Por Shara Bueno[1]
El 24 de septiembre de 1997, a las doce horas con treinta y siete minutos y dieciséis segundos, el señor de la chaza de dulces de alguna plaza principal de Latinoamérica, escucha el boletín radial de noticias donde comentan que los mafiosos colombianos andan pagando 50 dólares a quien proteste contra la extradición con carteles frente al Senado, en Bogotá. En ese mismo instante Andrea Echeverri piensa cómo será el lanzamiento del Álbum Tributo, por allá en las Yunaites el próximo mes, mientras almuerza ajiaco preparado por su mamá y, con destreza, agarra la mazorca con los dedos, como lo aprendió en su niñez. En ese mismísimo instante un politiquero con pinta de hacendado ordinario, llena de semen el útero de Carmen Galindo, bella muchacha con la secundaria sin terminar, madre soltera y mesera en una cafetería del centro de Armenia.
Nueve meses después de este caliente encuentro en la oficia de Ancizar Rubiano, nacería Amelia Rubiano Galindo, la Amélie colombiana.
Ancizar Rubiano, papá de Amelia, casado, tiene más de 5 demandas por alimento, próximamente una sexta por no querer responderle a Carmen por su hija. Poca información de él, sólo sabemos que es un hijueputa.
Carmen Galindo, mamá de Amelia, quedó embarazada por primera vez a los 15 años, vive con sus padres, su mamá cuida a las niñas mientras ella trabaja. Amelia heredó su altura, su nariz respingada y la tez de su piel.
Amelia con 5 años apenas reconoce a su papá, su mamá sigue trabajando en la cafetería mientras ella crece junto a su hermana, abuelos y amigos del barrio. Ingresa a un colegio público y, con el paso de los años, sueña con entrar a la universidad, pertenece a la generación de hijos de padres que viven en carne propia la resignación a la explotación laboral y creen que la educación ayudará a tener un mejor futuro, olvidando que estamos en Colombia.
Pero vamos muy rápido. Amelia crece y, como a todas las muchachitas del mundo (o, al menos, de Colombia), le salen granitos en la cara, vellos en la vagina y en las axilas, le llega la menstruación, empieza a depilarse las piernas y el bozo y, se enamora del bobo hijueputa más grande del barrio. “La bella y el bestiañero”, les decían.
4 años de relación, creímos que el fin de ésta, sería también el fin de Amelia, el de su tortura, su lloradera, su aguantadera de cachos, pero nos equivocamos.
“Y es que vivir es una gonorrea”, decía Amelia mientras fumaba marihuana en la ventana de su apartamento alquilado cerca al centro de la ciudad. En este punto, como ya se habrán dado cuenta, Amelia no se parece en nada a Amélie, acá no hay encuentros casuales, lo ocurrido aquí es sólo la consecuencia de decisiones forzadas en el afán por sobrevivir.
Amelia terminó con Yeferson, el chisme que hay es que él intentó pegarle y ella no lo permitió. Logró graduarse del colegio y entrar a la universidad, conseguir trabajo como webcam y un nuevo novio. Manuel era perfecto, la consentía, la recogía en la universidad, salían de viaje, la presentó con sus papás, le gustaba compartir tiempo con sus amigos y, por lo pronto, que tanto él como ella tuvieran su espacio; eso nos contaba Amelia y, aunque la envidiábamos por su novio perfecto, éramos felices porque por fin estaba con alguien que la valoraba.
…Hasta que un día con amargura, indignación y complicidad, la ayudamos a maquillarse el moretón del rostro.
- Parce, ¿Qué pasó?
- Nada marica, estábamos discutiendo. Voy a llegar tarde a clase, miremos como tapamos este morado.
- Parce, no se deje pegar, deje a ese man, usted toda linda se consigue otro y ya, pero no deje que le pegue, ¿Le parece justo que haga eso?
- No, pero lo amo.
- …
- ¡Apúrese!, tenemos que salir ya.
Fuimos cómplices, nos quedamos de cómplices, nunca hicimos nada.
Uno nace en Colombia y la vida lo escupe, la iglesia lo condena, el familiar cercano lo viola, la familia, los amigos y el amor lo traicionan, uno guarda silencio, el silencio con el tiempo se pudre, el olor intoxica el alma, entonces matamos, nos matan o nos matamos.
25 de septiembre del 2019, ocho de la mañana.
*El celular vibra*
*El celular vuelve a vibrar*
– Vida hijueputa, ¿Quién escribe tanto a esta hora?
*Abre WhatsApp*
*Abre el chat sin leer*
- Amelia se mató
Parce, no juegue con eso
- Es en serio, la encontraron
muerta en el apartamento
No puede ser cierto
*Cierra WhatsApp*
*Abre Facebook*
Judicial- Amelia Rubiano Galindo, joven universitaria de 20 años, fue hallada muerta en su apartamento al Este de la ciudad en la noche del 24 de septiembre por sus familiares. Noticia en desarrollo.
5 de noviembre del 2020, siete de la noche.
Amelia, confieso que casi olvidaba el camino hacia tu casa maternal, la puerta donde te dejé la última vez que te vi. Amelia, creí que tu familia se había ido, hasta que vi un gato lamiéndose la panza en la puerta de enseguida, ¿Eras tú mostrándome el camino? Amelia, he tocado la puerta, una viejita que se me hace conocida se asoma, le pregunto si esa es la casa de la familia Galindo. Amelia, ella guarda silencio y abre la puerta, entro y pienso que tú hubieses sido igual de tierna a los 70 años. Amelia, apenas abro mi boca para decir que soy tu amiga, me desplomo en llanto, ya no estás, hace más de un año que no estás. Amelia, abracé a tu abuela y le entregué el poemario que te dediqué, el cual, si estuvieras viva, seguramente se lo habría dedicado a mi perro. Imagino que ríes con lo que dije, porque sabes que, con seguridad, hubiese sido así. Amelia, te extraño. Amelia, me faltan las palabras para explicarle a tu abuelita el porqué de tu decisión. Llega tu primo, aprovecho el momento para escabullirme. Amelia, aun pienso que estás viva y podré encontrarte, algún día, por casualidad en la calle.
- Shara Bueno (Poeta) Armenia, Quindío, Colombia, 1999. Actualmente es estudiante de Comunicación Social – Periodismo en la Universidad del Quindío. Segundo lugar en el concurso Departamental de Poesía CASD 2014. Ha sido publicada en algunas revistas digitales y físicas nacionales e internacionales. Poeta seleccionada para participar en la V Internacional Nadaísta Medellín 2018, además obtuvo el 3er lugar en el primer certamen de expresión cultural “Un vistazo” de Oaxaca, México, en la categoría de microrrelato. Invitada al 7° Festival Alternativo de Poesía de Medellín, al 3er. Festival de Artes en Tembladera, Cajamarca, Perú; al Festival La Mafia 2018/Pasto, al VI Encuentro de Nadaísmo en Todas Partes, Eje Cafetero 2019 y al 10 Festival Internacional de Poesía Manizales. En el 2018 publicó su primer poemario titulado “Secretos Bajo la Cama” y en el 2019, “Memorias de un Ingrato”, (publicaciones independientes), este último libro con reedición por la editorial Culo de Guayabo, en el 5to. Número de Impertinencia de todo. ↑