Por Diego Guerrero Medina
¿Qué es la ciencia? es una pregunta que obliga consultar una amplia bibliografía, de tal manera que ante mi autoconocimiento como imberbe me dirigí a las estanterías de mi casa, supuse que algunas obras conocidas serían un buen punto de arranque para contestar esta tarea, La teoría del todo, La mosca y el frasco: conversaciones con intelectuales británicos, ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?, etc., mas la cuestión se me presentaba aún más abrumadora, por lo que acudí con un viejo amigo, especializado en neurociencias y le planteé mi problema.
—¿Qué es la ciencia?
—Depende, en qué época y en qué disciplina
—Entonces, ¿el pensamiento científico no es uniforme y universal?
—Habría que delimitar, si generalizamos cometemos errores.
Sin duda este to do era mucho más complejo que dar una opinión sobre Cosmos, pero habría que hacer el esfuerzo. Hay quienes aseveran que la ciencia nace en el siglo XVII, en específico gracias a John Locke y David Hume, como si antes sólo existiera la palabra de Aristóteles y la Biblia, pero ¿dónde quedaría entonces Arquímedes?, ¿dónde quedaría Ptolomeo?, bien el concepto de ciencia no ha permanecido inmutable a lo largo de los siglos y los milenios, pero podríamos asegurar en general que la ciencia parte de la experiencia de los hechos.
No obstante formalizar el pensamiento científico es otra cosa, y es ahí donde entra John Locke, quien trabajó un pensamiento más formal, sin embargo, el mismo Locke descubriría que una catenaria era mucho más eficiente para estructuras arquitectónicas que sólo tenían que aguantar su propio peso en vez del arco de medio punto, pues las primeras utilizaban mucho menos material que las segundas, su método fue sencillo, tomó una cadena y la dejó suspendida, aquella forma que adoptaba la cadena era exactamente la forma que debía tener el arco en sentido opuesto, como se muestra en las siguientes imágenes:
Sin embargo este descubrimiento de Locke no pudo tener un uso práctico hasta el siglo XIX, puesto que Locke no hizo las ecuaciones que requería este supuesto, es decir no formalizó el conocimiento en un lenguaje “científico”.
Como habíamos dicho, esta inovación arquitectónica no se pudo usar hasta finales del XIX, y aunque no fue gracias a las ecuaciones, sí fue gracias a la “fe” y la intuición de otro gran pensador, Antonio Gaudí, que trabajaba con maquetas para realizar sus trabajos.
Otro caso asombroso es el de Faraday, un soplador de vidrio que gracias a becas y al incentivo de sus amigos y mecenas pudo estudiar los efectos del electromagnetismo, pero no a través de ecuaciones, sino de experimentos guiados por la “intuición”, de hecho fue él quien inauguró las conferencias navideñas de la Universidad de Oxford (la más antigua de Europa), y que se hicieron costumbre, hasta el punto de ser televisadas por la BBC, décadas más tarde, en una de ellas Alan F. Chalmers explicó algunas cosas de lo que después se convertiría en su libro ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?, así como La mosca y el frasco. Al problema de Faraday de no formalizar sus aportes se sumó después el trabajo de Maxwell quien repetiría sus experimentos y los traduciría al lenguaje de las ecuaciones, con lo que ambos se convirtieron en los padres del electromagnetismo, fundamental para la ciencia del siglo XX.
Entonces, ¿sólo se puede hacer ciencia a través de procesos formales o mejor aún qué es la ciencia?, parece contraintuitivo, pero la ciencia no es un corpus rígido, por el contrario, está en constante cambio y parte de sus principios afirman su naturaleza cambiante, la corregibilidad y la falsabilidad.
¿Qué es la corregibilidad?, se trata de un conocimiento que describe una parte de la realidad de manera “adecuada”, hasta que en un momento dado un modelo nuevo o redescubierto describe el mismo fenómeno de una manera mucho mejor, por lo general más sencilla y elegante, en palabras de Stephen Hawking. Pensemos por ejemplo en la teoría Geocéntrica, que postulaba a la tierra como el centro del universo y que describía el movimiento de los astros, excepto el de cinco “errantes”, o en griego, “Planetas”, los cuales tuvieron que ser descritos con otro circulo dentro del propio modelo como se muestra en la siguiente imagen:
Esa J representa a Júpiter, desde luego, y ese círculo extra era necesario para explicar los movimientos “erráticos” del astro. Durante milenios, este modelo describió de manera satisfactoria los movimientos de los astros, hasta que Galileo y Copérnico corrigieron el modelo, proponiendo a su vez el del Heliocentrismo, mucho más sencillo y elegante:
A su vez este fue corregido por Kepler. Algo similar pasó con la teoría atómica y los modelos de Rutherford, Thompson y Bohr.
