Josué de Luna (1992, Estado de México). Actualmente estudia economía en la Universidad Nacional Autónoma de México. Recientemente se ha dedicado a escribir a tiempo completo poesía y narrativa.
Espacios
Dejé de ser cuando estuviste,
cuando esa primera vez nos
inundamos de nosotros, de la
sal que cada uno rozó en
la prisma del alma.
Todos fuimos una historia escrita
y revelada sobre tiempos infinitos
y demonios enjaulados.
Convertidos en relojes de arena,
humedecimos con los besos
la movilidad del tiempo.
Fuimos y engendramos ojos,
y piel y llanto, y años que aún
conservan lo que nosotros somos;
amantes sin fines de lucro.
Ahora que no somos, despedimos
toda curva o atajo que nos hacía a nosotros.
Hoy nos quedamos despiertos.
La mañana ya es otra.
Cambios
El tiempo es un veneno que se consume
con el trago acerbo de los sueños.
Los días son llanos, secos, sin distancias
que calculen nuestros surcos de
baldíos placeres. Y las raíces, sin acento,
las secan, y las ingerimos
sin agua, hasta que desangran la garganta.
Se pausan las voces cuando
el deseo nos atrapa entre el oasis y el desierto.
Toda noche nos aguarda
para conversar
sobre los días que ella no ve,
porque nunca conocerá la luz.
Es distinta esta mañana; los que ayer amaban
hoy se odian; los incrédulos han dejando de serlo,
y han fundado doctrinas sobre su milagro irrepetible;
los que lloran han reído y los felices han muerto.
Dios es toda la ciencia y la física es toda mentira.
El tiempo de los demás ha perdido su ira.