Por Verónica Ethel Rocha Martínez
El presente ensayo es un espacio reflexivo para plantear, ante los actos de violencia y el síndrome del chivo expiatorio, la necesidad de una ciudadanía planetaria que pueda, de manera responsable, actuar ante la pandemia del COVID19 y generar actitudes resilientes capaces de afrontar, revertir y generar opciones de existencia solidaria e incluyente.
Introducción
Una pandemia no es algo ajeno a la historia de la humanidad, a lo largo de los siglos,
las bacterias y virus han sido la causa de numerosas muertes, antes que el SARS CoV2, causante de la enfermedad COVID19, el sarampión ya ha matado a 200 millones de personas en el mundo y las cifras de decesos causados por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) suman ya 35 millones, de acuerdo a cifras aportadas por Infosalus (2020).
Aunque, lo cierto es que en pleno siglo XXI ¡Vivimos una pandemia! Sin suficiente tiempo para digerir esta situación, fue necesario limitar la movilidad de los individuos en todo el mundo para con ello evitar la propagación del virus, se hizo indispensable generar medios y procesos de educación a distancia, surgieron formas de entretenimiento virtual, nuevas estrategias de abasto y de comercio.
Además, una de las dimensiones centrales de esta tragedia corresponde a su rápida dispersión debido a la agilización del transporte y la concentración masiva en las urbes que favorecieron su diseminación a nivel global; solo bastó una semana para que el virus SARS CoV2 llegara de China a 40 países (Infosalus, 2020).
Así, el cambio en el acontecer de la humanidad ha sido enorme, en tan solo unos meses, el confinamiento devela problemáticas de gran impacto y sensibilidad en la vida de los ciudadanos, éstas van desde las más simples acciones como el lavado de manos, el uso de cubre bocas y el estornudo de etiqueta como actos necesarios para la sobrevivencia; hasta el replanteamiento del derecho al libre tránsito, la creación de fuentes de empleo con las cuales afrontar la crisis económica producto de la necesidad de parar a fin de evitar contagios de manera exacerbada, el evidenciamiento de las condiciones requeridas para el teletrabajo, la definición de las actividades esenciales, la garantía de sobrevivencia de las familias por parte de los Estados.
Ante este panorama, en este artículo, interesa visualizar las terribles consecuencias de afrontar esta crisis con miedo, la importancia de recuperar la dimensión de ciudadanía planetaria ante el confinamiento y las capacidades de resiliencia que deberemos practicar ante estas circunstancias extremas.
Considera también, las condiciones de ruptura en la estructura social ante situaciones inéditas de sujetos que día con día luchan por afrontar sus circunstancias de frente a una problemática de salud que también pone en riesgo la integridad de los demás.
El síndrome del chivo expiatorio
La peste representó un impacto feroz como la pandemia que azotó a Europa en la Edad Media, en ese momento, se le temía tanto que no era ni pensable pronunciar su nombre y en un acto de eufemización surgió la palabra epidemye para referirse a sus consecuencias, según relata René Girard (1986) en un texto realmente aleccionador sobre el comportamiento humano ante estos acontecimientos.
Frente a una tragedia, la gente busca a quién culpar, así, en aquella época descarriada, los judíos eran exterminados antes de que la peste asolara un territorio, así lo refiere en un poema Guillaume de Machaut (Citado por Girard, 1986).
De la misma manera, a lo largo de dos meses hemos visto cómo la población agrede a médicos y enfermeras por el terror de contagiarse y saquea comercios. Estos actos de barbarie muestran mucho más que miedo, hablan de actos irracionales, de violencias salvajes que no buscan más finalidad que el escape a la frustración de quienes, sometidos a una tensión extrema, se transforman en agresores y transgresores de la ley, sea por la falta de entendimiento y empatía ante un suceso extremo o por la imposibilidad para lidiar con sus circunstancias.
En contraste, hemos podido observar, en ciudades como Nueva York, la brutalidad policiaca utilizada para mantener la distancia social (Laborde, 2020); en ambos casos los habitantes dejan de articular coherentemente su vida y se impregnan de una bestialidad irracional, ahogados en la frustración.