En cambio, la falsabilidad se refiere al carácter del enunciado científico, dado que el conocimiento puede ser falso o verdadero y la creencia no, por ejemplo:
Es posible que tengas suerte en la lotería | No es ni falso ni verdadero
Todos los metales se dilatan cuando se calientan | O es falso o es verdadero, es decir, es falsable.
La ciencia se encarga de enunciados falsables, la creencia no es su campo de trabajo, para saber que pensamiento es creencia, basta con preguntarnos si es falsable, una vez que hayamos averiguado esto es necesario someter el enunciado a la experimentación.
Y aquí viene un gran problema de la física moderna, incluso Einstein tuvo serios problemas cuando publicó su teoría de la relatividad, pues no había manera de demostrar o refutar su propuesta, hasta que Arthur Stanley Eddington halló una manera de someter los enunciados de Einstein a experimentación, sí lo que Einstein decía respecto a la curvatura del espacio era real, ésta debería notarse en la fotografía, de, digamos, un eclipse, de tal manera que la luz de las estrellas que rodean las corona del sol se deformara levemente: así fue.
Y aunque muchas de las teorías de Einstein sólo se han podido comprobar hasta fechas recientes, como pasó con Faraday y Maxwell, el pensamiento, o mejor dicho, el conocimiento científico no retrocede, pues incluso los resultados negativos en el experimento aportan nuevo conocimiento sobre el hecho.
—Oiga, profe— le comento a mi amigo— también había oído alguna vez que la repetición de resultados era la piedra angular de la ciencia.
—No, no hay que confundir el método científico, con la capacidad para realizar modelos experimentales, aunque una vez dado el modelo experimental, si no hay repetición de resultados, seguramente la hipótesis esté equivocada.
—Entonces la repetición de resultados es una piedra angular del modelo experimental, ¿por qué no de la ciencia?
—Por el factor de corregibilidad, es decir hasta que no se aporten nuevos datos es así, pero todo puede cambiar, la repetición de resultados no es un punto final a la ciencia y a los problemas que el modelo ya respondió.
—Me comentaba también que depende la disciplina, debemos pensar lo que es ciencia, ¿cómo es eso?
—Por ejemplo, es psicología hay muchos farsantes que postulan al psicoanálisis como una ciencia, pero sus enunciados no cumplen con el factor de falsabilidad, no se puede demostrar como falso o verdadero el enunciado del inconsciente, que a diferencia de la catenaria de Locke o los experimentos de Faraday tampoco ofrecen una repetición de resultados, ni se puede formalizar en ecuaciones.
Un ejemplo más problemático es el que nos ofrece el trabajo de Darwin y su teoría de la evolución, a día de hoy el compromiso científico asume esta teoría como un hecho, aunque se ignore el cómo se suscitó, y desde luego haya pasado por varias correcciones. El naturalismo hizo algo excepcional: catalogó y clasificó, pero no sometió a experimentación, se limitó a la observación, sin embargo, este paso no dado de ninguna manera le desmerece rigor científico a la obra de Darwin, para su época, el naturalismo era una ciencia, pero carecía de formalidad. Hoy en día, campos como la geología, la paleontología y la ecología, aportan más conocimientos sobre el cómo se pudo dar la evolución, pero aún no hay una teoría unificada y asumida unánimemente por la comunidad científica. El conocimiento científico tampoco es una ecuación universal o patrimonio de un genio esporádico en la historia, es patrimonio de la humanidad y de su conocimiento acumulado, es decir de su experiencia, de su ensayo y error, como diría Newton, “Si he visto más lejos es porque estoy sentado en hombros de gigantes”.
¿Qué es la ciencia? Conocimiento derivado de los hechos de la experiencia, pero a través de una perspectiva muy particular, hija de la curiosidad, la necesidad y muchas veces del azar.