Por Mayra Gutiérrez
Se sabe que Wislawa Szymborska escribe desde la ausencia. Desde la imaginación de lo no visible. Tratemos de ser concretos. Szymborska escribe desde la ausencia cuando versifica sobre una manifestación en la que los protagonistas no serán la multitud sino el barrendero que acudió al día siguiente a limpiar las calles: “Pancartas rasgadas, / botellas quebradas, / peleles quemados, / huesos mordisqueados, / rosarios, silbatos y preservativos”
A veces pienso que la poesía es la materia traslúcida que, en un laboratorio, se depura de montón de elementos impresentables. Así, se nos muestra y ofrece el resultado: la belleza, como versos para ser digeridos. Por eso hay quienes la encontramos amarga, sesgada. Y, en una especie de comparación, creo que la ausencia de Szymborska tiene que ver con trabajar en el backstage de la poesía y versificar desde ahí.
O hagamos una analogía: se mete a un laboratorio y su atención no se fija en el sublimado sino en los sedimentos, en los instrumentos que se utilizaron, en las manos que trabajaron y en el tiempo y lugar en el que sucedió todo: hablar sobre lo que no se espera o lo que de tan evidente, no se menciona. Esto último es también un procedimiento esencial a la hora de escribir poesía, aunque enfocado en lo invisible en mayor o menor grado. La prueba está en que podemos entrevistar poemas. Los inquirimos: ¿desde dónde escribes?, ¿quién es tu personaje?, ¿cuándo sucedió todo esto? Pero Szymborska preguntaría: ¿qué pasó antes y después de los hechos memorables?
Así, muchas veces se construyen los versos, y desde las variables de respuesta es que me parece que la nobel polaca busca la variable de lo no dicho, de la ausencia, que muchas veces coincide con el menos protagonista. ¿Cuál es la poesía de los que hemos barrido la calle como parte de nuestro trabajo? “Una vez encontró en los arbustos una jaula de palomas. / Se la llevó / y para eso la tiene, / para que siga vacía”.
¿Cuál es la poesía de lo que no llegó a ser? ¿Cuál es la poesía de la palabra alma o sentimientos que una lingüista intenta definir? “Lo reconozco, ciertas palabras / me crean problemas. / Por ejemplo los estados llamados ‘sentimientos’ / no consigo hasta ahora explicarlos de forma exacta. // Lo mismo con ‘el alma’, palabra rarilla. / De momento concluyo que es un tipo de niebla, / en teoría más duradera que los organismos mortales…”. ¿Cuál es la poesía de lo que un mapa no registra? “Me gustan los mapas porque mienten. / Porque no dejan paso a la cruda verdad. / Porque magnánimos y con humor bonachón / me despliegan en la mesa un mundo / no de este mundo”.
Su último libro Y hasta aquí (colección de poemas póstumos publicados el mismo año de su muerte) tiene en cuenta estas variables. No solo la de la ausencia, sino también las de la incertidumbre, lo inasible, lo invisible, lo impasible. ¿Servirá de mucho enumerar las características de su poesía? Pienso que es bueno recordar esta condición dual del arte, porque es justo su enseñanza, el regalo que nos hace balancear nuestra fortuna en vida. Quiero decir: el arte nos ayuda a comprender nuestra vida, a imaginarla, a sobrellevarla; básicamente, el arte da ritmo y alegría.
El poemario se compone apenas de 13 poemas, traducidos por Abel Murcía y Gerardo Beltrán. Pero en él no solo se abordan los temas de la ausencia o lo no dicho, sino también los temas del lenguaje, como en el poema “Reciprocidad”, en el que a través de un juego de palabras propone la existencia del odio al odio.
Reciprocidad
Hay catálogos de catálogos.
Hay poemas sobre poemas.
Hay obras de teatro sobre actores representadas por actores.
Cartas motivadas por cartas.
Palabras que sirven para explicar palabras.
Cerebros ocupados en estudiar el cerebro.
Hay tristezas contagiosas al igual que la risa.
Hay papeles que provienen de legajos de papeles.
Miradas vistas.
Casos declinados por casos.
Grandes ríos con gran participación de otros pequeños.
Bosques hasta sus bordes desbordados por bosques.
Máquinas destinadas a construir máquinas.
Sueños que de repente nos arrancan del sueño.
Salud necesaria para recuperar la salud.
Escaleras tan hacia abajo como hacia arriba.
Gafas para buscar gafas.
Inspiración y espiración de la respiración.
Y ojalá de vez en cuando
odio al odio.
Porque a fin de cuentas
lo que hay es ignorancia de la ignorancia
y manos ocupadas en lavarse las manos.
Cuando se lee el poema, ¿no tienen la sensación de que el juego de palabras define lo que se encuentra fuera del poema? Como si la propuesta de odiar el odio fuera un resultado de colocar palabras aleatoriamente (sinceramente, dudo que la nobel juegue a lo random, pero también tengo ánimos de no ser estricta y comprar su juego). En consecuencia, la conclusión de que un tanto la intención del poema es evidenciar que la poesía viene amalgamada con las palabras, que la poesía viene por añadidura a éstas y que poetizar no es algo que les sea ajeno; es decir, la poesía es cotidianeidad, juego lingüístico, materia esencial y siempre presente… Que las palabras pueden o no ser trabajadas o dispuestas para encontrarla, me parece que ya es otro tema.
Sobre “Mapa” y otros poemas, solo quiero agregar un comentario sobre la condición de veracidad a la hora de hacer arte. Y es que nuevamente, de tan obvio que no se dice: la poesía es verdad y la verdad es belleza. No en términos aristotélicos o socráticos, en los que la verdad es lo bueno, sino en términos de develación: sacar de las sombras, llevar a la luz, nombrar, aun si lo que se nombra es incómodo.
Finalmente, la invitación a leer la obra de Szymborska, sea este libro u otro. En general, recordar la importancia de leer poesía: nos ayuda a comprender nuestra existencia y a proyectarla en el futuro.
Wislawa Szymborska nace el 2 de julio de 1923, en Cracovia. Trabajó en el semanario Zycie Literackie entre 1953 y 1981, con una columna sobre poesía; una selección se encuentra recopilada bajo el título Lecturas no obligatorias. En 1996, gana el Premio Nobel de Literatura. Muere un 1 de febrero del año 2012.