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Por Fabián Juan de Dios Alberto
Introducción
El contexto mundial que se ha moldeado a partir del surgimiento y posterior propagación del SARS COVID-19 significó un punto y a parte en el rumbo económico que definirá la vida y reorganización de millones de personas a nivel mundial, que será dirigida y definida a través de las acciones tomadas por los Estados y sus políticas monetarias y financieras. De esta forma, los fenómenos que se entrelazan y surgen a partir de la pandemia son tan diversos como complejos, pero, inevitablemente dependerán de los planes económicos de recuperación que se barajean desde las grandes cúpulas de decisión mundiales, de las cuales los demás países se sostendrán (funcionen o fallen).
Este ensayo intenta hacer un análisis que sirva para poder vislumbrar medianamente el porvenir económico que le espera a la economía global posterior a los estragos derivados del COVID-19. Para tal motivo, primero se expondrá la situación resultante de las consecuencias del virus en la economía de algunos de los países occidentales con mayor relevancia (Estados Unidos y países de la Unión Europea), así como algunos de los más representantivos de sus regiones, debido a que se considera que lo dispuesto por ese grupo reducido de naciones “centrales” determinarán las directrices y modelos que serán adoptados por el resto de la periferia, por lo que otras naciones tomadas en cuanta serán: China, al ser la segunda economía más grande y por su indiscutible importancia geopolítica, y México, como referente de la región latinoamericana. También se harán referencias a otras naciones representativas de sus regiones para formar un espectro más amplio del fenómeno a estudiar.
En segundo lugar, se mostrarán algunos de los planes de recuperación económica previstos para la reactivación, entre los que destacan, por sus enormes inyecciones de capital, el plan estadounidense y de la Unión Europea, de los cuales se describirán sus principales características y líneas de acción, junto con los datos más recientes y proyecciones publicadas por sus bancos centrales.
Por último, como resultado del estudio del par de factores anteriormente descritos se barajearán algunos de los postulados Kaleckianos como modelos y conceptos que se adapten de mejor manera en pro de responder a las acciones emprendidas.
En síntesis, se presentará un estudio de las consecuencias económicas resultantes del COVID-19 en algunos de los países centrales más representativos, las acciones emprendidas por los mismos como respuesta directa a dichas consecuencias, así como el estado más actual de sus economías después de un periodo posterior de vivir más de un año en pandemia, con el fin de analizar si los postulados de Michal Kalecki son aplicables a las realidades actuales y si pudieran representar una alternativa eficaz para salir de la crisis.
1. Mundo encerrado: consecuencias de un virus
La pandemia provocada por el COVID-19 golpeó al mundo de una forma rápida y continua que dejó entrever las limitaciones de los individuos sociales para cuidar de su propia salud, a la vez que mostró la incapacidad de gestión de los gobiernos en los sectores primordiales como: salud, educación y movilidad, por mencionar algunos. Los Estados no estimaron un acontecimiento tan brutal y de esas características tan específicas, por lo que sus acciones, en la gran mayoría de los casos, denotan constantes modificaciones y pausas, cuya razón estaba entrelazada al número de contagios.
Por consiguiente, las perspectivas del desarrollo económico mundial disminuyeron. Para el 2020 se tenía contemplado un crecimiento del 3% en la economía mundial, un punto más alto del PIB que en el año anterior, principalmente impulsado por las economías emergentes y en desarrollo de Asia Oriental. Sin embargo, debido a la pandemia, ocurrió una recesión de -3.5 en la cual las economías desarrolladas, tales como Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, tuvieron la mayor afectación, la cual se reflejó en el decremento de su economía por debajo de – 4.7, según datos escala del Banco Mundial en “Global Economic Prospects”.
Otros efectos que tuvo para la economía global son los desequilibrios causados a las empresas que repercutieron directamente en sus ingresos, lo que se entrelazó con la pérdida del empleo, la caída del consumo y, por consiguiente, la baja producción de bienes y servicios. Concretamente, la economía mundial se contrajo -3.6 en el 2020, según datos del “World Economic Situation and Prospects as of mid-2021”; para el empleo, la Organización Internacional del Trabajo valoró que un aproximado de 8,8% del total de horas de trabajo, equivalente a 255 millones de empleos de tiempo completo, se perdieron.