Hablamos de circunstancias extremas, del límite de tensión posible, cuando los familiares de un enfermo de Covid19 recurren a los hospitales para saber la situación de salud de sus parientes y sin lograr obtenerla, transgreden el orden. Pero, incluso ahí, las redes de apoyo se han hecho presentes y representan una posibilidad de encuentro solidario entre los afectados por la pandemia.
Las personas, en circunstancias extremas como las antes descritas, buscan en su entorno paliar el sentimiento de impotencia que les aflige, entonces, justifican sus agresiones de mil formas; aunque, en el fondo, nada cambia sus vidas, después de las agresiones, de la ruptura del orden, habitan el mismo lugar.
Es por ello que ante el síndrome del chivo expiatorio, expuesto por Girard en 1986, de manera amplia y ejemplar, debemos contraponer lazos solidarios, el respeto entre los ciudadanos, la información oportuna, la educación necesaria para afrontar esta situación crítica.
Es necesario mantener presenta la idea de que los seres humanos no deben ser vulnerados por creencias desinformadas, ni por justificaciones pueriles ante la agresión. Por ello, en climas como el actual, vale la pena reflexionar respecto de algunos conceptos esenciales como ciudadanía planetaria, resiliencia, distanciamiento social, y muchos más que no se exponen en esta ocasión.
Ciudadanía planetaria
El confinamiento social como medida de control para evitar la diseminación de una enfermedad genera diferentes posturas y resignifica el concepto de ciudadanía. Es complejo entender por qué los ciudadanos deben permanecer en sus casas, cuál es el beneficio de esta acción, quiénes son capaces de obedecer esta disposición. Sin duda, con esta medida sanitaria se fractura un pacto social al trastocar libertades ciudadanas que parecían intocables.
Elizabeth Jelin (1997), socióloga argentina, expone dos características del ser ciudadano; la primera tiene que ver con pertenecer a una comunidad política, la segunda, con reconocer que se pertenece a dicha comunidad, pues esto necesariamente nos confiere derechos y obligaciones. No obstante, esta dicotomía deja de ser tan simple en un escenario de conflicto en contra de las medidas de confinamiento, pues ser ciudadano también tiene que ver con el derecho a reclamar y, por tanto, salir del plano subordinado (Jelin, 1997), es decir, el ciudadano también requiere participar en definir cuáles son las problemáticas sociales a las que lo enfrenta estar confinado y con ello revertir la curva de contagios y, por tanto, colaborar y ser tomado en cuenta en el diseño de las medidas que deberán aplicarse para el bien común.
Siguiendo la idea de bien común, si entendemos la ciudadanía como un pacto entre el Estado y los ciudadanos, ¿es ésta una definición que ha de replantearse? En estos momentos, las circunstancias globales muestran la vulnerabilidad de más de 4 millones de contagiados en el mundo, de ahí la imperiosa necesidad de delimitar una nueva concepción de ciudadanía, la “ciudadanía planetaria”.
Para Leonardo Boff, filósofo brasileño (Citado por Gadotti, 2002), la ciudadanía planetaria expresa una serie de principios, valores, actitudes y comportamientos que conciben a la Tierra como única comunidad, por ello, autores como Gadotti han hablado en diferentes foros de la importancia que tal conceptualización de ciudadanía adquiere en el ámbito internacional, no sólo como una definición incorporada al arca de conocimientos, sino por considerarla una vocación que impregne más acciones a favor de un futuro común y una humanidad afín a todos.
Otro referente al respecto, es el concepto de “sociedad civil mundial”, expuesto por el Club de Lisboa en 1995 (Citado por Gadotti, 2002), grupo integrado por organismos no gubernamentales, instituciones y grupos descentralizados, quienes de manera activa están a favor de la no violencia, en pro de la defensa de las especies animales en peligro de extinción y participan en la promoción de oportunidades equitativas entre hombres y mujeres, en la conservación ambiental, en el diálogo entre religiones, en el repudio de la tortura y en el desarrollo de nuevas formas de actividad económica solidaria entre muchos más caminos para fortalecer a las comunidades en el mundo, línea que es necesario seguir de cerca para lograr visualizar un futuro postpandemia que ha de comenzar a gestarse.
