Por Marco Celón[1]
En relación a los choques de oferta y demanda, debemos tener en cuenta que los efectos económicos de la crisis por SARS CoV2 suceden de forma diferenciada, es decir, en tiempos distintos, debido a la propia dinámica de los contagios y a las políticas públicas destinadas a disminuir los efectos negativos en la salud de la población.
En un primer momento, ante la llegada de los primeros casos de infectados por el virus SARS CoV2, las medidas de distanciamiento social, confinamiento y cierre de establecimientos comerciales no esenciales produjeron un choque de oferta en sentido negativo.
Posterior al primer efecto, el cierre de establecimientos trajo consigo otros fenómenos como la pérdida de empleos. Distintas empresas tomaron la decisión de efectuar despidos a gran escala con el objetivo de reducir sus costos y enfrentar la pérdida de liquidez ante el cierre de sus operaciones, algunas otras decidieron recortar las horas de trabajo y el salario a sus empleados, todo esto significó una importante pérdida de ingresos para una parte considerable de la población, provocando un choque de demanda también en sentido negativo.
Este comportamiento explica, a grandes rasgos, las razones que motivan definir el choque de la pandemia en ambos sentidos, un choque de oferta y un choque de demanda.
Implicaciones sobre el producto y el nivel de precios
Como ya se ha señalado, el choque de oferta y demanda se ha dado en ambos casos en sentido negativo. Mediante un análisis elemental del comportamiento tanto de la oferta como de la demanda en términos agregados, podemos esperar que tanto el producto como el nivel de precios presenten un crecimiento negativo.
Esta conducta puede explicarse analizando la toma de decisiones de productores y consumidores ante la disminución del ingreso y, por lo tanto, de liquidez que hemos explicado anteriormente.
Ante una disminución en la operación de los establecimientos comerciales (tiendas físicas, tiendas virtuales, centros comerciales o mercados sobre ruedas), se presume que en primera instancia los productores disminuyan o paren por completo su producción ante el temor de acumular una gran cantidad de mercancías en los inventarios. Dicho comportamiento se da como una primera respuesta a la imposibilidad de insertar la producción en los canales de compra-venta, en consecuencia, produce una primera disminución del producto en la economía.
Este primer movimiento puede entenderse como una disminución en la demanda efectiva, es decir, los consumidores aún tienen los medios y deseos de adquirir cierto tipo y cantidad de productos pero los canales paro su adquisición se han visto interrumpidos y dicha demanda no logra satisfacerse por una nulidad o disminución de oferta (producto del cierre de operación en los establecimientos comerciales).
En un segundo momento, los consumidores verían sus ingresos mermados a consecuencia de distintos sucesos como ser despedidos o enfrentar una disminución salarial por los motivos mencionados con anterioridad, es previsible que esto produzca una disminución del consumo que será perceptible sobre todo en los bienes que no son de primera necesidad. La consecuencia de una disminución generalizada en el consumo de una gran cantidad de bienes y servicios es una disminución en el nivel de precios de la economía.
Dada su composición, debería darse una segunda disminución del producto en la economía una vez que el consumo se vea mermado, si la inversión y el gasto público se mantienen constantes o por lo menos no tienen un crecimiento positivo de la misma magnitud que el crecimiento negativo del consumo, entonces: , el producto disminuye dado que el consumo es uno de sus componentes.
Podemos observar en la gráfica 1.0 que se podría haber esperado un aumento en el nivel de precios ante el primer choque negativo de oferta que se vería contrarrestado por el choque negativo de la demanda producto de la primera disminución del ingreso.
De tal forma que el resultado de estos choques disminuirá las presiones inflacionarias del choque de oferta y tendría como resultado una disminución tanto del producto como del nivel de precios
¿Por qué se da esa disminución en el nivel de precios?
Dado que hay existencia de mercancías en los inventarios aun cuando la producción haya parado por completo o disminuido parcialmente, esto representa costos importantes (arrendamiento de bodegas, logística, mantenimiento, etcétera) para los productores y comerciantes que ya enfrentan problemas de liquidez, por lo que se vuelve urgente efectuar la venta de sus mercancías de la forma más expedita posible para enfrentar sus problemas financieros.
Los precios son la variable mediante la cual los productores pueden actuar en el mercado, a través de una disminución de estos pueden lograr estimular el consumo de los bienes que están dejando de demandarse parcial o totalmente.
Desde luego, existen productos que pueden mantener sus precios relativamente fijos, como los alimentos, y otros que pueden manifestar un aumento de precio como los productos e instrumentos médicos y sanitarios (cubre bocas, oxímetros, tanques de oxígeno, guantes de látex, medicinas, etcétera) pero en general los precios mostrarán una tendencia a la baja junto con el producto.
Políticas Públicas vs SARS CoV2
La ONU apunta que es deseable instrumentar políticas fiscales y monetarias encaminadas a apoyar la provisión directa de recursos tanto a trabajadores y hogares como a las empresas que corran el riesgo de quebrar. Se espera que este apoyo ayude a aminorar la pérdida de puestos de trabajo y disminuir el descenso de la capacidad productiva de la economía[2].
