Por Víctor Hugo López Llanos[1
Hoy en día, muchas decisiones políticas son tomadas por las instituciones internacionales, al margen de la participación democrática y del control popular. Los partidos políticos, relegados a las esferas nacionales, no han sabido establecer redes internacionales, y su influencia, a nivel mundial, apenas es palpable. ¿Cómo están reaccionando estas formaciones a los nuevos retos que plantean la globalización y los nuevos regímenes de gobierno global? ¿Han sabido adaptarse al nuevo contexto internacional? Y lo más importante, ¿existe una necesidad de partidos políticos mundiales, o el desarrollo de los mismos conduciría a un deterioro aún mayor de la democracia?
Heikki Patomäki y Teivo Teivainen. Global Political Parties.
El presente artículo pretende discutir y analizar la idea de los partidos políticos en la era de la globalización, desde la mirada del sistema político cosmopolita. Así como reflexionar el nacimiento y transformación del sistema de partidos de la política nacional a la nueva política internacional. Sus retos, alcances y limitaciones de los nacientes y a veces utópicos partidos políticos con actividad mundial.
No cabe duda que uno de los grandes temas que la ciencia política ha abordado durante décadas es, en definitiva, el sistema de partidos. O lo que comúnmente se conoce como partidos políticos.
La aparición de los partidos políticos es tan longeva que no se puede establecer una fecha certera sobre su nacimiento. El origen de los partidos políticos, en sentido amplio, puede decirse que es muy viejo y lo podríamos ubicar a la par del surgimiento del fenómeno político. Podemos encontrar, a lo largo de la historia, distintas formaciones o agrupaciones que comparten una característica en particular, ya sea de status, de ideología o de alguna actividad en común.
Por ejemplo, hace siglos en Italia se habló de los partidos del Papa y del Emperador; en Grecia y Roma se podía hablar sobre los partidarios del dictador, de los sofistas, de los adversarios y partidarios del César, sin embargo, en donde podemos obtener una mayor conceptualización sobre la palabra partido político es sin lugar a dudas a partir del debate “moderno”. Pues, aunque no podemos establecer una definición general sobre el concepto, sí podemos señalar que diferentes autores se han preocupado por estudiar los partidos políticos.
En la actualidad, un partido político es entendido como “la agrupación permanente y organizada de ciudadanos, que, mediante la conquista legal del poder público, se propone realizar, en la dirección del Estado, un determinado programa político social” (Poviña, 1944: 22). El sociólogo alemán Max Weber, establece que se puede entender por partido político una organización que participa en elecciones obteniendo el monopolio de la violencia a través de la competencia.
Duverger, a través del análisis de los regímenes políticos, otorga un elemento importante en la vida partidista, dicho elemento es la cuestión ideológica. Sartori nos habla sobre la tipología partidista a través de elemento numérico y cualitativo (unipartidista, bipartidista, multipartidista, hegemónico o atomizado). En pocas palabras, durante casi todo el siglo XX.
La preocupación se centró en entender a los partidos políticos, caracterizarlos y definirlos a través de casos específicos, estableciendo cuáles eran los impedimentos para su consolidación.
Sin embargo, a través del triunfo de la democracia como la mejor forma de gobierno, en el debate teórico surge una nueva tendencia por entender a los partidos políticos, esto debido a los efectos que ha originado la globalización en materia política.
Por lo tanto, el objetivo de este ensayo es discutir y adentrarnos en el campo de las ideas sobre los partidos políticos globales como organizadores que administran el poder, dentro del aspecto político-mundial.
¿Cómo están respondiendo los partidos políticos a los nuevos retos que plantean la globalización y los nuevos regímenes del “gobierno global”? ¿Existe la necesidad de crear partidos políticos globales? ¿La conformación de los partidos políticos globales nos conduciría a una mejor o peor consolidación de la democracia?
Hoy en día, el mundo se encuentra dominado por los grandes organismos internacionales, por lo que hay una necesidad de crear partidos políticos globales, a efecto de promover la intermediación entre la política global y el gobierno mundial.
La naturaleza de los procesos políticos ha cambiado en el sentido de que cada vez más las decisiones son tomadas por las instituciones globales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), las convenciones internacionales, los tratados de libre comercio, que operan fuera de la participación democrática y del control popular, por el simple hecho de ir más allá de lo que conocemos como el Estado-Nación.
