Por Eduardo Soto Borja Quintanilla
Si la primera parte fue una estupenda propuesta al género de Zombies, esta segunda entrega flaquea lo suficiente para simplemente ser considerada «una secuela de entretenimiento puro», ya que no goza de personajes carismáticos o memorables que sí encontré en la anterior, y simplemente se limita a mostrar guerras de pandilleros, narcotráfico, tramas «colaterales» aderezadas con mensajes sobre la culpa, la redención personal en medio de un CGI de zombies tan evidente que parece una secuela sacada de un videojuego y metida con calzador aquí en la entrega. Esta nueva propuesta tiene gratos momentos, sí, pero desafortunadamente no está a la altura de la cinta anterior; por si fuera poco, no tiene relación alguna con ella, salvo que creo que Dong-hwan es la niña sobreviviente de la pasada… No estoy seguro.
Pero, bueno, mientras me quedo con la duda, gozo de un prólogo y primer acto emocionantes que recuperan el espíritu de asombro y acción sin piedad de la primera parte. De ahí que encuentro cierto deleite por lo menos en todo el primer acto de la cinta. Esta “secuela” mantiene, en ese sentido, el honor de la entrega anterior, con los protagonistas intuyendo el horror que su nación vivió cuatro años atrás, pero sin tener de primera mano la experiencia. Por esa razón, el suspenso rodea gran parte de la cinta y el “terror” es manejado a cuenta gotas y con un par de autoreferencias incluidas (un ejemplo sería cuando los prisioneros de la mafia en la película son sometidos a una “selva de zombies” para sobrevivir).
Y no es lo único. Pero lo describiré de esta forma: la cinta comienza con unos mafiosos proponiéndole a una familia un trato particular, transportar 20 millones de dólares estadounidenses a un puerto en Corea del Norte. Si consiguen superar el obstáculo zombie, la mitad del botín es suyo. Con armamento y sabiendo la «debilidad» de los zombies, ¿qué puede salir mal? Bueno, como los personajes no están al tanto de las pandillas clandestinas que usan zombies para masacrar a cualquiera que aparece en la ciudad, en resumidas cuentas, todo.
Y con el tema de las pandillas surgen sub-tramas que, paulatinamente, pasan a ser el centro de la historia misma, casi como giros de tuerca sin pertenecer de origen a la historia principal, la de la familia huyendo del caos mediático zombie. Como lo acabo de exponer, puede no ser mucho, pero sin duda Estación Zombie 2: Península es una historia que pudo tener varias intenciones sin realmente preocuparse por desarrollar a fondo cualquiera de ellas: con los zombies como pretexto, hablar de las mafias que buscan sobresalir económicamente, la “resistencia” que trata de alcanzar la luz del día o bien la del antihéroe que repentinamente busca redimirse por la culpa que lo corrompe. Si a eso le añado las persecuciones en camioneta, adrenalínicas y, en términos de acción, lo más destacado de la película, pero nada realistas y terriblemente pobres en cuantos a efectos visuales refiere; demasiado evidentes.
Hay personajes mejor trabajados que otros y, en lo positivo, incluir el concepto de “mujer empoderada a la fuerza” resulta orgánico en la película, pero incluso esta premisa tiene poco tiempo en pantalla y sabemos de ello lo más básico posible. El factor zombie aparece, pero es relegado a un segundo plano precisamente por la superposición de la sub-trama de mafia clandestina que llega a producir distintos giros de tuerca. Y, sí, aquí surge la presentación de “personajes odiosos” que van aumentando su “curva dramática” en un par de momentos, pero nada que opaque completamente la premisa central.
En oposición a este último punto medianil, las referencias a la cinta pasada —aun cuando sea una entrega “independiente”— fueron gratas y me llené de emoción con ellas. Incluso sirven de camino para algunas escenas de acción en el tercer acto del filme y “permiten” que los buenos de la cinta avancen camino a cumplir su objetivo. Y, pues, cuando los obstáculos son removidos, termino pensando en Península como una especie de epílogo que no quiere llamarse así, pero deja vistazos o impresiones de serlo.
Al final, Estación Zombie 2: Península tiene algunos momentos agradables, interesantes, incluso emocionantes, pero sus subtramas convertidas en secuencias que acaparan el “grosor” de la premisa, más unos efectos poco trabajados, le quitan mucho mérito a una película que es secuela de una gran cinta de terror zombie. Personalmente, acabé decepcionado, pero al mismo tiempo era de esperarse: cuando una cinta exitosa en todo sentido tiene una «secuela tardía», las expectativas destruyen todo en el camino, incluso a los personajes.