Por Erick López Huerta
En la sociedad mexicana actual, han surgido diversos movimientos en favor de la liberación de las mujeres y en contra de la violencia de género y la desigualdad de condiciones que esta conlleva. La sociedad está dividida entre la cultura machista, los grupos feministas y la parte de la población a los que les parece indiferente lo que le pasa al sector femenino del país, porque es una realidad que, actualmente, ser mujer en México es un juego de azar, es vivir en una incertidumbre constante llena de preocupación, es una verdad innegable que no se puede ocultar con frases típicas como “andaba en malos pasos”, “salió muy tarde” o el clásico “se vestía muy provocativa”.
A simple vista, podríamos responder la pregunta inicial argumentando que el sistema jurídico mexicano favorece y protege plenamente a las mujeres, total, las que ganan los juicios de custodia en su mayoría son mujeres; hay menos mujeres en situaciones de pobreza; que del índice de homicidios del 2019 (36,476 homicidios), 32,372 fueron hombres y solo 3,874 fueron mujeres; la creación del delito de feminicidio y la diferencia de pena entre un homicidio culposo; y así podría citar un sin fin de pruebas referentes a que el sistema favorece a la mujer. La respuesta parece obvia, sin embargo, podríamos reformular la pregunta a “si el derecho favorece a la mujer ¿por qué es tan afectada?, al reformular la pregunta abrimos un nuevo paradigma que nos arroja a una cruda verdad, el aliado de la mujer no es más que un vil enemigo con antifaz.
Si el sistema jurídico apoya a la mujer, legisla normas a favor de su seguridad, protege las relaciones maternales, ¿cómo es que puede ser su enemigo? Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de enero a junio del 2020 han registrado 489 feminicidios, un promedio de 3 feminicidios al día, lo cual suena poco en cuestiones numéricas, pero no estamos hablando de cifras, hablamos de que esos números tienen nombre y apellido, tenían metas, planes, tenían una vida; efectiva e innegablemente hay más homicidios en contra de los hombres, pero a ningún hombre lo han matado por la simple razón de ser hombre. Jurídicamente hablando, existe una doctrina que es parte de la filosofía del derecho que se llama realismo jurídico, esta doctrina les da muchísima importancia a las sentencias de los jueces y tribunales porque la sentencia es el resultado de la ley, no tendría sentido tener mil leyes que protejan los derechos humanos básicos, como lo es la vida, cuando no se dará una sentencia apropiada o ni siquiera un feminicida llegue a juicio, ¿qué sentido tiene? Nos damos cuenta, entonces, que el sistema realmente no favorece a la mujer al analizar las cifras de cuántos feminicidas llegan a tocar un penal, solo 3 de cada 100 casos de feminicidios son condenados, es una cifra extremadamente absurda, nos indica que 97 feminicidas están en libertad y en capacidad de volver a privar de la vida alguien. Un feminicida en libertad es un gran peligro para la sociedad ya que la norma jurídica regula conductas externas, no podríamos adivinar que alguien está planeando el ya mencionado delito, a esto se refiere que la vida de una mujer es una incertidumbre en este país.
Retomando la pregunta inicial, tenemos que analizar por qué si el sistema es un enemigo de la mujer, en muchísimos aspectos la favorece, podríamos hacer una analogía absurda y comparar los géneros como niños: si están haciendo algo juntos, se podría decir que si hay desigualdad física, se va a favorecer al que tenga “desventaja”; el Estado creyó que por ser mujeres necesitaban cierta ventaja jurídica, esa es la verdadera razón de que las mujeres tengan lo que podríamos describir como ciertos “privilegios”, lo que realmente es una clara muestra del machismo que hay dentro del Estado mexicano, el hecho de que se piense que una mujer necesita ser ayudada es un claro ataque al género y a la igualdad.