Sin embargo, las políticas públicas destinadas a combatir la crisis han sido variadas según el país que las instrumenta, éstas van desde la adquisición de deuda para financiar grandes programas de transferencias y la disminución de cargas fiscales que le permitan a las empresas reducir sus costos y mantenerse en operación, hasta programas de reducción de precios (o condonación/prórroga en el pago de la deuda) en servicios de electricidad para hogares e industrias o seguros de desempleo.
La política monetaria se veía, desde meses anteriores a la pandemia, encaminada a la reducción paulatina de la tasa de interés de referencia establecida por los bancos centrales, o los ministerios correspondientes. En el caso de México, la tasa de interés de referencia pasó de 8.25%, en agosto del 2019, a 5.50% a partir de mayo del 2020, un crecimiento negativo de 275 puntos base.
Un análisis de la política fiscal y monetaria desde el modelo IS-LM
El modelo IS-LM es una herramienta macroeconómica que refleja el equilibrio del ingreso/producto nacional y la tasa de interés mediante dos curvas. El origen y la interacción de ambas curvas, la IS que deviene de la demanda agregada, y la curva LM que se obtiene a partir del mercado monetario, nos permite observar las implicaciones de la política fiscal y monetaria sobre el nivel de ingreso/producto y la tasa de interés.
Suponemos en este análisis que la política monetaria reacciona con antelación a la crisis por SARS CoV2. Como señalamos con anterioridad, en México y otros países, la disminución en la tasa de interés de referencia se venía dando con anterioridad a las medidas sanitarias por la pandemia.
Podemos observar en la Gráfica 2.0 que el nivel de ingreso y la tasa de interés que satisface el equilibrio de la economía, en un primer momento, se encuentra en “A •” (Con un nivel de ingreso Y*0 y tasa de interés en i*0).
El primer punto de equilibrio se ve modificado a partir de que la política monetaria actúa sobre la tasa de interés desplazando la curva LM a la derecha por un ajuste a la alza en la oferta de saldos reales, desplazando en un nuevo punto de equilibrio a “B •”. Este segundo punto de equilibrio se encuentra en una tasa de interés menor (i*1) y un nivel de ingreso mayor (Y*1).
Este aumento en el ingreso se debe a que la inversión aumenta al ser estimulada con una tasa de interés menor, y el consumo aumenta derivado de un crecimiento en el ingreso disponible, es decir:
La política fiscal reacciona a la contracción económica, mediante un incremento en el gasto público que estimule el consumo de los hogares y una disminución en los impuestos que incentive el consumo y la producción. De tal forma que la curva IS se desplaza hacia la derecha, llegando a un nuevo punto de equilibrio “C •” con una tasa de interés i*2 menor a i*1, pero similar a i*0, la anterior, y un incremento en el ingreso hasta Y*2.
Podemos observar que estos parámetros no son mecánicos. Debido a que la tasa de interés y la oferta de saldos reales son decisiones de política monetaria, un incremento del gasto público o una disminución en los impuestos no necesariamente conducirán de manera causal a un incremento en el nivel de ingreso, para ello es necesario que la política monetaria y la política fiscal se adecúen y complementen con características particulares para esta crisis.
Es así que me parece pertinente instrumentar una política fiscal enfocada en preservar los empleos que corren más riesgos mediante estímulos fiscales que le permitan a ciertas empresas reducir sus costos y mantener sus puestos de trabajo en las mejores condiciones posibles.
Preservar los empleos y la viabilidad de las empresas productivas podría disminuir la caída de la capacidad productiva nacional y, por lo tanto, aminorar el tiempo de recuperación económica y la profundidad de la crisis.
Implementar seguros contra el desempleo y transferencias enfocadas en aquellos trabajadores y trabajadoras más vulnerables a la pérdida del empleo formal e informal sería especialmente importante para evitar, en medida de lo posible, la contracción de la actividad económica y un aumento de la población en condiciones de pobreza.
En este sentido, es correcto instrumentar programas de transferencia de dinero desde el gobierno, teniendo en cuenta que estos serán realmente efectivos una vez que los establecimientos comerciales puedan operar y la oferta pueda satisfacer el incremento de la demanda derivado de dichas transferencias, de otra forma, el consumo seguiría siendo contenido por el confinamiento y los resultados de las transferencias serían menores, o nulos en el peor de los casos.
Sobre la instrumentación de la política monetaria, la disminución paulatina y mesurada de la tasa de interés de referencia me parece correcta para estimular al sector productivo mediante una disminución de los costos de inversión. Será sumamente útil para mantener la viabilidad en los proyectos de inversión que se emprendieron antes y durante la crisis.
En México la disminución en la tasa de interés no ha mostrado crear presiones inflacionarias que puedan derivar en complicaciones económicas graves.
La política monetaria y fiscal debe enfocarse, en un primer momento, en combatir la pérdida de liquidez que enfrentan productores y consumidores, y posteriormente disminuir los efectos profundos de la crisis y atenuar la pérdida de capacidad productiva que sería difícil de recuperar en el corto plazo, así como evitar la insolvencia de los agentes económicos.
- Marco Celón. Estudiante en la Facultad de Economía de la UNAM, interesado en temas de macroeconomía, política monetaria, desigualdad y movilidad social. ↑
- https://www.un.org/es/coronavirus/articles/launch-report-socio-economic-impacts-covid-19 ↑