Anaya Lia Montré (Aquí desde 1994) Chilena por deber, latina por placer. Mujer por sangre y feminista por derecho. Psicóloga de formación y Pseudónima por elección.
Manifiesto en avión
Quiero hacer un llamado
a todos aquellos rutinarios
Hijos del calendario
Tecleadores rápidos
Receptores de fotones de máquinas pequeñas
Buscadores de descanso funcional
Sentenciados a la horca por una corbata
Predicadores de indicadores económicos
Estresados del estrés
Sistemáticos sistematizadores
Fanáticos de los gráficos
Visitantes frecuentes del reloj de pulsera
Que solidaricen
Una, dos, tres, cinco, un número primo de horas
No importa, las horas que dure el viaje
Que solidaricen
Con los ojos ansiosos y exploradores consecuencia de espíritus inquietos
de quienes necesitan como droga llenarse de imágenes extraterrenales
antárticas celestiales magníficas
Transiciones naranjas violetas rosas amarillas celestes azules sobre los colosos evaporados
De quienes anhelan sentir que dependen de la tierra y su gravedad
Que los ríos son zurcos del cráneo del planeta
Que el viento afuera tiene una velocidad mortal
Que lo único que los sostiene en el aire es el pulso de su corazón en los límites de la piel
Que las luces de las ciudades son tesoros relucientes olvidados en el abismo
Que la lluvia sale de sus pies
Que las montañas son como cantantes gregorianos vestidos con túnicas grises y blancas
Que hay islas formadas por ilusiones ópticas
Que el reflejo del sol es eterno
Que la noche tiene luciérnagas como ojos estáticos
Que el atardecer y el amanecer son uno solo
Que los puntos cardinales son sinónimos entre todos
Que el tiempo no se desplaza
Por favor, que solidaricen
Que permitan que estos seres sean las pupilas de los muchos ojos de la máquina
Porque los ojos son las ventanas al alma
A nuestra alma perdida en algún estrato o algún cúmulo
Que no nos priven del placer imaginario que ellos cambiaron por lo mundano
Porque no hay nada más egoísta
ni peor acto hacia quienes quieren escapar de la vida un rato
que no mirar para afuera cuando te toca el asiento de la ventanilla
Rota
No sé bien cuando, ni cómo ni dónde
pero de tu acantilado yo caí
Caí hoja seca de plátano oriental
Caí cristal de agua desde el cielo
Caí con tus balas de palabras incrustadas en mi tímpano
Y nadie excepto mi cuerpo amortiguó a mi alma de la caída
De esperar hundirme en un abismo ensoñado
De
tus
Susurros
Me encontré con tu frialdad de cemento
Y yo, la gota de lluvia que se fracturó en tu encuentro
El jarrón que nunca fue invaluable
Roto en pedazos dolorosos
Me dejé caer por tu gravedad insolente
Los huesos desgarrados tienen la misma pasión
Del que
desgarra la ropa
antes
del
Amor
Los pulmones perforados de estalagmitas
La garganta con una pena en los ojos
Este cuerpo fantasma con un dolor presente
Ya no es el cuerpo que quiere amarte
Pero puta,
el
Cuerpo
siempre
se
Miente
La sangre se aleja de mis venas
Y con la fuerza restante confluye en un río que sigue cayendo
Sólo por ti
Helia
Decidí guardar mis horizontes en los bolsillos
Desdibujar las fronteras entre tu existencia y la mía
El sol no brillará nunca como ahora
Y tú estás tan radiante como siempre
No te amenaza el tiempo que devora los días ni piedad tampoco tiene con las noches
Te peinas las nubes hasta pincelarlas
Y te las trenza el viento en tormentas
¿Qué ocultas en tu naranjo reino?
Helia, no me mires con esos rayos que me queman las pupilas
Estoy al norte de tu párpado en tu acantilado de pestañas
Observando el círculo azul en el cielo
¿Qué quieres de mí que ya no te haya dado?
Tus estrellas están tímidas en esta velada, ¿Será que dije algo?
La luna aún espera que termines tu danza para salir a dar su pobre espectáculo, Helia.
No seas egoísta, tienes toda la galaxia y mis ojos para ti
Me estoy ahogando en tu espejo oceánico
Tu reflejo no permite que me veas pero yo sé que estás ahí
¿Por qué no te cortas un cabello luminoso y me lo das?
Quizás así afloren mis pétalos
Quizás así despierta el pájaro congelado en mi jaula roja
O así puedas eclipsarme con tus guiños, Helia
Me subo a tu falda estratosférica para mirar el manto de insignificancia que has puesto sobre mí
Pero es el único cobijo que tengo
Por sobretodo,
lo prefiero
Porque tu abrigo de noche es traicionero como montaña
Y tu sábana de día puede ser el mismo desierto
La arena entonces hace arena mis pies
Arcillas de todos los colores
Para armarme de nuevo
Pero te has llevado toda el agua, Helia
La ventisca me lleva a ser basura en tu ojo
Y lloras como vía láctea
Vuelvo a mirar la vida desde el borde, el horizonte de ilusión de tu párpado
Recordando que no puedo llegar a él
Como agujero al centro del planeta
en el que nunca chocan los huesos y el cuerpo en colosal impacto sangriento lleno de vida
Helia, vida mía
No me detengas más
No quiero ser horizonte de tu ocaso diario
Ni arena del tiempo en tu iris
Quiero merecer tu luz
Y para eso hay que lanzarse al vacío circular del mundo
Así perseguir tus mañanas
Y que la noche vampira no me lleve nunca
Helia, vida mía
No quiero más ser de lo mundano
Déjame libre en mi caída
Gracias por los poemas. El de «Manifiesto en avión» fue el que más llamó mi atención por el llamado a la solidaridad que realiza. Saludos.