En la tabla 2 se puede observar cómo se modificó el crecimiento de la producción por regiones, donde el único país que no presentó datos negativos fue el gigante asiático, logrando un aumento del 2.3%. y se prevé que en 2021 tenga un crecimiento del 8.2%. La economía China no fue la única que mantuvo un balance positivo, la región del Este asiático creció un 1% en el 2020, y se pronostica para el 2021 un aumento a 7.1%. Tampoco se puede dejar de lado que el año de crisis donde la gran mayoría del mundo presentó contracciones en el crecimiento, la región del África Oriental, conformada por un aproximado de 17 países, logro un 0.1 de crecimiento, y aunque se augura que para el 2021 sea del 3.3%, es una reducción importante si se toma en cuenta que hasta antes de la pandemia la región logro un aumento del 6.5%.
Para los casos de occidente, los comportamientos que se presentan siguen una línea más cercana al ambiente pandémico que ha condicionado sus actividades sociales, políticas y económicas desde que el control de los contagios se salió de su capacidad de gestión. La situación particular de los Estados Unidos puede responder al trato que se le dio a la enfermedad desde las esferas más altas de gobierno, que demeritaban la importancia y riesgos de su propagación, por lo que su economía fue golpeada con una contracción del -3.6%. Lo que no refleja la totalidad de la catástrofe que se presentó en la primera mitad del 2020, donde el nivel del PIB cayó 10% y la tasa de desempleo se situó a 14.8% en abril (FED, 2021). Los datos presentados en el último informe de política monetaria sitúan el empleo en una reducción del 6.3%, que es una recuperación de casi 8 puntos porcentuales, mientras que la media de la inflación fue de 1.3% y la subyacente de 1.5%, números que reflejan el poco consumo que ha tenido.
Una de las explicaciones de estas cifras es que nuevamente se presentó una situación similar de escepticismo y reducción de la importancia en lo que podía representar el virus, para el caso británico, lo que resultó en una de las contracciones económicas más significativas de la región, pues la reducción fue de 9.9%. No obstante, gracias a la rápida campaña de vacunación se espera que para el 2021 pueda crecer 5.1%, y el año siguiente un 5.5% previsión alentadora, pero condicionada al comportamiento del virus y su propagación, lo que es común para todas las naciones donde el Coronavirus se ha extendido en todos los rincones.
2. El plan: acciones para la recuperación económica
Los denominados planes de reactivación económica presumen ser la solución a corto plazo de las consecuencias más remarcables de la propagación del COVID 19, entre los que destacan los intentos presentados por los Estados Unidos y la Unión Europea, que tienen en común la gigantesca inversión de capital y la pretensión de ser la respuesta definitiva para reactivar la economía de sus naciones.
Para un análisis efectivo, se abordarán algunos de los postulados económicos presentados por el economista polaco Michel Kalecki, los supuestos del ahorro como factor de inversión, la elasticidad (en la producción e inversión), y su idea del pleno empleo, esto con la intención de prever los posibles matices que se pudieran llegar a presentar después de la implementación de los ambiciosos planes de recuperación económica derivados de la emergencia sanitaria del COVID-19, los cuales están próximos a entrar en la escena mundial. Debido a que no es ninguna sorpresa que las expectativas que giran alrededor de las fuertes inversiones de los gobiernos estén inclinadas a favor de la pronta recuperación económica, ya sea por la ambición y tamaño de los planes de rescate nunca vistos hasta la fecha, que generan cierto grado de certidumbre, o por la confianza al mercado en su caracterización de ciclos de auge consecuente de la crisis, el crecimiento que se espera a nivel mundial en los próximos años es del 5.4% para el 2021 y de 4.1% en el 2022, cifras que corresponden al World Economic Situation and Prospects as of mid-2021, publicado por el departamento económico de las Naciones Unidas.
La economía de Estados Unidos fue golpeada con una contracción del -3.6%. Lo que no refleja la totalidad de la catástrofe que se presentó en la primera mitad del 2020, donde el nivel del PIB cayó 10% y la tasa de desempleo se situó a 14.8% en abril (FED, 2021). Los datos presentados en el último informe de política monetaria sitúan el empleo en una reducción del 6.3%, que es una recuperación de casi 8 puntos porcentuales, mientras que la media de la inflación fue de 1.3% y la subyacente de 1.5%, números que reflejan el poco consumo que ha tenido.
La Unión Europea, por su parte, fue una de las regiones más afectadas ya que fue el primer gran epicentro de propagación, por lo que desde ese entonces siguió un funcionamiento de cierre y apertura de su economía que era determinado por el aumento y disminución de los positivos de COVID-19, lo cual dio como resultado que en el 2020 su economía se redujera -6.4%, y que su inflación se situara en un mínimo de 0.3%, cuando hasta el 2019 se mantuvo en 1.2 (Banco Central Europeo, 2021).