En el interior de los países, la dinámica y funciones de los partidos políticos ha cambiado, esto debido a la imposibilidad de tomar decisiones y dejar de ser los elementos principales en la persecución del poder. De ahí el desplazamiento de la clase política tradicional por parte de la élite gerencial, profesional o tecnocrática:
“De ahí que las antiguas clases gobernantes, las elites y grupos de poder intra-estatales asuman ahora el papel secundario en la toma de decisiones y cedan su papel a la nueva clase tecnocrática de origen nacional, aunque con intereses transnacionales.
No es que los viejos grupos de poder hayan dejado de existir, pero su órbita de acción se concentra más que nunca en el plano de las decisiones nacionales de carácter secundario, como por ejemplo la organización de los procedimientos electorales, la promoción de la cultura democrática y los aspectos relacionados con las cuestiones de auditoría y transparencia” (Posadas, 2010: 103).
La toma de decisiones de la élite tecnocrática, impacta de manera indirecta o directa en las mayorías marginadas, principalmente las mujeres, niños, adolescentes y ancianos.
Los partidos políticos locales tradicionales no tienen la capacidad de influir en la toma de decisiones en el ámbito nacional, por lo que el sistema político debe pasar por un proceso de transformación, de modo que nos preguntamos ¿es la formación de partidos políticos globales la solución a este problema?
Los países de la Unión Europea han empezado por establecer estos nuevos mecanismos de acción por parte de los partidos políticos, sin embargo, en el plano académico no se ha abordado el debate sobre la conformación de los mismos.
“Desde 1979, el Parlamento Europeo ha sido uno de los espacios más importantes en cuanto a la formación de partidos transnacionales. Este espacio es un claro ejemplo del vínculo que existe entre la aparición de cargos que pueden ser obtenidos y la transnacionalización de los partidos políticos. Dentro de los límites eurocéntricos, característicos por otra parte de las redes y federaciones europeas de partidos, la experiencia del Parlamento europeo indica que los partidos pueden evolucionar transnacionalmente. Habitualmente, sus miembros se han agrupado según sus afiliaciones políticas, y no en bloques nacionales” (Patomäki y Teivamen, 2007: 65).
En la actualidad, existen organismos que se agrupan en comunidades partidistas con orientación e identificación ideológica, como es el caso de la Internacional Socialista, integrado por partidos políticos socialdemócratas, socialistas y laboristas.
También podemos encontrar la Unión Democrática Internacional, asociación de más de ochenta partidos conservadores, democristianos y afines a la derecha, así como también la corporación de los Verdes Globales, ésta es una red de partidos y movimientos políticos con actuación para la conservación ecológica, fundada en el 2001. Este colectivo promueve la Carta Verde Mundial entre partidos Verdes de todo el mundo, así como combatir las problemáticas ecológicas de impacto e interés global.
Estas organizaciones pretenden distinguir y dar forma a sus opiniones sobre cuestiones y complejidades públicas globales, por lo cual necesitan de subsistemas partidistas para apoderarse de los organismos reguladores de la esfera pública (el gobierno), para su conservación, pero sobre todo para llevar a cabo su ideología a la práctica.
Sin embargo, en el debate académico, la conceptualización sobre los partidos políticos globales no es del todo aceptada, pues al menos en el primer encuentro del Foro Social Mundial, entre los teóricos que participaron en aquella reunión consideraron que “la noción de los partidos políticos globales es más de aspecto eurocéntrista y que posiblemente los partidos políticos estarían dominados por los ricos y los poderosos del mundo” (Katarina y Patomäki, 2006: 225). Esto podría generar un distanciamiento mayor entre la sociedad y los partidos políticos globales, creando una polarización de intereses y conflictos.
Establecer la idea sobre la conformación de los partidos políticos globales es una cuestión sumamente compleja, debido a que el sistema de partidos no depende solamente de la estructuración partidista ideológica o de las mismas instituciones, sino que también sería necesario inmiscuirnos en el debate sobre la conformación de un sistema político, un sistema electoral, así como un sistema de representación a escala global. El problema reside en que el ciudadano mundial no está preparado para dicho fenómeno político, ya que los países periféricos están en vías de consolidación democrática local.
Por ejemplo, los países de Medio Oriente aún siguen con regímenes totalitarios, autoritarios y dictatoriales. Por lo que respecta a los países latinoamericanos, la mayoría de los países que lo conforman se encuentran en vías de consolidación democrática o de regresión a prácticas autoritarias.