En suma, asumir una ciudadanía planetaria es considerar cada uno de nuestros actos dentro del entramado de sucesos que lleven a un mundo equitativo y con iguales oportunidades para poder afrontar un confinamiento de más de dos meses y un futuro luego de superar dicho confinamiento.
Recursos para la resiliencia colectiva
La resiliencia, por su parte, es un término utilizado en ingeniería para referirse, según versa en el Diccionario de la Real Academia Española (2020), a la “capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido”, posteriormente la psicología social extrapoló el término para referirse a la capacidad de resistencia de los individuos que han vivido circunstancias realmente perturbadoras, como la guerra, sin por ello padecer daño psicológico.
La enfermedad COVID19, nos insta a ser resilientes ante circunstancias extenuantes y extremas para no caer en actos de violencia al interior de nuestras familias o en forma colectiva, pues sabemos que el confinamiento social ha hecho más evidente y generado el aumento de la violencia intrafamiliar en los hogares mexicanos, así lo expone Maritza Pérez en un artículo publicado el 9 de abril en el periódico El Economista, donde menciona que, según los reportes de los Estados de la República, de las llamadas recibidas en el número de emergencia 911, se observa un aumento del 30 al 100% en reportes de violencia intrafamiliar asociados con el confinamiento sanitario.
En ese sentido, si la resiliencia puede entenderse como la capacidad para superar eventos adversos y aun así no presentar traumas (Becoña, 2006), es entonces preventiva de la violencia social e intra familiar, pues las características que la favorecen representan herramientas de inteligencia emocional para recuperarse y afrontar con éxito eventos adversos en la vida cotidiana de las personas, sin obviar, claro, la profunda misoginia que causa la violencia contra las mujeres.
Entre las características que favorecen la resiliencia se encuentran: el dar sentido a las experiencias en la vida, poder identificar y relacionarse con modelos positivos, contar con personas en las que se puede confiar, desarrollar la intimidad personal y relaciones que emanan de una confianza profunda, además, tener la capacidad para evaluar de manera realista la propia capacidad de actuación ante una situación específica, delimitar metas, percibir cambios en el entorno, resolver problemas y reflexionar sobre las circunstancias a enfrentar (Becoña, 2006).
Es posible que, en estos momentos, las características antes enunciadas no sólo resulten indispensables para poder orientar nuestras acciones hacia situaciones que no arriesguen nuestra vida y la de los demás, sino que nos permitan acceder a los medios de sobrevivencia que corresponden a derechos humanos inalienables.
La distancia social
Ante todo este panorama, es necesario revisar la idea de distancia social. Si bien el distanciamiento social es una medida de control para evitar la propagación de un virus volátil que se trasmite por gotas de saliva, por el que resultan más vulnerables quienes ven afectado su sistema inmunológico, pues, como MedlinePlus indica, existen más de 80 tipos de enfermedades autoinmunes (2019) entre las que destaca por su prevalencia, la diabetes tipo I, además de otras condiciones como la hipertensión y la obesidad que también afectan radicalmente a los enfermos de COVID19; es importante advertir qué tan difícil ha resultado para muchos de nosotros acatar esta medida, pues cuesta ser conscientes del riesgo a enfermar, es trabajoso limitar nuestras interacciones, usar cubre bocas, cuidar la limpieza en nuestros hogares y practicar el lavado constante de manos.
Empero, al evitarse las aglomeraciones urbanas, las formas de entretenimiento masivo también se modifican el funcionamiento de los sistemas de transporte colectivo, las formas de convivencia, se recurre a modalidades educativas a distancia, se replantean disposiciones para el abasto de víveres y se limitan las actividades comerciales generando nuevas formas de comercio.