La inversión que se ha destinado asciende a 1.9 billones de dólares para el caso estadounidense y 1.8 billones de euros para los países de la unión europea, con ello hay que recordar que Kalecki expone la inversión como un factor de Inercia derivado de un periodo precedente, es decir, cuanto mayor sea la inversión del período anterior, mayor será el efecto sobre la inversión presente (Cárdenas, 2018), sin embargo, es aquí cuando destacamos la inaplicabilidad parcial de este primer concepto debido a que las inversiones estatales son un caso excepcional que no depende de la inversión anterior, aunque también se refuta que la inversión depende de sí misma y no de la cantidad de ahorro acumulada.
Un resultado previsible es que la acción de mayores inversiones para contrarrestar los daños causados por la pandemia provoca que estos países se sitúen en una posición de ventaja, ya que no esperan que la inversión suceda por sus propios ciclos, lo que les permitirá alcanzar cifras de recuperación más remarcables y nuevamente se podrán posicionar al frente de las economías occidentales, a lo que se le suma el tratamiento desigual, tomando en cuenta sus políticas de acción en materia de salud tales como: la distribución de vacunas así como sus políticas económicas y monetarias.
No obstante, la inversión se encuentra inmersa en un porcentaje de riesgo, un límite en función del riesgo creciente, pero que hasta el momento no ha sido un impedimento para la acción. De esa manera, se espera superar el PIB per cápita prepandemica, haciendo de su política fiscal un entramado de acciones a corto y largo plazo, entre las que se remarca, a corto plazo, las transferencias de dinero como apoyo ante el desempleo y, a largo plazo, acciones en conjunto para proyectos de capital estatales y privados que permitan el monitoreo del trabajo, la educación y la salud en respuesta al COVID-19.
La inversión es la parte fundamental del ciclo económico, en época de pandemia es la variante que estimula la demanda; en referencia a la demanda de salud, laboral y de educación que la pandemia trajo consigo, a continuación se expondrán algunos de los puntos más relevantes de ambos “planes” que intentan efectuar una reactivación de la economía de sus respectivas regiones.
En primera instancia, la respuesta del gobierno estadounidense fue persistente (al menos en el tema económico). A mediados de la primavera del año pasado se aprobó un apoyo directo a su población de 1 200 dólares y otros 600 a finales de diciembre que fueron entregados periódicamente; a su vez, a principios de marzo del 2021 el congreso norteamericano aprobó el “American Rescue Plan Act of 2021” donde se espera que se proporcionen los fondos suficientes para las siguientes áreas, programas y acciones:
- Programas de agricultura y nutrición, incluido el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, anteriormente conocido como programa de cupones para alimentos);
- Escuelas e instituciones de educación superior
- Cuidado infantil y programas para estadounidenses mayores y sus familias
- Vacunaciones, pruebas, tratamiento y prevención de COVID-19
- Servicios de salud mental y trastornos por uso de sustancias
- Asistencia de emergencia para el alquiler, asistencia para propietarios de viviendas y otros programas de vivienda
- Pagos a gobiernos estatales, locales, tribales y territoriales por alivio económico
- Planes de pensiones para múltiples empleadores
- Asistencia para pequeñas empresas, incluidos programas específicos para restaurantes y lugares en vivo
- Programas para trabajadores de la salud, trabajadores del transporte, empleados federales, veteranos y otras poblaciones objetivo
- Respuestas internacionales y humanitarias
- Servicios gubernamentales tribales
- Investigación y desarrollo científico
- Proyectos de capital estatales, territoriales y tribales que permitan el monitoreo del trabajo, la educación y la salud en respuesta al COVID-19
- Proveedores de atención médica en zonas rurales
En estos puntos se acentúa que se otorgue una cantidad de $1 400 por persona condicionado a los individuos con ingresos superiores a $75 000, para tratar de reducir los problemas de las familias que vieron caer su ingreso o incluso lo perdieron; siguiendo esa línea, se extenderán los pagos por desempleo hasta septiembre, que representan pagos semanales por $300 los cuales se habían aprobado en el paquete de ayuda anterior; por último, uno de los apoyos económicos más controversiales es el dirigido a los padres con niños menores de 18 años, pues se aumentará el crédito tributario por hijos, por lo que pasará de $2 000 hasta $3 600, este conjunto de acciones serán las trasferencias de capital directo que se conferirán a los estadounidenses.