Además, se tendría que propagar entre los nuevos sujetos de la política, un hábito de cultura, participación y representación política en donde se integren las minorías y las mayorías globales.
¿Qué aspecto tendría el nuevo agente político? y ¿qué podría significar la aparición de partidos políticos globales para la política mundial? ¿Tendríamos otra estratificación ideológica partidista mundial, alterna a lo que conocemos comúnmente izquierda/derecha?
Sobre la estratificación ideológica, la doctrina neoliberal ha llegado a ser dominante tanto en el pensamiento como en la práctica en gran parte del mundo desde la década de los años 70’s del siglo pasado. David Harvey define el triunfo del neoliberalismo “debido en parte al cambio en la re-estructuración de los poderes del Estado, de forma que se hace hincapié, en la privatización, las finanzas y los procesos de mercado, mientras se reducen las intervenciones del estado en la economía” (Harvey, 2011a).
Por lo que Harvey considera el neoliberalismo como la “contrarrevolución de las élites para volver a tomar el control y el poder sobre las masas.” (Harvey, 2011b). Para este autor, el neoliberalismo es un punto preciso para la consolidación de partidos políticos de clase dominante, debido a las consecuciones constantes de los intereses del mercado.
Heikki Patomäki y Teivo Teivamen no consideran al partido global como un simple deterioro del papel o de la existencia del Estado-Nación. Según estos autores, lo que se necesita para la conformación de los partidos políticos es un proceso abierto de creación de sistemas más legítimos y democráticos de gobierno internacional, que propicie la rendición de cuentas, así como abrir nuevos espacios de participación y representación.
La problemática se incrementa cuando el probable nacimiento de los partidos políticos globales se analiza de forma operativa y realista, debido a que en la actualidad son los mismos partidos los que han perdido un considerable impacto democrático, al no ser capaces de crear credibilidad en la nueva forma de gestionar el conflicto social a través del gobierno, al menos en el terreno local.
No obstante, hay quienes consideran que el nacimiento de los partidos políticos globales traería consigo buenos elementos contestatarios que involucrarán más a los habitantes del mundo en los problemas actuales, como el calentamiento global. La economía política se vería cada vez más equilibrada para el desarrollo y la estabilidad económica, además se crearían mejores programas de política social que combatan la pobreza, la marginación, así como nuevas formas de educación. Asimismo, propiciaría entre los partidos mejoras nuevas de competencia para estructurar mejor las condiciones mundiales.
“Los partidos políticos también pueden comprometer más recursos a la investigación y la formación que aumenten la capacidad de los políticos y su personal para atender las consultas relacionados con, por ejemplo, los flujos globales de migración, luchas contra las enfermedades globales y el comercio de armas” (Scholte, 2006: 225).
Este argumento demuestra que la conformación de los partidos políticos y de la esfera pública/privada mundial nos conduciría hacia un cosmopolitismo exacerbado, en el cual el discurso dominante de los partidos globales llevaría a la conformación de un gobierno mundial donde se insertarían las ideas de progreso y desarrollo humano, no solo a nivel local sino también a nivel mundial, alcanzando la bella utopía de lo que una vez Kant llamó la Paz Perpetua.
La difícil solución de los problemas globales, ha llevado a los partidos políticos tradicionales, organizaciones y especialistas en el tema a establecer conjeturas e hipótesis que posibiliten la resolución a estos inconvenientes. Y para ello se han establecido como premisa fundamental la solución de los problemas globales y locales a través de los agentes transnacionales. Tal y como lo afirma Ulrich Beck en La política más allá del Estado-Nación:
“… partidos cosmopolitas que representen asuntos transnacionales de manera transnacional, pero dentro de las arenas políticas de los Estados-nación. Con todo, éstos sólo pueden existir, tanto programática como organizacionalmente, en un modo plural, como movimientos nacionales y globales, como partidos para ciudadanos globales…” (Beck, 1998a).
En otro orden de ideas, existe una nueva tendencia por establecer que los partidos políticos “cosmopolitas” serían los primeros actores en copiar las estrategias de las corporaciones y en romper la trampa territorial de los Estados-Nación.
Según Beck: “El mundo no requiere de funcionarios y burócratas globales. Pero hay otras maneras de organizar globalmente, y las corporaciones nos enseñarían cómo” (Beck, 1998b). Es decir, organizando las jerarquías en redes flexibles.
Por ende, la coordinación entre el Estado y los partidos tiene que ser de manera horizontal, aprendiendo a construir una red de mediación global entre las naciones, unidas entre sí, pero descentralizadas.
