donde mientras se esté bien tanto fisiológicamente como psicológicamente, no habrá mayor problema para tener un envejecimiento cerebral satisfactorio (Triadó, 2018). Aunque esto no reduce la importancia de los vínculos con los demás: familia, amigos, pareja, compañeros de trabajo, etcétera.

Cada quien tendrá que evaluar y pensar un proyecto de vida que le permita tener un envejecimiento cerebral sano y óptimo. Pero, en resumen, se puede decir que la participación social o colectiva sigue siendo importante para poder sentirse parte de un proyecto comunitario que le permita a la persona seguir aportando, decidiendo y reflexionado en la sociedad o en el círculo familiar, escolar y de trabajo; y, por consiguiente, se mantenga con un envejecimiento activo y en uso de sus funciones cognitivas vitales.

Conclusión

El envejecimiento cerebral es un proceso inminente en el ser humano, y puede ser peor cuando se tiene consciencia del mismo, pero no por eso significa que será siempre algo malo, ya que con las actividades que fomentan el aprendizaje se puede retrasar y reducir el riesgo de generar demencia senil en la llamada tercera edad. Las actividades intelectuales, de educación, deportivas y culturales tienen un beneficio fundamental para evitar y prevenir riesgos en el cerebro, y otorgarle un proyecto de vida a la persona.

 

 

 

Bibliografía.

Escobar, A. (2001). Envejecimiento cerebral normal. Revista Mexicana de Neurociencia, 2(4), 197-202. https://goo.su/Wdaa

García- Sánchez, C. y Estévez-González, A. (2002) Estimulación cognitiva en el envejecimiento y la demencia. Revista de Psiquiatría de la Facultad de Medicina, 29(6), 374-378. https://onx.la/deed9

Tirro, V. (2016). La vejez y el cerebro. Revista Nuevo Humanismo, enero-junio, 4(1), 73-80. https://doi.org/10.15359/rnh.4-1.4

Triadó, M. (2018). Envejecimiento activo, generatividad y aprendizaje. Aula Abierta, 47 (1), enero-marzo, 63-66.

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6292838

[1] Investigador y Estudiante de Psicología en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. [Correo electrónico: saulpersa9@gmail.com]

 

 

 

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