Estos tipos de política expansiva han sido la clave para la reactivación de la economía en el país, pues provocaron consumo (aunque no a los niveles esperados), ya que hay que recordar que entre las consecuencias efectivas se halla el despido laboral, dejando a familias sin un sustento firme para la sobrevivencia. Por ello, el gobierno estadounidense otorga las transferencias, de esta forma asegura un ciclo económico completo de consumo y producción. El PIB, como el valor de la producción de la economía, tiene que ser igual a la demanda agregada, es decir, el gasto realizado por los agentes de la economía; esta norma se encuentra afectada por el cierre de empresas, por consiguiente, la pérdida de salarios, lo que dejan un exceso en la producción, y es la razón por la cual se pone en marcha el plan de rescate lo antes posible.
Siguiendo con la línea de supuestos, entre las principales aportaciones de Kalecki es pertinente mencionar el “pleno empleo”, el cual solo es posible si los recursos productivos de una economía están completamente utilizados, a saber, la estabilidad que en conjunto se crea de productos que la sociedad demanda y los factores productivos de los que se disponen. Este concepto se ha quedado entre un ideal separado del mundo material, pues reafirma una inexistencia de un plan de acción laboral concreto.
Los fondos destinados también llegarán a las empresas en forma de subvenciones y fondos, algunos fondos específicos serán los transferidos: a los restaurantes y bares, por 25 mil millones; 18 mil millones para la industria aeroespacial; y 38 mil millones para el transporte aéreo y marítimo. Además de que se otorgarán paquetes de estímulos a los gobiernos locales por un total de 350 mil millones, donde se espera un fortalecimiento, ya que los ingresos cayeron debido a la recesión, pero los gastos aumentaron. Lo que deja entrever que el intento de aumentar la producción no sólo se concentra en la creación de demanda artificial, sino que también se apoya en sectores concretos afectados por la crisis.
Para el aso europeo, la respuesta a la crisis económica provocada por la pandemia se materializó en el plan de recuperación que lleva el nombre de “NextGenerationEU”, el cual fue aprobado por la totalidad de los Estados miembros el 31 de mayo de 2021, con un capital de 750 000 millones de euros, que junto con el presupuesto del Marco Financiero Plurianual (MFP) suma la cantidad de 1.8 billones de euros, figurando como el paquete de estímulos más grande empleado para Europa, el cual pretende crear una región fuerte, ecológica y resiliente.
Las asignaciones serán divididas en siete grandes ramas, que a continuación serán expuestas a detalle. Cabe resaltar que el paquete será dividido en dos grandes sectores de financiación que son: las empleadas mediante subsidios y trasferencias a fondo perdido, y en préstamos. Se espera que el 70% de los fondos del paquete se comprometa de inmediato en el periodo 2021-2022.
Siete ejes de asignaciones:
- Mercado único, innovación y economía digital
- Cohesión, resiliencia y valores
- Recursos naturales y medio ambiente
- Migración y gestión de fronteras
- Seguridad y defensas
- Vecindad y el mundo
- Administración pública europea
En resumen, el paquete de estímulos para recuperación que haciende hasta los 1.8 billones intentará coadyuvar a solucionar los enormes daños económicos provocados por la pandemia, previendo que vaya más allá de esto y que se generen las condiciones propicias para una Europa potencializada en tres vertientes clave: ecológica, digital y resiliente, tiene que ser el resultado que se prevé después de las inversiones hechas. Nuevamente, los efectos son una incógnita demasiado imprevisible, pero gracias a los indicadores de producción que se sitúan en un 0.3% para el primer trimestre, intereses que al mes de mayo se mantiene en un 2%, e interés cercano al 0.5%, podemos dar un vistazo de los posibles escenarios que le esperan a la zona euro, lo que será explorado en el siguiente apartado.
A manera de conclusión, se propone que éste es el momento idóneo para concretar otra de las propuestas de Michal Kalecki; si bien la idea del pleno empleo ha sido objeto de críticas y demeritada hasta el punto de ser descartada como una opción poco realista, que se pueda adaptar a las realidades del mundo y su órdenes establecidos, no obstante, como lo hemos visto a lo largo del presente escrito, la pandemia generó un campo de acción que pudiera ser tomado como el catalizador que por fin dé paso a esa idea olvidada, y de esa manera, modificar las relaciones existentes entre trabajadores y patrones.
Algunas de las principales limitantes que se encuentran para la concretización del pleno empleo pueden ser identificadas en tres grandes puntos: la resistencia a la interferencia gubernamental; la resistencia a la dirección del gasto gubernamental, y la resistencia a los cambios sociales y políticos (Kalecki, 1943). Desde la publicación del artículo a mediados del siglo pasado, se puede inferir que si no se ha logrado, e incluso descartado, el pleno empleo como opción alcanzable se debe al gran peso de las razones resaltadas por Kalecki, ya que ir en contra de éstas significa una batalla perdida para cualquiera que intentase hacerlo. Sin embargo, después de la exposición de las consecuencias y respuestas económicas devenidas del fenómeno de la pandemia, se puede argumentar que las resistencias que por tanto tiempo descartaron al pleno empleo podrían haber quedado agotadas.