Con el nuevo (des)orden mundial, provocado por la privatización, desregulación y flexibilización de las telecomunicaciones, de los recursos naturales, de las industrias y de los aparatos financieros, ha provocado un modo de competencia global.
La primera oleada de desregulación nacional requiere de una segunda oleada de regulación transnacional”, creando en la globalización un nuevo foco de conflicto, no sólo en la política y en la economía, sino también en la vida cotidiana de la gente.
Beck formula una pregunta medular ¿cómo se pueden dar las disputas por la regulación políticamente organizadas?
- Cosmopolitismo de vestidor: la política transnacional como manera de perseguir intereses nacionales.
- Regímenes internacionales: autoridades reguladoras fuertes que actúan independientemente de los gobiernos democráticos nacionales.
- Partidos cosmopolitas nacionalmente anclados, los cuales activarían a los públicos nacionales, y muy bien diferenciados en sus argumentos transnacionales (Beck, 1998c).
Por lo tanto, si no experimentamos nuevas formas de democracia, más allá del Estado-Nación, es probable que nos encontremos en una era post-política de alta tecnocracia, como efectivamente se ha estado desarrollando en las últimas décadas.
Los partidos políticos globales pueden ser importantes e influyentes, incluso si son capaces de movilizar inicialmente a pequeños contingentes de hombres y mujeres, provocando una nueva presión, por la necesidad de abordar temas transnacionales de manera democrática, plural e integradora.
Beck considera este juicio como una difícil tarea, debido a que los nuevos partidos globales tendrán que lidiar con tradiciones culturales, así como tabúes democráticos, sobre todo en lo que respecta a países emergentes.
“Los partidos cosmopolitas no solo tendrán que lidiar, con estos desacuerdos (…) sino que también tendrían que subir la guardia para resistir posibles movimientos de renacionalización (…) tendrían que luchar por la autonomía de una ética y una política cosmopolitas en sus respectivos contextos culturales nacionales” (Beck, 1998d).
De esta forma surgiría una nueva tipología de partidos a través de las siguientes caracterizaciones:
1. Sus valores y fines se configurarían en referencia a tradiciones humanistas comunes a todas las culturas y las religiones —en contraste a los partidos nacionales que se refieren solamente a tradiciones y solidaridades nacionales.
2. Pondrán los asuntos globales claramente en el centro de su imaginación política, y sus programas de acción impulsarán siempre reformas en los sistemas políticos nacionales a fin de que puedan adoptar estos asuntos.
3. Se organizarían como partidos multinacionales, movimientos cosmopolitas de origen francés, estadounidense, polaco, alemán, japonés, chino o sudafricano, interconectados en los muchos nichos de la sociedad global. (Beck, 1998e).
Pero ¿en dónde pueden estar los votantes que los partidos cosmopolitas pueden representar?, a título personal, considero que estos nuevos ciudadanos pueden estar focalizados en las grandes metrópolis, en las ciudades globales, donde exista un entendimiento post-nacional de la política, la responsabilidad social, el progreso democrático, la justicia, el arte, la ciencia y el intercambio público, ahí pueden emerger los nuevos partidos políticos mundiales.
En qué medida ocurrirá en el futuro es, sin embargo, una cuestión empírica y políticamente contingente. Conectarse a internet no genera por si solo ciudadanos globales, como muchas veces se piensa.
En los partidos cosmopolitas, seguro abundarán todavía ciudadanos de color nacional, compuestos de muchos rasgos y matices. Sin embargo, no deben confundirse con la clase empresarial tecnocrática, pues es necesario distinguir entre capitalistas globales y ciudadanos globales. El desarrollo del ciudadano global, paradójicamente, viene acompañado por el viento del capitalismo global. Pues el capitalista, al buscar su propio interés, ya aprendió a cómo pensar y actuar en contextos transnacionales, mientras que los ciudadanos aún piensan y actúan en relación a la categoría del Estado-Nación.
No obstante la legitimidad de los partidos políticos de escala nacional, han perdido con el paso del tiempo credibilidad en sus acciones, convirtiéndolos en verdaderos grupos oligárquicos, en donde el principal interés es el recaudamiento electoral y económico por la vía clientelista y popular. Este fenómeno se manifiesta al menos en México, y todavía en algunos países de la región Latinoamérica y caribeña.
