Esperanza Cativo (Ciudad de México, 1996). Egresada de Comunicación y Periodismo por la UNAM, reportera, aficionada de la poesía y aprendiz perenne. El anhelo de ser poeta de oficio la encuentra a diario. Estudió periodismo, pero halló el latido en la literatura. Ama los tatuajes y a los perritos. Su poema 60 días fue publicado en el dossier mensual de Juventudes Iberoamericanas dentro del marco del Día de los Derechos Humanos.
Ausentarse
Existen recuerdos que
se anidan en los sueños
y trastabillan
en la orilla
del
olvido
por la premura de querer su entierro
aunque hagan eco
en el oído
Pareciera que se aferran
en forma de destellos,
cuando cierro los ojos y el sollozo se cristaliza en
mis pupilas inmutadas,
comienzo a ahogarme en las promesas que revolotean
en mi memoria
queriendo quedarme a hurgar
las ventiscas que me susurran tu nombre
en la reminiscencia de olas
cargadas de culpígena en
estruendos esparcidos en llanto nacarado
que me hará dilucidar
vertientes carmesí
en un intento de caminar
a tus pasos
que aún escucho
donde no estás.
Efímero
En la calle
las luces de los autos
en armonía con las pisadas
de mi
andar
incierto
donde encuentro lágrimas
de un llanto que atoró el vacío
de la extrañeza
Una vida
donde la nostalgia me distrae
de tu silueta compungida
en el rincón de un juramento
que claudicó con el perfume
de la llovizna de tus palabras heridas
Cerraste el pacto en la casa,
mientras las motas de polvo
anunciaban el entierro de tu
recuerdo
pero me aferro a ellas
y se convierten
en estrellas
donde prometen brillar
hasta el fin
de este silencio
A Rosario
De rescatar del naufragio
a la poesía
por medio de las íntimas huertas
que dejaban huella a través
de tu corazón
recóndito
y sellado
Un llanto que fluía por cauce natural
hacia las cartas a Ricardo en un navío
de ventana estrangulada
y olor oscuro
Que en la tierra de olivos y cipreses
reías con Dolores
y la vida
se impolutó
bajo la mano con la que escribiste
Que tus ojos se transformaban
en una vista al Páramo de malvas
que se mecían al bucear dentro
de la nostalgia que te distrajo
Que tu cabello entretejía la suavidad
de palabras encontradas
por las ganas de hallar
un sitio
para el grosellero de tu pecho
Que escribías de oficio
con todas las cartas a tu favor
en el interior de tu yo lírico
cuando el otro te exigía coherencia
-en el intento de un mortecino señalamiento-
Que se apagó tu existencia
pero tu vida habita
en la inmortalidad
de la nula vulnerabilidad
con la que arrasaste páginas
rugosas
que se aluzaban por el tacto
de tu bolígrafo
Que por siempre
habitas
creíste y consagraste
que poesía
eres TÚ
Muy buena publicación. Un rebaño de mariposas en las flores de las pupilas la digestión suculenta de la sinuosidad engargolada de las rimas sustanciosas de la poeta.