En primer lugar, la resistencia a la interferencia gubernamental por parte de los capitales ha perdido credibilidad desde la adopción de algunos postulados Keynesianos, y el gasto del gobierno ha pasado a ser una alternativa que se ha tomado como medio efectivo de la recuperación y de activación económica, llegando a su punto de quiebre teórico en la década de los ochenta, cuando fue desplazada por las ideas neoliberales que nuevamente satanizó la intervención de los agentes públicos. No obstante, las mismas teorías de la mínima intervención gubernamental entraron en declive después de la crisis financiera del 2008, ahora, y en el contexto actual, los grandes planes de recuperación económica hacen creer que la intervención ya no es una limitante para la consagración del pleno empleo.
La segunda resistencia, referente a la dirección del gasto gubernamental, queda evidenciada nuevamente por el contexto postpandémico, donde el temor de la creación de consumo masivo por agentes públicos se encuentra pausado, o al menos es dejado de lado. Si bien los planes de rescate que se han expuesto consisten en asignaciones de capital directas a los consumidores, no se puede obviar que gran parte de las inversiones están encaminadas al fortalecimiento de industrias específicas, como puede ser el caso digital, para la Unión Europea, y la industria de la salud, en el caso norteamericano. Es cierto que las inversiones que se realizarán por estos gobiernos no pretenden competir con las empresas privadas en ningún sentido, y quizás se pueda argumentar que en esa situaciones el gasto gubernamental va acorde con los intereses privados, pero, también es cierto que al menos desde la perspectiva kaleckiana no se espera que eso pueda suceder.
La última de las resistencias posiblemente es la más complicada debido a la naturaleza fundamentalmente política, que a diferencia de las resistencias anteriores que al menos mantenían cierto grado de concepciones metodológicas de evidencia de datos, y que bien se podría considerar como resultado de procesos de abstracción de la realidad, esto queda de lado cuando se habla de los cambios sociales y políticos. Si bien llegar al pleno empleo pareciera algo posible, y más como respuesta a economías que esperan salir de una gran crisis económica y social, lo verdaderamente cuestionable de poder lograrlo es el mero mantenimiento de éste, como lo señala muy bien Kalecki en su trabajo sobre el pleno empleo, los cambios sociales que representan la adopción del modelo harían redefinir las relaciones de poder entre los trabajadores y los empresarios, donde se destaca el cese como medida disciplinaria y el crecimiento de la tensión política. Eso al menos visto desde la perspectiva privada del imaginario empresarial.
Si bien la adopción del modelo del pleno empleo puede generar mayores beneficios al espectro completo de actores económicos, simplemente por el aumento de beneficios que representa tener a un número cercano a la totalidad de empleabilidad, producción y, por consiguiente, al consumo, la resistencia se encuentra en la preferencia de mantener el control, la disciplina y la estabilidad de los funcionamientos tradicionales que se han mantenido como trascendentes desde las primeras fases del capitalismo.
A pesar de todo lo anterior, e igual que las resistencias que se han puesto en tela de juicio sobre de su continuidad, el contexto económico mundial en el que nos encontramos provocó el escenario suficiente para poder dar ese último gran salto y volver real el pleno empleo. Las acciones emprendidas a partir de esta ventana de oportunidad, donde las resiliencias al porvenir encuentran especial facilidad para adentrarse a un cambio que reorganice las estructuras económicas mundiales, pueden determinar cómo serán las relaciones sociales y económicas en los próximos años; igual que cuando adelantamos los planes de recuperación, solo nos queda esperar a observar cuáles son los resultados que se configuren a partir de las respuestas a la crisis.
Si bien es un momento idóneo para el cambio, también puede ser que se fortalezca la injerencia de las grandes compañías, como las tecnológicas, que fueron de las pocas industrias que parecen haberse fortalecido con la situación del encierro por pandemia. La situación es inseparable de complejidad y lo es más aún cuando se espera que conceptos que en esencia fueron generados hace casi un siglo puedan describir las realidades del capitalismo contemporáneo, que no es el mismo que el del siglo XX. Sin embargo, las ideas kaleckianas parecen adaptarse al mundo dejado por la pandemia del coronavirus y sólo el pasar de los años devela si pueden concretarse.
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