Además, muchos de los partidos políticos existentes en el planeta no han sabido adaptarse a las rápidas, líquidas y endebles estructuras de la nueva vida política que ha traído consigo el proceso de globalización, por lo que la falta de adaptación de este nuevo orden mundial ha propiciado que los partidos políticos hayan perdido bastante repercusión democrática en sus países de origen, y junto con ello, dejen en entre dicho la consolidación y el ejercicio democrático, siendo otros actores, los principales propulsores de la democracia en sus países y en sus regiones. Tal es el caso de Egipto, Chile, España y México, solo por mencionar algunos.
Los círculos oficiales y las organizaciones de la sociedad civil por lo general han logrado mucho más progreso en reconocer y adaptar sus actividades al cambio de un modelo estadista de gobernanza a otro policéntrico que ha acompañado a la mundialización contemporánea. En contraposición, los partidos políticos generalmente han mantenido un modus operandi estadista-territorialista-nacionalista y que este ejercicio, poco a poco está siendo obsoleto para las necesidades que demanda la población nacional y mundial.
Los partidos podrían recuperar una considerable estatura como fuerzas democráticas si (aunque con retraso) adaptaran varias prácticas en sintonía con la emergente gobernanza policéntrica de un mundo más globalizado.
Bajo esta premisa, si los partidos prestaran más atención a los asuntos globales, normas globales e instituciones globales, podrían contribuir significativamente a su reactivación como actores democráticos. A su vez, los partidos políticos con una orientación más global podrían fomentar una democratización de la mundialización que hace mucha falta. Pues, como diría Anthony Giddens, el problema de la globalización, es la falta de más globalización. No solamente en el ámbito de la economía de los servicios y de la información, sino en la esfera cultural, social, civilizatoria y democrática.
En contraparte, podrían resurgir nuevos argumentos en donde se cuestionara la parálisis general de los partidos políticos y el subdesarrollo general de la democracia global que se vive en la actualidad. Que los sistemas de partido tengan un nuevo ímpetu no es la panacea para que haya más participación popular y asunción de responsabilidades en la política global, pero sí que podría implicar importantes mejoras.
En suma, el poder de los partidos políticos globales no sólo debe residir en la obtención de los votos, sino más bien en la legitimidad de su voz, de su actuar de su proyección partidista, incluso cuando se hable de una minoría débil o perseguida.
Se ha entablado muy pocas reflexiones sobre el papel que juegan los partidos políticos en la era de la globalización, y se encuentra muy poca información sobre la conformación de los partidos políticos mundiales, y aunque parezca que es un asunto autóctono de la unión europea, la academia y los generadores de las ideas no deben hacer caso omiso a estas nuevas formas de estratificación de la nueva post- política internacional.
Por lo tanto, la conformación de estos nuevos partidos políticos puede parecer fantasiosa, polémica, y hasta, algunas veces, incrédula de un simple experimento extremo de la Nueva Política global, pero deberá encontrar una respuesta práctica, pues en un contexto de globalización parece que el cosmopolitismo partidista ha llegado para quedarse.
Bibliografía
Patomäki, Heikki y Teivo Teivamen (eds) (2007), Global Political Parties, New York: Zed Books.
Posadas, Ruslan, (2010), “Política y Poder en la era Transnacional”, en: Grupos de Poder, La Toma de Decisiones en un Modelo Democrático, México, UNAM.
Poviña, Carlos.( 1944), El ordenamiento legal de los partidos políticos, Buenos Aires, Depalma.
Scholte, Jan Aart, (2006), Political Parties and Global Democracy, London, Centre for the Study of Globalization and Regionalisation.
Uvila, Katarina y Patomäki Marko, (eds) (2006.), Elements for a dialogue of global Political Parties, New York, Institute for Global Democratization.
Hemerográficas
Beck, Ulrich, (1998), “Democracia Global. Más allá del Estado Nación”, en Revista Metapolítica, núm. 5, pp. 7-12.
Fuentes electrónicas
Harvey, David. (5 de Enero de 2007). El Neoliberalismo como Destrucción Creativa., Disponible en:http://es.scribd.com/doc/8913408/David-Harvey-El-neoliberalismo-como-destruccioncreativa, Recuperado el 15 de Mayo de 2011.
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Profesor de Literatura, Ciencia Política y Filosofía. Asesor Financiero y Agente de Seguros. Fundador de “VyH Asesores”. Coordina el seminario: El léxico de la política en la globalización en la UACM. Contacto: drhugo.smnyl@gmail.com ↑