Entonces, de manera positiva, al procurar superar estas circunstancias extremas hemos visto surgir diferentes maneras de improvisar soluciones y muchas formas de organización para lograr adquirir insumos y continuar con la vida económica de los países.
Pero, sin duda, los actos de resiliencia y la práctica de una ciudadanía planetaria responsable son las vías certeras a nuevas posibilidades para cambiar estas circunstancias extremas.
A manera de cierre, es necesario recordar que existen también otros recursos para acrecentar nuestras posibilidades de existencia en la distancia, no obstante, es un reto planetario revertir las graves consecuencias de una pandemia, por tanto, nos obliga a generar opciones incluyentes y solidarias.
Referencias
• Becoña, E. (2006) Resiliencia: definición, características y utilidad del concepto. Revista de psicopatología y psicología clínica. Vol. 11, No. 3. Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología. Obtenido de:
http://aepcp.net/arc/01.2006(3).Becona.pdf
• Gadotti, M. (2002) Pedagogía de la tierra. Buenos Aires: Siglo XXI.
• Girard, R. (1986) El chivo expiatorio. Barcelona: Editorial Anagrama.
• Instituto de Estudios Latinoamericanos (2020) Ciudadanía. Freie Universität Berlin. Recuperado de: https://www.lai.fu-berlin.de/es/elearning/projekte/frauen_konzepte/projektseiten/konzeptebereich/je_ciudadania /contexto/index.html
• Infosalus (2020) Breve historia de las pandemias globales: cómo hemos luchado contra los mayores asesinos. Obtenido de: https://www.infosalus.com/saludinvestigacion/noticia-breve-historia-pandemias-globales-hemos-luchado-contramayores-asesinos-20200322075937.html
• Laborde, A. (mayo, 2020) Un violento arresto en Nueva York abre el debate sobre las medidas policiales para mantener la distancia social. Recuperado de:
https://elpais.com/sociedad/2020-05-06/un-violento-arresto-en-nueva-york-abreel-debate-sobre-las-medidas-policiales-para-mantener-la-distancia-social.html
• MedlinePlus (mayo, 2019) Enfermedades autoinmunes. Recuperado de:
https://medlineplus.gov/spanish/autoimmunediseases.html
• Pérez, M. (abril,2020) Violencia intrafamiliar aumenta hasta 100% por cuarentena.
El Economista. Recuperado por: https://www.eleconomista.com.mx/politica/Violencia-intrafamiliar-aumentahasta-100-por-cuarentena-20200409-0020.html
• Real Academia Española (2020) Resiliencia. Obtenido de:
https://dle.rae.es/resiliencia
Interesante artículo, sobre todo por la articulación entre actos de resiliencia y prácticas de ciudadanía planetaria en el contexto que actualmente vive la humanidad.
Por otra parte, pienso que la reflexión sobre distancia social puede enriquecerse si se incorpora la cuestión del confinamiento o lo que en inglés se denomina «lockdown», sobre todo porque la relación entre estas cuestiones es parte de lo que está interviniendo en la transformación de las formas de convivencia.
Saludos.
Me pareció interesante el artículo.
Es contrastante que mientras algunas personas toman acciones reprobables en contra del personal médico,algunas otras optan por tener genuinas muestras de solidaridad y empatía con los mismos.
El concepto de ciudadanía planetaria me pareció de lo más interesante, asumirnos cómo individuos que habitan el mismo planeta y no como ciudadanos de diferentes países amplia el abanico de posibilidades para lograr un mejor futuro.
A lo largo de la historia, la humanidad a pasado por pandemias que han acabado con la vida muchas personas, y la gente en la actualidad nunca imaginó pasar por una situación similar, es más la palabra «Pandemia» ni siquiera se encontraba en su vocabulario, ahora que el mundo entero está pasando por el contagio, no sabemos como afrontarlo, se nos a dicho que debemos lavarnos las manos constantemente, el estornudo debe ser de etiqueta y mantener una distancia pero muchas personas no creen en el COVID 19 ya sea por ignorancia o por irresponsabilidad, ante ello nos toca a los demás realizar estos actos a fin de evitar más contagios.